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Radiografía | El fracaso del Gobierno

El campo mexicano en punto de quiebra

Las políticas públicas aplicadas, fuera de la realidad.

El Siglo de Torreón

(Tercera de cinco partes)

Comarca Lagunera.- Por lo menos diez productos agroalimentarios mexicanos entre los que destacan atún, guayaba, plátano, chile y carne de pollo, son afectados por las medidas no arancelarias que aplica la Unión Europea y Estados Unidos.

Las ventas al exterior de productos agroalimentarios se han visto afectados, pues no previeron dichas barreras cuando se firmaron los tratados comerciales.

Algunas de ellas son la Ley contra el bioterrorismo en Estados Unidos o la Ley de seguridad alimentaria de la Unión Europea, sin contar las medidas sanitarias o de Organizaciones No Gubernamentales que no permiten la exportación de algunos productos.

Tan sólo a un año de la entrada en vigor de Ley contra el bioterrorismo, que aplica Estados Unidos para la importación de productos alimenticios, ha rechazado más de mil 700 embarques mexicanos por no cumplir con la Ley, ya que violaron las medidas sanitarias, de etiquetado o porque usaron pesticidas, según cifras de ese país.

De acuerdo con expertos del sector los más de mil embarques rechazados en un año por Estados Unidos (EU), son una medida no arancelaria para exportar, por lo que calculan que en este lapso se perdieron divisas por mil millones de dólares.

Uno de los casos más añejos como medida no arancelaria aplicada por Estados Unidos es el atún.

El delegado regional de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, (Sagarpa), Alfonso Oliverio Elías Cardona, comenta que a diez años del Tratado de Libre Comercio (TLC), los grandes perdedores en México son los productores de granos, porque Estados Unidos es el nicho principal de los cereales y aunado a eso tienen condiciones naturales muy favorables, más la tecnología en la maquinaria que les permite abatir los costos e incrementar la productividad, pero por otro lado se han beneficiado los productores mexicanos de hortalizas.

Por su parte el presidente de la Cámara Agrícola y Ganadera de Torreón (CAGT), Pedro Vázquez Rodríguez, sostiene que México nunca debió haber firmado en las condiciones que se hizo en el rubro agropecuario, porque pusieron a competir no con los productores norteamericanos, sino contra la Tesorería de los Estados Unidos.

Hay una diferencia tremenda en los apoyos que otorga el Gobierno estadounidense y el mexicano. Ahí se veía ya una desigualdad abismal.

Asegura que en productividad están a la par, con todo y la tecnología avanzada que tienen los norteamericanos a su servicio. Por desgracia el apoyo económico es diferente y eso ha marginado a muchos productores a nivel nacional y se han reducido las superficies a sembrar. Lo que ha traído el TLCAN es la desaparición del campo mexicano.

A nadie le importa

Hasta el momento la visión gubernamental que se aplicó al campo ha fallado. El progreso fue sustituido por los intereses partidistas.

Pedro Peralta Chavarría, director del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED), comenta que originalmente el campo fue diseñado para mantener sobradamente el país, para alcanzar la soberanía alimentaria, esa fue la visión del campo. Se repartieron tierras, se impulsó el crédito, se hicieron grandes obras de irrigación y se impulsó la modernización tecnológica, pero con el intercambio desigual de los productos del campo con los productos de la ciudad, se agotó el modelo y llegó a ser insuficiente.

?Hubo una neovisión ideológicamente en la que se nos dijo: lo que pasa es que los campesinos están organizados para votar, no para producir, y lo que se tenía que hacer entonces era estimular la propiedad privada, y así la gente se va a aplicar a trabajar, va a tener acceso al crédito, va a sentirse dueña y le entrará con todo el esfuerzo a producir más. Era una visión totalmente ideológica. Los campesinos estaban organizados pero para votar, y dependían de las dádivas del Gobierno y, por tanto, son fieles al partido del Gobierno?.

