Familia|Se rompe con un estilo de vida seguro.
EL SIGLO DE TORREÓN
Tras la ruptura de los padres los menores presentan apatía y desinterés.
TORREÓN, COAH.- Antes que exista el divorcio, hubo una situación muy disfuncional en el matrimonio, una serie de conflictos donde el ambiente es tenso, incómodo, muchas veces agresivo o desinteresado, lo que genera angustia en los hijos y cuando finalmente se da la separación, los menores resultan muy afectados, con una sensación de rompimiento en el estilo de vida, así como de la seguridad y de los pilares que los tenían unidos.
?Hay un golpe fuerte?, manifiesta el psicólogo clínico, Humberto Guajardo Acuña, ?si es un divorcio ?inteligente?, los papás hablan con los niños y el ambiente va a ser diferente, descansan un poco y hay menos tensión, esto sería lo ideal?.
Sin embargo, el catedrático advierte que lo común es que los hijos sean un ?botín? de guerra, y el que los acapare la va a llevar mejor, además se convierten en depósito de los enojos de los papás, un problema muy grave cuando una de las dos partes decide ?acabar? con la otra persona.
Guajardo Acuña explica que los niños responden a ello con depresión o agresión. La primera se manifiesta a través de apatía, desinterés, descontrol, y la segunda a partir de enfrentar a la autoridad, no respetar, desobedecer.
Como los progenitores comienzan a ver más por ellos mismos, el académico señala que los hijos terminan ?en el limbo? o muy sobreprotegidos, además de que se vuelven expertos en contrapuntear.
?El duelo no tiene temporalidad, depende mucho, no hay una edad adecuada para que los hijos se divorcien, a cualquier edad les va a pegar?, comenta, ?es muy duro darse cuenta cómo el uso de los factores de sentimientos y emociones golpea a los niños, lo más común es devaluar a la otra parte y eso es un error tremendo?.
El psicólogo clínico explica que hay culpa en los niños, que en ocasiones se agreden, se deprimen o incluso, lleguen al suicidio. Cuando un menor aparenta demasiado desinterés, existe mucha culpa pero no la quiere reconocer.
?Cualquiera de los padres debe convertirse en un espacio para los hijos, frecuentemente la persona más prudente va a ser la más atacada pero hay que trabajar los propios problemas para no perjudicar a los niños?, indica.
Guajardo Acuña subraya la necesidad de enseñar a los hijos a vivir con la situación, sin que se comparen con otras familias cuyos padres permanecen juntos.