Desde siempre he tratado de ser respetuoso ?del hacer? de los demás, evitando criticar el trabajo ?dudoso? que en veces hace algún? ?colega?. Y hasta he aceptado -a regañadientes- convivir con aquéllos que deambulan por el mundillo médico como si ?la virgen les hablara?, mirando a los demás por arriba del hombro y criticando sin miramientos a quienes les va mejor que a ellos.
Sin embargo, y como no queriendo la cosa, algunos detalles me han ido llenando ?el buche de piedritas?, y el colmo me sucedió en días pasados cuando por ahí me enteré que algunos dentistas habían opinado sobre mis tratamientos de Ortodoncia diciendo que: ¿Cómo era posible que yo tardara seis meses en terminar un caso de Ortodoncia?... -Si ellos tardaban tres años-. Y sin mediar el daño que pudieran hacer sus palabras en mis pacientes, agregaron: De seguro lo único que está haciendo es dañar las raíces de los dientes de sus pacientes por usar demasiada fuerza? ¡¡Mi madre!!, eso sí que me sacó de quicio, y hoy pretendo poner a cada quien en su lugar, para que los lectores sepan de una vez por todas lo que significa ser un buen Ortodoncista ?que habemos muchos-, actualizarse año con año y estar pendiente ?y probar- todos los nuevos materiales que van saliendo.
Desde las épocas del Dr. Angle allá por 1905 y las pretéritas del Dr. Nance y el Dr. Tweed por el 1930, todos los movimientos de los dientes se hacían usando gruesos alambres de ?acero inoxidable?.
Pasaron los años y los investigadores se dieron cuenta de que al usar mucha fuerza, los dientes simplemente ?no se movían?, y que para moverlos más rápido -y con menor daño- se requería usar fuerzas ?mucho más suaves?, ya que las fuerzas que les proporcionaban los alambres de acero, hacían que los tratamientos duraran cuatro y hasta cinco años.
Las investigaciones continuaron, y empezaron a fabricarse alambres de acero cada vez ?más delgados? para con ello ejercer fuerzas ?más suaves? y mover los dientes más rápido. Sin embargo la fuerza generada por estos nuevos y delgados alambres de acero aún era demasiado fuerte, aunque de hecho se bajaron los tiempos de tratamiento de cuatro años a dos años y medio.
Por fin en los años 60, aparece dentro de la Ortodoncia un estudiante que causaría una revolución médica, modificando tanto las aleaciones de los alambres como las viejas técnicas ortodóncicas. Ese estudiante se llamaba Robert M. Ricketts, conocido luego como el Dr. Ricketts.
Años de estudio llevaron al Dr. Ricketts a darse cuenta de que las fuerzas que aún se usaban en Ortodoncia seguían siendo demasiado fuertes, y que había que buscar dentro de la metalurgia aleaciones más suaves. Y fue así que junto con la compañía ?Rocky Mountain? patentó los suaves alambres de elgiloy, que eran una versión modificada de la ?cuerda? que durante décadas habían usado los famosos relojes Elgy.
Con la aparición de los alambre de elgiloy -azul, amarillo y verde-, los dientes empezaron a moverse a mayor velocidad y con menor daño estructural. De los tres tipos de elgiloy, el tipo azul era el más suave, por ello al paso de los años Ricketts decidió que todos los aparatos inventados por él y comercializados por ?Rocky? serían fabricados exclusivamente con el suave y delicado elgiloy azul- cabe aclarar aquí que el costo de los nuevos alambres era muy elevado y por ello muchos ortodoncistas no los usaban-.
En una conferencia a la que asistí durante el congreso anual de la American Association of Orthodontist celebrado en la ciudad de New Orleáns Louisiana, el Dr. Ricketts afirmó que él tardaba sólo nueve meses en terminar un tratamiento de Ortodoncia y que cobraba por su trabajo cuatro mil dólares. En eso uno de los asistentes le increpó diciéndole que si la generalidad de los ortodoncistas tardábamos dos años y medio en terminar nuestros casos y cobrábamos mil 500 dólares, no consideraba excesivo el que cobrara cuatro mil dólares por sólo nueve meses de trabajo, a lo que Ricketts respondió: ¿Me está usted diciendo que yo por ser más ?eficiente? debo de ganar menos que usted?... y el público se quedó en silencio.
