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Reconstrucción/Jaque Mate

“Donde no hay caridad, no puede haber justicia”. San Agustín.

La solidaridad de los mexicanos para los damnificados de Chiapas y de otros estados que han sufrido daños por las intensas lluvias de las últimas semanas es admirable. Una vez más los mexicanos han demostrado su capacidad para responder ante los problemas que sufren los demás.

Los medios de comunicación han desempeñado un papel muy importante para generar esta solidaridad. Pero precisamente por el éxito que han tenido hay que preguntarse: ¿Qué pasará cuando pase el interés? ¿Qué ocurrirá cuando se vayan las cámaras de televisión?

La tragedia de Chiapas es distinta a las de otros desastres naturales. Las lluvias no sólo inundaron pueblos y socavaron los cimientos de las viviendas. Dañaron también caminos y puentes esenciales para mantener comunicados a muchos pueblos aislados y rancherías. Además, destruyeron la mayor parte de las cosechas de la vertiente occidental de Chiapas. Por eso las consecuencias de las lluvias se extenderán mucho más allá de lo normal.

La prioridad de los programas de ayuda en este momento es muy clara. Lo primero que hay que hacer en un desastre como éstos es albergar a quienes han perdido el techo, alimentar a quienes no tienen comida, vestir a quienes sólo han conservado lo que llevaban puesto y dar tratamiento médico a los enfermos. Los cientos de toneladas de ayuda que ya confluyen en Chiapas permitirán paliar los problemas más urgentes de la población.

Pero después quedará el reto más importante y el más complejo: la reconstrucción.

Los medios de comunicación se cansan de sus temas. Ésa es su inevitable naturaleza. La destruida ciudad de Nueva Orleans ya no es la protagonista de los noticiarios del mundo. La destrucción de las torres gemelas de Nueva York o el atentado de Atocha en Madrid hace ya mucho que no ameritan ningún tiempo en los noticiarios. Los esfuerzos de reconstrucción, los intentos de comprender lo inexplicable, nunca son tan atractivos en la pantalla como el drama de la destrucción.

Cuando se vayan las cámaras de televisión, cuando los ríos retornen a su cauce y no proporcionen ya las imágenes espectaculares que hoy vemos, los chiapanecos de la costa y de las laderas de la sierra tendrán que empezar a edificar nuevamente su vida y su economía. Y cuando esto ocurra se enfrentarán a una nueva y difícil realidad.

Las pérdidas a la agricultura en Chiapas son realmente devastadoras. Se ha perdido virtualmente toda la cosecha de café, que es el cultivo que realmente inyecta dinero a la economía rural de la entidad. También han quedado destruidos los cultivos de autoconsumo de los campesinos más pobres. Esto significa que una vez que se supere el problema de las inundaciones, habrá que realizar un esfuerzo todavía mayor para empezar a reconstruir la economía local.

Chiapas era ya antes de la tragedia el más pobre de los estados de nuestro país. Su tierra está fragmentada en ejidos y terrenos comunales de muy poca productividad. Cuando en la rebelión de 1994 los grupos neozapatistas expropiaron lo que veían como latifundios, uno de los ranchos que tomaron era de dos hectáreas. Ningún estado ha recibido a lo largo de la última década una avalancha tal de recursos del Gobierno Federal, en un ánimo de quitarle a los zapatistas su base social. Pero la pobreza extrema de la entidad se mantiene casi sin variación.

El panorama se complica ahora por la destrucción de la base agrícola de la zona oriental del estado. En otros desastres naturales se ha mantenido el fundamento económico que le permitía a la gente resolver su situación con trabajo. Muchas comunidades que nunca tuvieron casi nada deberán hoy partir de cero. Pero el problema es que no cuentan con ningún ahorro, con ninguna reserva, para enfrentar los meses que vienen. Habrá que esperar muchos meses para sembrar nuevamente. Y más de un año para que pueda haber una cosecha.

Los mexicanos han mostrado una gran solidaridad con los chiapanecos y con los damnificados de otros estados. Pero ¿qué ocurrirá cuando se cansen? ¿Qué pasará cuando se vayan las cámaras y se pierda de vista la tragedia? Los mexicanos necesitamos entender que, después de una destrucción tan radical de la base económica de la región, nuestros compatriotas no saldrán adelante si no cuentan con un apoyo firme de todo el país. Y el proceso será mucho más tardado si no se toman medidas para liberar el potencial de una región que sigue teniendo una economía medieval.

EL PRI

Arturo Montiel ha decidido darle la vuelta a la página y concentrarse en la campaña. Aparentemente no está buscando venganza de un ataque que en su momento atribuyó a Roberto Madrazo. El tema de los depósitos bancarios y de sus hijos no lo quiere tratar en sus presentaciones. Pero el daño parece ya hecho.

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sergiosarmiento@todito.com

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