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¿Qué pasó en el PRI?

Fernando Ortiz Proal

Las pruebas de fuego que tenía que pasar el PRI para llegar con posibilidades reales a la elección federal del próximo año eran tres: el conflicto con la maestra Elba Esther Gordillo, la sustitución de Roberto Madrazo como presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) y la elección de su candidato presidencial.

Sin embargo, conforme fue pasando el tiempo, la falta de decisión al interior del partido para resolver la irregular situación de la otrora secretaria general terminó por amalgamar esta cuestión con el segundo pendiente.

La prolongada ausencia de la líder moral del magisterio generó un espejismo en el que parecía que ese problema se había resuelto prácticamente solo. La incertidumbre respecto de su estado de salud y las versiones de que quizá no podría retornar al frente político provocaron que se minimizara el asunto. Se dejaron correr las cosas hasta que el agua llegó al cuello.

En estas condiciones y con la anunciada ausencia de la secretaria general se llevó a cabo la reunión del Consejo Político Nacional (CPN) del PRI. La estrategia jurídica fue planteada por Raúl Cervantes, quien es el abogado del partido. Se desarrolló una primera sesión en la que se dio cuenta con la renuncia de Madrazo, misma que fue aceptada y acto seguido se entró al inevitable juego de las prelaciones.

En términos de lo dispuesto por los estatutos tricolores, en ausencia de la secretaria general le tocaba asumir el cargo de manera temporal al secretario de Organización, José Ramón Martell, quien tampoco estaba presente, por lo que finalmente asumió la presidencia del partido en forma interina César Augusto Santiago en su carácter de secretario de Acción Electoral y tercer relevo según las reglas de prelación.

Ahí terminó la sesión a la que se había convocado originariamente. No obstante, atendiendo a que se encontraba reunido el CPN, César Augusto Santiago como presidente interino convocó a una nueva sesión para elegir al líder del PRI. Y aquí el acuerdo político corrió por cuenta de Madrazo y Montiel. Luego de rebotar algunas opciones, los precandidatos convinieron en que fuera Mariano Palacios Alcocer quien asumiera la dirigencia nacional tricolor.

El ex gobernador de Querétaro ya había presidido el CEN priista y hasta antes de su designación ocupaba el cargo de secretario técnico del CPN. Es un hombre inteligente y hábil que supo mantener buenas relaciones tanto con tucomes como con madracistas. Sin embargo, en esta coyuntura el mayor mérito de Palacios Alcocer fue el haberse enfrentado a Elba Esther Gordillo cuando todos le sacaron la vuelta...

La reacción de la maestra no se hizo esperar. Promovió dos juicios ante el tribunal electoral para impugnar, por un lado, la convocatoria a la sesión del CPN y, por otro lado, la supuesta imposibilidad de Palacios Alcocer para repetir en la dirigencia. En ambos casos el citado órgano jurisdiccional le concedió la razón al PRI.

Estos reveses legales llevaron a Elba Esther Gordillo a presentar su renuncia a la secretaría general pero no a su militancia partidista. En el documento que leyó arremetió en contra del tribunal electoral y de Madrazo. Luego en una entrevista acusó a Madrazo de haber negociado las reformas estructurales con Vicente Fox y de traicionar los supuestos acuerdos. Además reveló que la reforma fiscal se había negociado en casa del ex presidente Salinas.

Sin importarle que sus revelaciones también la comprometieran, la maestra ya se conduce más como mujer despechada que como política o líder magisterial. Su obsesión es vengarse de Madrazo. Y si bien las diferencias entre estos dos personajes se remontan hasta la caída de la profesora de la coordinación parlamentaria en San Lázaro, no se debe perder de vista que a partir de entonces la maestra tomó acciones que la confrontaron con buena parte del priismo.

A Elba Esther Gordillo la repudia un amplio sector tricolor. Su ausencia y desdén durante casi dos años por las responsabilidades que impone el cargo de secretaria general del partido lastimó a sus compañeros de militancia. Sus apoyos al PAN en Aguascalientes y para la creación del Partido Nueva Alianza no son cosas que se olviden fácilmente. Su discurso ha lesionado al PRI, sus actitudes han confrontado y sus amenazas no han gustado.

Su reciente coqueteo con los precandidatos presidenciales del PAN y con López Obrador parece ser la gota que derramará el vaso. Cada día son más las voces que al interior del PRI exigen mano firme de la dirigencia para que se resuelva el asunto de su expulsión o bien el de la suspensión de sus derechos partidistas. Por lo pronto, los dos primeros pendientes del PRI ya menguaron la imagen del partido ante la opinión pública y aún falta el tercero que es la elección del candidato.

Viendo así las cosas, el priismo hoy está más obligado que nunca a librar este proceso de la mejor manera posible, porque si se sigue restando no van a dar las cuentas para 2006.

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