Mientras los políticos se esfuerzan en lanzar discursos optimistas, los migrantes en Estados Unidos viven tiempos duros en medio de un clima de discriminación y ataques.
A nivel presidencial George W. Bush y Vicente Fox hablan de un inminente acuerdo migratorio para 2005, pero lo cierto es que a nivel del Congreso las posibilidades se cierran ante los embates de los grupos conservadores norteamericanos.
De llegarse a un pacto migratorio será para beneficio único de las empresas que requieren mano de obra temporal y a costos accesibles ahora que China avanza sin tregua.
Pero un acuerdo en donde se respeten los derechos laborales, la dignidad de los trabajadores indocumentados y de sus familias, se observa francamente imposible.
La presencia latina crece a pasos agigantados en la Unión Americana, tanto en el terreno profesional como político. Sin embargo, su fuerza es mínima en el Congreso en donde no existen consensos sobre un acuerdo migratorio.
A nivel popular surgen con frecuencia voces que rechazan cualquier intento de legalizar a los indocumentados con argumentos más racistas que otra cosa, al tiempo que las expresiones en defensa de los inmigrantes brillan por su ausencia.
La Ley 200 de Arizona generó un rechazo muy tibio entre los líderes liberales de este país, incluso entre los dirigentes hispanos la posición ha sido más que complaciente.
Lo mismo ocurre entre las fuerzas políticas mexicanas. El lunes el secretario de Gobernación, Santiago Creel, expresó en Caléxico su rechazo a dicho reglamento, pero ni él ni otros altos políticos han viajado a Arizona para solidarizarse con nuestros paisanos.
El reciente folleto que publicó el Gobierno de México para orientar a los inmigrantes que cruzan la frontera Norte ha recibido una andanada de ataques en Estados Unidos, pero una vez más las opiniones en defensa de dicha publicación no se escuchan en ningún lado.
Para darnos una idea del ambiente adverso, anexamos un par de cartas que publicó el fin de semana un diario del Sur de California en relación a la inmigración de México.
La primera dice así:
“…La mejor forma para evaluar la contribución de la inmigración ilegal mexicana a la economía americana es comparar lo siguiente:
“1) La cantidad de impuestos que los ilegales no pagan.
“2) El costo de los servicios médicos que obtienen los inmigrantes ilegales y que se los transfieren a los contribuyentes norteamericanos.
“3) La cantidad de educación que los ilegales y sus familias reciben sin pagar un solo centavo.
“4) La cantidad de fraudes al servicio social cometidos por los inmigrantes ilegales”.
Siguen cinco puntos más negativos y concluye con la firma de Kati Clemente de San Diego.
Otra versión más:
“Estoy indignado por el manual para “invadir” que está entregando a su gente el Gobierno de México. Esta actividad es una afrenta para los ciudadanos de Estados Unidos y una amenaza para la seguridad nacional.
“Es tiempo que Estados Unidos reconozca la infiltración de millones de mexicanos a través de la frontera por lo que es: una invasión. La Operación “reconquista” está ganando terreno cada año mientras que el Gobierno de E.U. ha ignorado dócilmente esta amenaza.
“Los migrantes fronterizos deben ser llamados por lo que son: invasores, no inmigrantes. Los inmigrantes van a través de un proceso legal; los invasores sólo cruzan la frontera. Washington, despierta”. Firma Iván B. Nezitiic.
Así las cosas, no creemos que las intenciones de Bush y Fox llegarán muy lejos cuando todavía abundan los prejuicios raciales, la xenofobia y la incomprensión sobre el fenómeno de la migración de México a Norteamérica.
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