Por primera vez los ortodoncistas del mundo estábamos conseptualizando la idea de que quien es más eficiente, y logra las metas adecuadas en la mitad del tiempo que se toman sus demás colegas, debe de ganar más? y no menos.
Fue por este tiempo -hará unos 15 años- que la Revista de la Sociedad Mexicana de Ortodoncia tuvo a bien publicar un artículo mío, cuyo tema era Cómo Acortar el Tiempo de los Tratamientos de Ortodoncia, usando la técnica de arcos dobles del Dr. Ricketts y sus suaves alambres de elgiloy azul. El artículo fue documentado con fotos, diagramas y radiografías, tomados al paciente ?cada mes? para ir viendo los cambios y su evolución. En el yo explicaba cómo usando los suaves arcos dobles de elgiloy del Dr. Ricketts había logrado bajar sustancialmente el tiempo de tratamiento de dos años y medio a sólo 13 meses.
Los años pasaban y ya éramos muchos los que usábamos el famoso elgiloy azul, hasta que un experimento de la NASA encaminado a crear -para el trasbordador espacial Columbia- cables eléctricos que no se rompieran, hizo que se descubriera por accidente la aleación que revolucionaría a la Ortodoncia, el famoso Nitinol, que era una aleación de ?níquel-titanio? .Y fue a partir de la aparición del níquel-titanio que muchos pudimos bajar el tiempo de nuestros tratamientos a nueve y diez meses ?como Ricketts lo había logrado muchos años atrás-, mientras otros colegas que seguían usando los viejos alambres de acero seguían con sus clásicos tres años de tratamiento. ?Obvio que los nuevos alambres costaban mucho más-.
Un compañero Ortodoncista que había estudiado conmigo en España y que ahora daba conferencias por Europa, me comentó un día acerca de una nueva generación de alambres de ?níquel-titanio-cobre?, que eran fabricados por una marca alemana bajo el título de Bio-Logic-Line. De éstos, su versión Titanol superelastic ?S? modificó mis tratamientos, pues las fuerzas que ejercía en los dientes de mis pacientes eran ?aún más suaves? que las del ?cuasi mágico? níquel-titanio tradicional.
Por fin todos estábamos de acuerdo en que: Cuanto más suaves fueran las fuerzas, más rápido se moverían los dientes. Y así, un buen día la misma casa alemana sacó su ?ultra suave? alambre ?Titanol Low force with river finish gold?, el alambre ?más suave existente en el mundo? y con un baño de nitrógeno para evitar la fricción en los bracketts-. Y vuelvo a aclarar que estos novedosos alambres costaban -y cuestan- mucho más que los de níquel-titanio, y muchísimo más, que los antiguos de acero, y por ello, no son usados por todos los ortodoncistas-.
Ahí sí, que yo mismo me admiré de la velocidad con que un diente se desplazaba por el hueso con la mínima compresión de la membrana peridentaria. Con el uso de esta novedosa variedad de alambres, un tratamiento sencillo podía durar como promedio seis meses, aunque cierto es que los más complicados nos podían llevar diez y hasta 12 meses.
Si a toda esta tecnología metalúrgica le agrega usted, que tomamos al paciente en estado de ?crecimiento óseo?, comprenderá el porqué los actuales tiempos de tratamiento ortodóncico pueden ser tan cortos. -Aunque ello enoje a algunos de mis ?colegas?-.
Toda esta explicación tuve que darla innecesariamente, para defenderme de la bola de... bueno? ?de colegas?, cuyos comentarios mal intencionados y mal informados, molestan de alguna forma a todos aquellos ortodoncistas que como yo, hemos podido acortar el tiempo de nuestros tratamientos ortodóncicos a base de usar nuestros conocimientos, y la más reciente tecnología.
Los pacientes no somos tontos, usualmente llenamos las consultas de aquellos dentistas y médicos a los que consideramos actualizados y de buen trato, mismos que son el blanco de los ataques de aquellos ?colegas? ?que por algo- tienen sus consultas? ¡¡Vacías!!
Corolario: Con el asunto de la publicación de artículos históricos en este mismo periódico, con motivo de celebración del centenario de Torreón me he dado a la tarea de juntar fotos antiguas de Torreón, básicamente de edificios, calles, tranvías y transportes, y demás monumentos que nos muestren cómo era el Torreón en aquellos años, para quien me las desee obsequiar, le agradecería enormemente me las haga llegar a mi consultorio (Tel. 713-90-93). Y mil gracias por ello
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