La información es vital para la toma de decisiones; los datos reales significan el elemento sin el cual no es posible plantear proyectos o planes, no sólo de inversión, sino además de vida y por ello es indispensable que los altos funcionarios, los gobernantes de todos los niveles, ofrezcan a los ciudadanos informes realistas y detallados de lo que sucede, de exactamente dónde nos encontramos y lo que podemos esperar para el futuro cercano. Por ello, se debe aplaudir la postura recientemente asumida por el titular de la Procuraduría General de la República (PGR), Francisco Daniel Cabeza de Vaca Hernández, ante los integrantes de la Comisión de Derechos Humanos del Senado, aunque lo que dijo resulta “espeluznante”, según la apreciación del perredista Jesús Ortega.
La verdad, por dura y amarga que ésta sea, siempre será mejor que la mentira, que las cifras alegres o las declaraciones bañadas de un optimismo por igual desbordado que infundado. Por lo menos ya todos sabemos que la fuerza de la PGR es “sumamente pequeña” para enfrentar a la delincuencia “altamente sofisticada que en fechas recientes ha mostrado su rostro más violento, poniendo en riesgo la paz social”. Los ciudadanos tienen derecho a saber, especialmente los que viven en los estados en donde la narcoviolencia es cotidiana, qué pueden esperar de la llamada guerra sin cuartel contra el crimen organizado.
Se debe agradecer el informe de Cabeza de Vaca, ya que al margen de las frases triunfalistas, pero huecas, dio datos que deben ser tomados en cuenta: “El estado de fuerza de la PGR es sumamente pequeño; tenemos tres mil agentes del Ministerio Público, siete mil elementos de la AFI y mil cien peritos. Esto es para cubrir toda la República las 24 horas del día. Si se le resta al personal administrativo de la AFI, por ejemplo, los peritos y agentes del Ministerio Público con licencias, con incapacidades, con vacaciones, tenemos que para el despliegue nacional no hay más de dos mil agentes de la AFI. Es imposible juntar un grupo de más de 200 agentes para algún tipo de operativo especial. La AFI se encuentra muy limitada”.
Y aún más: “La AFI es una agencia modelo, similar a las grandes policías internacionales, pero tiene dos problemas: primero, que es muy pequeña; segundo, que empezamos a tener problemas de corrupción, de penetración del narcotráfico, no obstante que están mucho mejor pagados que lo que era la Policía Judicial Federal”. Así de claro, y ya cada quién podrá tomar mejores decisiones y arriesgar una apuesta sobre quién finalmente ganará esa famosa guerra sin cuartel contra la delincuencia.