Armando Luévano González, maestro e investigador de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN), va más allá al afirmar que: ?a los únicos que no nos importan los campesinos, es a nosotros los mexicanos?, dice Luévano González,

?Mientras que en países como Estados Unidos, Inglaterra, Japón, Francia, los apoyan como parte importante de su economía, aquí no sucede así?.

El investigador y catedrático considera que la visión gubernamental del campo mexicano, en el caso del presidente de la República, Vicente Fox Quesada, es empresarial, pero sus esfuerzos han sido mínimos en general, no se ha logrado reducir la migración la pobreza, no se ha traducido nada en el ámbito de los productores.

El diputado federal, Ulises Adame, menciona que la visión gubernamental fue de promover en el campo la competitividad, hacer empresarios a los campesinos, volverlos ingeniosos hasta que se transformaran en individuos ricos.

Afirma que el Gobierno mexicano como otros países nunca debieron abandonar el apoyo a los campesinos, porque no está abandonando a un sector de la producción sino a una parte importante de la sociedad.

?Los campesinos no sólo son productores sino habitantes de este país con todos los derechos, y han perdido la capacidad de sobrevivir con los recursos que genera su actividad, la visión del Gobierno no ha sido la más adecuada en lo general?.

El dirigente de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos (CNC), Francisco Guevara Herrera, declara que el campo se encuentra atrasado en muchos aspectos, ya que no se han tomado en cuenta a los campesinos; además, no se han diseñado proyectos integrales para producir de manera amplia y a bajos costos para poder competir. No ha habido una visión adecuada que genere más utilidades en el campo

Para el presidente de la Cámara Agrícola y Ganadera de Torreón (CAGT), Pedro Vázquez Rodríguez, el Gobierno Federal se ha olvidado del campo. En las épocas de Luis Echeverría todavía México exportaba sus excedentes de la producción nacional, hoy México se ha convertido en uno de los mayores importadores por una política agroalimentaria mal dirigida por los gobernantes en turno, ya que no les importaba el campo.

?Se crearon falsas expectativas en el campo, se metieron millones de pesos para llegar agroindustrias al campo con la finalidad de beneficiar a los campesinos que dejaban el campo, pero todo falló?, asevera Vázquez Rodríguez.

Políticas asistencialistas

Raúl Villegas Vizcaíno, maestro e investigador de la UAAAN, menciona que al campo se le puede ver como una forma de vida para los agricultores, el productor de alimentos al país, el proveedor de divisas, la reserva ecológica del país, su papel social en la historia.

Sin embargo, dice que cuando una visión se reduce sólo a su dimensión económica y a la cuestión de rentabilidad, se cae en un pensamiento simplista de que en otro país el producto sale más barato, hay que dejar de producirlo y mejor comprarlo, sin importar que de esta forma, existirá una dependencia hacia el exterior y se perderá la capacidad de producirlo.

?Si eres ineficiente, una respuesta puede ser: cambia de actividad, pero otra sería preguntarse ¿por qué es ineficiente? ¿qué debe hacerse para que sean eficientes??, agrega.

Comenta que los programas para el campo han sido con fines electorales, ?pues por medio de apoyos se busca que el campesino se sienta atendido y ejerza su voto?, afirma.

?Los programas del campo quieren abarcar a todos los productores aunque le den una migaja a cada quien, que no les ayuda?, manifiesta, ?han sido también un medio de inducción de políticas que no corresponden a la dimensión social?.

Esta visión es compartida por el economista José Castro Mancillas, quien asegura que los programas de Gobierno como el Procampo son simples paliativos, incapaces de resolver la difícil condición del campo mexicano, pues aunque algunos tienen un ?espíritu verdaderamente constructivo?, se requieren un conjunto de acciones más amplio que meramente medidas aisladas.

