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Recuerdos escolares

Emilio Herrera

El último miércoles anterior, día seis de este mes de julio, acompañé a Adla Jack a la presentación de su libro, recopilación de canciones, “A través de los años”, hecho que ocurrió en el Centro Cultural Pablo C. Moreno, que en mi niñez fuera el Colegio Morelos del profesor Porfirio Tijerina. Entrar hasta el fondo de él y mirar nuevamente el salón de cuarto año me hizo recordar muy vivamente a la señorita Hortensia Valadés, a cuyo cargo estuvo ese grado allá por los años 26 y 27 del siglo pasado (¡fíjate tú!) y a algunos de mis ex condiscípulos como Jessús Nava, Arturo Rivas, Miguel Alvarado, Mario Sánchez, Washington Woessner, Pedro Mora, Roberto Woo y otros cuyo rostro recuerdo como Polo, Polo, ¿Polo qué?, pero no sus nombres y que no he vuelto a ver más.

La clase que con más gusto nos daba la señorita Hortensia era la de Historia Universal y también con más gusto oíamos la mayoría de sus alumnos. Nos contaba, por ejemplo, que Demóstenes tenía un defecto de pronunciación y que todo lo que decían que se lo corregiría, lo hacía. Una vez, por ejemplo, nos decía, se puso una piedrecilla bajo la lengua, intentó hablar así y le desapareció el defecto. Y desde entonces, pasó horas todos los días con la piedra bajo la lengua sin cesar de hablar en voz alta.

Nos contaba, también, que en cierta ocasión en que los atenienses estaban contra Demóstenes por algunos defectos que les había reprochado, la gente que llenaba la plaza donde él iba a hablar, empezó a soltar murmullos cada vez más fuertes, para impedir así que se le oyera.

Demóstenes gritó:

-¡Sólo dos palabras! Quiero contar la historia de un asno.

El anuncio intrigó a la multitud y le dejaron hablar.

Era un hombre que alquiló un asno para ir desde Atenas a Megara. El dueño del asno tuvo también que ir a Megara y le propuso hacer el camino juntos. A medio día buscaron la sombra de un árbol para sentarse a comer. No había ninguno y el dueño del asno se sentó a la sombra del asno y dijo:

-Te he alquilado el asno, pero no su sombra; de modo que la sombra sigue perteneciéndome.

El que tenía alquilado el asno protestó:

No, no, he alquilado el asno entero con todas sus consecuencias.

Y al llegar aquí Demóstenes bajó del tablado y se fue.

Le gritaron:

-¿Y qué ocurrió después?

-¿Cómo? ¿Os interesa más oírme hablar de la sombra de un asno que de vuestros propios intereses?

Y así consiguió que le escucharan.

Cosas como ésta nos contaba la señorita Hortensia, o como esta otra:

Demóstenes participó en la batalla de Queronea, en la que los atenienses fueron derrotados. Y huyó antes de la derrota. Después, algunos le reprocharon su huida. Y Demóstenes les dijo:

-Cuando una batalla está perdida, sólo los que han huido pueden combatir en otra.

No sé si el Colegio era el mejor o el peor de aquellos tiempos, pero qué suerte que a mi generación le tocó tener como maestra a la señorita Hortensia, que en todos nosotros sembró al curiosidad por la Historia.

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