EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Razones elementales

Pablo Marentes

“Para que no haya dudas, anuncio que buscaré la candidatura del Partido de la Revolución Democrática a la Presidencia de la República para 2006”. Los comensales que la mañana del día 20 de enero atestaron dos salones, se levantaron y aplaudieron a Cuauhtémoc Cárdenas quien, con sencillez, explicó por qué se dispone a construir una nueva candidatura.

Indicó que el proyecto de Gobierno que viene impulsando hace dos décadas no se ha puesto en práctica. Compañeros de partido y ciudadanos sin militancia estiman que él y los grupos con que trabaja tienen la posibilidad de consolidar una mayoría que trascienda partidos y organizaciones. Iniciada la campaña, llegará el momento de estar arriba en los primeros lugares de las encuestas. Ofrece el mejor equipo de Gobierno: gente probada, capaz, honrada y sin tacha.

Buscar la candidatura dentro su partido mantiene congruencia con el movimiento democrático que catalizó en 1987. Preguntó: ¿Se habrá olvidado que las demandas de entonces fueron apertura política, fin de las imposiciones, múltiples candidaturas internas, participación en las decisiones nacionales? ¿Por qué rehuir una contienda interna en el PRD? Recordó que el PRD, luego de sus elecciones estatutarias, llegó fortalecido a la campaña de 1997 y ganó el Gobierno del Distrito Federal. “Ese triunfo fue el principio del fin del régimen de partido de Estado”.

A las dos preguntas que contestó Cárdenas -¿Por qué una cuarta candidatura? ¿Por qué buscarla si en las encuestas no aparece en los primeros lugares?-, fueron agregadas dos más después del anuncio. ¿Por qué quiere dividir al PRD? ¿No teme desatar una feroz batalla entre las tribus? Ambas encuentran respuesta en la serena conducta de Cárdenas después del sies de julio de 1988.

En primera plana el ocho de julio, The New York Times afirmó que -a pesar de la caída del sistema- “es posible anticipar que el régimen de partido único ha terminado en México”. El primero de agosto Gastón García Cantú afirmó en Excelsior: “Se nos presentan dos vías: aclarar los resultados de las elecciones. o enfrentamos la violencia de grupos en los cuales sería imposible distinguir al opositor político del delincuente”.

El 22 de agosto, el mismo escritor decretó: “Electoralmente, la oposición fue vencida; en lo social se prepara para romper las instituciones”. Luego se apresuró a negar que se hubieran ocultado los resultados de 25 mil casillas. Concluía: “No estamos aptos para la democracia. La izquierda sólo manifiesta ordinariez, incultura, salvajismo, forjados en la impunidad de las asambleas universitarias”. A García Cantú lo conmocionaron las recomendaciones que Porfirio Muñoz Ledo hiciera a Cárdenas: “Tienes tres opciones: a) Asume la legalidad del país y olvídate de todo. Gané. Soy presidente de México y el primero de diciembre llegamos con dos o tres millones de personas a Palacio Nacional. b) Retírate a tiempo y regresas en el momento oportuno. Vete a Jiquilpan le deux Eglises. c) Que nos acorralen con todo y entonces optas por el desenlace de Salvador Allende”.

La ecuanimidad de Cárdenas ya la registra la historia”... colocó por encima de su convicción de haber ganado la elección, el interés en favor de la paz y la institucionalidad”, afirmó Heberto Castillo.

A lo largo de 20 años Cárdenas padeció el asedio de los ultraconservadores consorcios de televisión y de radio. Ignoraron su actividad como subsecretario y como gobernador e intentaron deformar su papel durante el surgimiento de la Corriente Democrática, cuando denunció el autoritarismo del PRI, constituyó el Frente y ganó la elección del 88. También ocultaron su decisión de fundar un partido en vez de llevar al país a la violencia. En junio de 1998, con el título: “Mr. Cárdenas meets the press: an ugly encounter”, un periodista sajón publicó en la sección en inglés de EL UNIVERSAL una descripción de las agresiones a que Cárdenas era sometido diariamente por un abultado número de jóvenes reporteros, en acatamiento de las consignas de sus directivos. Sin embargo, Cárdenas es visto por los mexicanos como el hombre que instaura la oposición real, perdurable: la piedra angular de la democracia.

Indiscreciones familiares revelaron el propósito de convertir la elección de 2006 en la actividad exclusiva de los dos partidos que durante 54 años fungieron como actores en el controlado escenario montado por los conservadores corporativistas desde 1946. Los grupos copulares del PAN decidieron quedarse en Los Pinos. El PRI marcha hacia su restauración. Al final se pondrán de acuerdo. El PRD reconoce que sus afiliados no son más de 15 por ciento del total de los que aparecen en el padrón. Cárdenas propone la construcción de una gran alianza democrática de ciudadanos, organizaciones sociales y partidos. En Querétaro y en Morelia repitió que si López Obrador gana la contienda interna lo apoyará. Cárdenas está en su mejor momento. López Obrador mantiene sus índices de popularidad. Los ciudadanos están atentos. Los trabajadores de la ciudad y del campo desean que el mercado interno se fortalezca. La micro y pequeña industria de transformación demanda oportunidades que hoy sólo disfrutan los comerciantes. Como en los pasados 58 años, ni PAN ni PRI los escucharán.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 130574

elsiglo.mx