El campo mexicano en punto de quiebra
Urgente, una efectiva estrategia de reactivación.
El Siglo de Torreón
(Quinta y última parte)
Comarca Lagunera.- La falta de recursos, de programas a largo plazo y los intereses partidistas mantienen al campo al borde de la desaparición. Para el obispo de Saltillo, Raúl Vera López, no ha habido un esfuerzo serio de organización de parte de los productores y el campo cada día se abandona más.
“El drama del campo de Coahuila es que no tiene futuro, no hay inversión seria en él, a lo mejor la iniciativa privada está haciendo algunas cuestiones, pero a los campesinos lo único que les queda es venirse a trabajar de obreros no preparados, como sucede en la región de las minas, donde los campesinos llegan a trabajar a las minas sin preparación e inmediatamente tienen accidentes. Se vienen a trabajar como mano de obra sin preparación y por lo tanto pues mal pagados. La suerte del campo es muy triste”.
Para revertir esta situación Pedro Peralta Cavaría, director del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED), menciona la necesidad una política integral, en donde el Estado debe ser el eje. Esta política tiene que tomar en consideración todos los sectores y subsectores de que se compone nuestra explotación primaria.
Se debe determinar qué se va a hacer con cada uno de los cultivos y cómo se pueden impulsar. Insisto que tiene que ser el Estado el que debe decidir una política agropecuaria, en donde tome en cuenta que el problema del maíz es diferente al del arroz y éste a su vez del frijol, del sorgo.
El Estado debe ser el rector y decir cómo atacar los problemas de cada uno de los sectores y subsectores.
“Por supuesto que también se requieren recursos para hacer frente a la problemática, pero también requerimos un Estado austero, y buen administrador porque esto le permitirá destinar más recursos al campo, sin recurrir al endeudamiento ni al déficit fiscal”.
Jorge Contreras Casas, catedrático de Historia de México del Colegio de Ciencias y Humanidades de la UJED, considera urgente inyectarle al campo recursos financieros, apoyos, subsidios a la producción como en todos países del mundo.
“El Tratado de Libre Comercio se hizo con Estados Unidos y Canadá, en esos dos países se subsidian a los productores y no se permiten que otros países también lo hagan”.
Reconocer el problema
Para Raúl Villegas Vizcaíno, maestro e investigador de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN), es necesario reconocer el problema, que el campo no es una cuestión que afecta sólo a los agricultores sino a todo el país y lo que sucede en esta zona se traduce en falta de regulación del crecimiento de las ciudades, áreas de pobreza y múltiples conflictos sociales derivados de esto.
Señala que se requiere una política de precios más adecuada. Cita el ejemplo que, cuando se compra un kilo de papas, éste tiene un precio de nueve pesos, mientras que el productor lo vendió a tres, pero las papas fritas en kilo representan más de cien pesos.
“Esta distribución del producto global favorece al industrial”, comenta el investigador, “el trabajo más duro es el del productor y en el reparto de utilidades, es al que le toca menos, resultado de las políticas establecidas, que no consideran la valoración de este trabajo, lo que se traduce en menos asignación de precio”.
Para la reactivación del campo mexicano, el académico considera necesario que se aplique un valor real a las actividades de producción, además de apoyar toda la infraestructura de investigación del campo, que se ha ido desmantelando.
El presidente de la Cámara Agrícola y Ganadera de Torreón (CAGT), Pedro Vázquez Rodríguez, no duda cuando afirma que se debe poner orden. Comenta que si el sector social si no recibe apoyo efectivo quedará sólo en el papel. Un apoyo verdadero sería inyectar dinero fresco, no dar, pero se habla de proyectos y proyectos que cuando entran en operaciones, traen muchas complicaciones y requisitos para poder acceder a ellos.
Lo que debe hacerse es apoyar a la productividad y para eso se necesita dinero fresco, porque es la soberanía alimentaria la que está en juego. La soberanía alimentaria de un país es la base sustentable para que un país camine sobre ruedas y el país que dependa de otro u otros en alimentación, “está en el hoyo”, sostiene Vázquez Rodríguez.
