Algunas personas todavía viven en jacales de cartón y lámina
EL SIGLO DE TORREÓN
CD. LERDO, DGO.- Los vecinos no atinan a descifrar cuántos años tienen viviendo sin los servicios públicos. Algunos dicen que más de cinco años, otros que nueve, no se ponen de acuerdo en si son ejido o colonia, sólo coinciden en que tienen múltiples carencias y las autoridades no les han tomado en cuenta.
Los habitantes de la colonia Estación Río Nazas, carecen de pavimento en sus calles, tampoco tienen drenaje, energía eléctrica y en ocasiones, ni siquiera agua potable. La inseguridad es otra constante de esta comunidad, donde según los vecinos, se presentan riñas con frecuencia.
Algunas personas aún cuentan con jacalitos de cartón y lámina, la mayoría ya tiene viviendas de block y mezcla. Como las autoridades municipales sólo han prometido la introducción de servicios y no han cumplido, los vecinos los han tomado de manera clandestina.
Rosa María, quien es ama de casa y madre de dos niños, explica que edificaron su vivienda en el terreno de su suegro. Desconoce si tiene o no escrituras, pero no se considera “invasora”, pues afirma “los invasores son generalmente los que no tienen servicios”.
Explica que han solicitado a personal de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que se les instalen medidores y así podrían justificar el servicio de energía eléctrica, pero no se ha dado respuesta a sus peticiones.
“La verdad es que sí da miedo, los cables dan toques y luego no sabe uno si vamos a salir quemados”, manifiesta. Éste es uno de los grandes temores de muchas de las amas de casa. El otro es que, en los vagones abandonados, se suelen ocultar malvivientes.
“No queremos que nos vayan a agredir o a alguno de nuestros hijos”, indica María Esperanza, quien es madre de familia, “por acá casi no hay vigilancia y como quiera sí se necesita porque en la colonia nadie es solidario”.
Con las lluvias, los habitantes de Estación Río Nazas pierden el acceso a sus viviendas. Los alrededores quedan cubiertos de lodo y el agua entra a las casas, pero comenta doña Juanita: “lo bueno es que no tenemos alfombra, casi ni piso”.
En esta colonia no hay teléfonos, ni siquiera públicos, y por la pobreza de las familias, no cuentan con teléfonos celulares, por lo que, ante cualquier contingencia, las señoras corren a la carretera y “pedimos a Dios que pase un camión o un taxi”.