La visión de ?programas asistencialistas? no es compartida del todo por el delegado regional de la Sagarpa, Alfonso Oliverio Elías Cardona, quien explica que hay cierta razón en ese sentido, pero también hay qué ver que transformar la realidad del campo mexicano no es fácil.

?La ruralidad no es la misma en el norte, que en el centro o el sur del país. Adecuar las normas para una generalidad fue un esfuerzo que funcionó en unas partes y en otras no. Transformar la realidad con un espíritu reformador del campo?, dice el delegado de la Sagarpa, tendría que ser una Reforma Estructural y no un programa de Gobierno.

Programas del Gobierno como Alianza para el Campo, les da asistencia a los productores y los apoya, sin embargo, sería necesario una Reforma Estructural para modificar y cambiar las condiciones en el campo, lo que involucraría no sólo al Ejecutivo, sino a todo el conjunto de Gobierno.

Como los bomberos

Luis López Álvarez, profesor de historia y ex coordinador del Congreso Agrario Permanente (CAP) en la Región Lagunera, recurre a una metáfora para referirse a los programas para el campo elaborados por el Gobierno.

?Los programas sólo han sido asistencialistas, como los bomberos, nada más para apagar el fuego. Donde ven que se pone caliente la cosa, ahí llegan y como muestra está Chiapas, donde surgió la inconformidad de manera violenta e hizo que se construyeran hospitales, carreteras y se brindaran apoyos a los campesinos?.

El Gobierno, dice el dirigente, habla de supuestos proyectos, como el Acuerdo Nacional para el Campo, que está muy completo pero sólo es un libro que no se cumple.

Para Armando Luévano González, maestro e investigador de la UAAAN, los programas de Gobierno pueden ser buenos, pero promueven la visión individualista y tienen aplicaciones opuestas en algunos casos, presentan diferencias grandes porque cuando llegan a nivel Estado, se distorsionan, sé mal aplican o es una ?lotería de apoyos? entre los productores.

?El Estado mexicano no tiene capacidad de implementación, de control, de supervisión, de cuidar que los impactos que busca con los programas sean los que se logren?, indica, ?es difícil señalar que sean buenos o malos porque habría que ver en qué estado?.

El presidente de la Cámara Agrícola y Ganadera de Torreón (CAGT), Pedro Vázquez Rodríguez, dice, a los productores les han dado mejorales y les siguen dando lo mismo cuando hay un cáncer enquistado que requiere una operación quirúrgica para poder subsanar esa herida existente en el campo mexicano.

Importador de granos

Después de Japón, México es el segundo importador de granos básicos en el mundo. La compra de granos del exterior corresponde al trigo, arroz, maíz, cebada, sorgo y avena.

De acuerdo al Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) en 2005, el país importará un volumen de 13.9 millones de toneladas métricas, con lo cual se convierte en el subcampeón en la compra de granos del exterior.

Durante el presente año, México captará el seis por ciento del total de los granos importados en el mundo, y en el caso del trigo la cantidad corresponde a la mayor cifra en la historia del país, cuando menos de los últimos 30 años en los que USDA tiene reportes.

La agrodependencia que existe representa en los últimos cinco años entre un cinco a un seis por ciento de la participación mundial. Durante 2001, el país demandó 14.605 millones de toneladas métricas de granos, cifra superior a lo alcanzado en 2004 al importarse 13.048 millones de toneladas métricas de granos.

Las proyecciones hechas para el presente año son la compra del exterior de tres millones 900 mil toneladas métricas, en maíz cinco millones 800 mil toneladas métricas, de sorgo tres millones 500 mil toneladas y de arroz 550 mil toneladas.

Los especialistas consideran que la alta dependencia agroalimentaria de México a la falta de economías de escala en las zonas rurales y a la ausencia de infraestructura de mercado y comercial para el manejo de granos. Adicionalmente, la distorsión de los precios internacionales de los granos a consecuencia de los subsidios que otorgan Estados Unidos y la Unión Europea.

Mañana: Sin proyecto ni futuro

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