A dónde vamos
Para el diputado federal, Ulises Adame, primero hay que definir muy claramente a dónde queremos que vaya el campo mexicano, si una política fuera ser autosuficientes en producción de leche, lo primero que se tiene que hacer es definir un proyecto rector nacional que involucre a todos los actores de la producción, y aplicar las reglas y ser muy estricto en el cumplimiento, que no haya contrabando ni especulaciones, y menos productores sin apoyo.
“Flexibilizar la movilización de los recursos y el apoyo de la banca para que los productores puedan crecer y no pensar que la capitalización se va a dar en dos años sino hacer un proyecto a largo plazo dependiendo de las necesidades del país y de los nichos de mercado”.
Opina que en la política es necesario establecer cómo los jóvenes se van a incorporar a la actividad productiva, para que en los próximos diez o 15 años, cuando se retire la mayor parte de los campesinos no se vaya a quedar el campo de los productores y todo en manos de muy pocos.
“Tiene México que definir una política de a dónde quiere caminar, pero tiene que ser muy simple, nada complicada para que los campesinos la entiendan y acepten”.
El economista, José Castro Mancillas, considera que el problema en la tenencia de la tierra es fundamental, pues definitivamente se requiere dar seguridad a la propiedad jurídica del campesino, pero hay un gran rezago en esta materia, aún cuando las autoridades correspondientes debieran acelerar este proceso.
Señala también que el campo requiere inversión para generar riqueza, por lo que se necesita una política de financiamiento en el sector agropecuario, además de buscar formas de organización en el sector primario que permitan generar economías a escala, producir a costos promedio más bajos en la medida que haya buenos precios de comercialización, del uso de los recursos y producción, que permitan abatir costos y evaluar de manera muy precisa cuáles factores limitan la competitividad del sector.
“Un problema muy añejo ha sido la comercialización de los productos agrícolas, se deben buscar formas de organización para que los productores obtengan un importante beneficio de su esfuerzo, pues los esquemas de venta no son los mejores”, manifiesta.
El economista indica que se requiere mejoría en la educación, mayor capacitación y adiestramiento para que el campesino pueda hacer un uso más eficaz de sus recursos.
Luis López Álvarez, profesor de historia y ex coordinador del Congreso Agrario Permanente (CAP) en la Región Lagunera, hace hincapié en la necesidad de trabajar, “y ponernos a leer documentos como el Acuerdo Nacional para el Campo para hacerlos de nosotros y exigir que se cumplan, porque es ahorita la Biblia del campo, donde están plasmados los 282 acuerdos que si se cumpliera cuando menos la mitad de ellos, otro gallo nos cantara. Los campesinos necesitan también dejar de decir: yo soy de la CNC, yo soy de la CCC, yo soy de X y pensar en la unidad dentro del campo”.
Es posible el rescate
Roberto Arreola, director municipal de Desarrollo Rural de Durango, está convencido que el campo mexicano tiene salvación. Asegura que México tiene un gran potencial productivo y hay áreas agrícolas esencialmente muy fuertes que pueden competir con las mejores del mundo.
“Nuestra tecnología, si bien está por debajo de los requerimientos internacionales, las universidades y tecnológicos están trabajando en ello, pero se requieren a su vez los cambios culturales y mentalidad empresarial del campesino”.
Luis López Álvarez, ex coordinador del Congreso Agrario Permanente (CAP) en la Región Lagunera, explica que las tierras dan ganancias y es cuestión de que los campesinos entiendan eso.
“El problema es que nos llevaron a la creencia que es una pérdida de tiempo trabajar la tierra y por eso nuestros hijos decidieron irse al otro lado por el sueño americano, a las fronteras o a ciudades como Torreón, a dar lástimas en las colonias de la periferia, a comprar casas que van a pagar en 40 años y no pasar de ahí”.
Para el diputado federal, Ulises Adame, México tiene un potencial productivo, tiene zonas geográficas muy variadas.
“Por eso a los japoneses les interesamos tanto, tenemos todos los climas, agua e incluso un sistema de infraestructura de producción hidráulica que es el sexto nivel mundial, una red de canales, sistemas de producción, pero faltan los detonantes fundamentales que es una Ley de planeación nacional, pero también que haya los corredores agroindustriales que se demandan para que los productos no salgan sin transformar, y hacer una alianza con toda la visión, entre los productores, los industriales y el Gobierno, para que los climas, las capacidades y los conocimientos de los mercados, los explotemos los mexicanos y que cuando vengan los japoneses no seamos sus maquiladores sino sus socios, y que les vendamos lo que ellos necesitan en los precios razonables pero que nosotros seamos dueños del capital y de la utilidad”.
Raúl Villegas Vizcaíno, maestro e investigador de la UAAAN, dice que el reto no es evitar que el campo muera, pues considera que el ejido puede sobrevivir a todos estos conflictos, pero los esfuerzos se deben enfocar a cómo vive.
“El medio rural no tiene porqué ser indigno o donde se viva mal, se puede vivir mejor que en las ciudades”, agrega.
Ramón Verduzco Gonzáles, coordinador de la Comisión de Fomento Agropecuario en el Congreso Estatal, reconoce la necesidad de una dedicación más responsable, ya que no hay un presupuesto del actual Gobierno Federal. “Apenas se está luchando, las condiciones legislativas del medio rural de las cuales yo formo parte, que son cuatro senadores, seis diputados federales y somos alrededor de 15 las comisiones de fomento agropecuario del país locales, estamos viendo, impugnando por el presupuesto para el campo, porque no hay ningún presupuesto que alcance, sobretodo para satisfacer situaciones de pobreza, pero para hacerlos productivos nuevamente al sector rural-social, sí es posible”.
Armando Luévano González, maestro e investigador de la UAAAN, comenta que por principio se requiere una política de Estado, que el campo deje de ser sujeto de promesas y “modas” sexenales, sino de apoyo real y protección al campo. Además, considera necesario liberar a los productores hacia formas dignas de vida.
“Se requiere un consenso nacional, escuchar a los productores”, indica, “para poder terminar con los niveles de pobreza se necesita una política de Estado”, menciona el académico.
“Todo esto es superable si se define la política de Estado”, dice Luévano González, “si no se define por el Gobierno, la va a definir el campo mexicano, el estómago es el principal motivo de los movimientos sociales en cualquier parte del mundo y le están llegando al estómago al campesino”.
El balance exterior
El déficit en la balanza comercial agroalimentaria experimentó un crecimiento de 503 por ciento de enero de 2004 a enero de 2005, según datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Recursos Naturales, Pesca y Alimentación (Sagarpa).
El déficit pasó de 192 millones 937 mil dólares a mil 163 millones 502 mil, observándose en particular un incremento significativo de las importaciones que pasaron de 12 mil 872 millones 461 mil dólares a 15 mil 271 millones 706 mil dólares.
A su vez, hasta enero de 2005, el coeficiente de dependencia alimentaria se ubicó en 7.1, inferior al registrado un año antes, sin embargo, se mantiene alto, de acuerdo a datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Recursos Naturales, Pesca y Alimentación (Sagarpa).
Este coeficiente es manejado por la Organización de las Naciones Unidas y considera a los países con dependencia aquellos países que gastan en alimentos una cuarta parte de sus ingresos de exportación.
Entre los productos que más se exportan se encuentran, el café crudo en grano, el algodón, las fresas, el jitomate, las legumbres y hortalizas frescas, el melón, el tabaco en rama entre otros.
Mientras que los productos que más se importan se encuentran el caucho natural, la cebada en grano, el frijol, el maíz, los forrajes, el trigo, sorgo, frutas secas, semilla de soya, ganado vacuno, aceite de soya, carnes frescas, harinas, vinos espumosos entre otros.
Las cifras hablan
Estas son algunas condicionantes con que trabaja el campo mexicano en la actualidad.
-De 1990 a 2000, se ha expulsado del campo mexicano a cerca de un millón de productores.
-El diez por ciento de la población de mayores ingresos del campo mexicano concentró el 34 por ciento de los mismos.
-En términos globales, la actividad agropecuaria contribuye únicamente con el 32.5 por ciento del ingreso que se genera ahí, el resto proviene de transferencias de Estados Unidos.
-En una encuesta realizada por la UAAAN, el 94.6 por ciento de los productores que trabaja en Procampo declaró que no emprendió ninguna estrategia de conversión, 44 por ciento de ellos porque no contaron con los recursos suficientes y 20 porque no tenían los conocimientos, lo que se traduce en un problema grave de asistencia técnica.
-El 58.5 por ciento de los actuales ejidatarios con tierras certificadas tiene 50 años o más.
FUENTE: Investigación de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN)