LA RIVERA ADRIÁTICA... Una tranquila playa extiende las hiladas de carpas y sombrillas sobre la fina arena.
Pero... Antes fijemos nuestra atención en uno de los mayores atractivos que hacen pasar a segundo plano los atractivos del mar. Esta ?vedette? es la Muestra de los Hoffies de Riccione, una de las más originales manifestaciones que pueden hallarse en el viejo mundo.
¿De qué se trata?... Pues de la más atrevida, descabellada y a la vez más atrayente exposición y que nos muestra los trabajos y objetos cuya nómina va desde el muestrario doméstico producido por la artesanía, hasta amuletos, anteojos antiguos, instrumentos y máquinas para cualquier cosa.
Una dislocada e incoherente producción de la imaginación que durante todo el año se prepara y que sin embargo, la utilidad reside en el uso que le quieran dar quienes adquieran los objetos, muchas veces distintos a los que soñó su inventor o simplemente su fabricante. Pero... precisamente dicen que la delicia reside justamente en la incoherencia de que todas formas son útiles para valorar el excedente de la imaginación de los participantes... ¿Mundo loco...? Quizás... pero atrayente.
LA REGIÓN DE SIENA... La magia del itinerario nos lleva ahora a una de las regiones que con orgullo ostenta un patrimonio de riqueza incomparable: La Toscana... Y dentro de ella, Siena, imagen de antología.
El Duomo, (la catedral) los palacios, los tesoros artísticos, (bronces de Donatello y la majestad de Duccio di Bouninsegna) la presentan como un sueño viviente de los siglos. Las calles trepan hacia las colinas coronadas de cipreses. Desde allí puede admirarse al despliegue la suntuosa arquitectura, unida a ésta un acaramelado tono, pone su acento general en la perspectiva, que principia desde el recorte de las tejas de los techos hasta llegar al polvo arenoso tan peculiar y cuyo color siena, ha dado nombre a esta singular y bella ciudad.
La Plaza del Campo o Plaza Mayor, es el pulso armonioso de la ciudad que levanta en la Torre del Mangia, un altivo perfil encajado en el tiempo.
Siena reúne varios cientos de millares de turistas en sus callejuelas, hostales, pensiones y en hoteles de varias estrellas, al año. Pero donde se reúnen en gran cantidad y exclusivamente la mayoría son nacionales, es en los días dos de julio y el 16 de agosto, fecha en que se convierte en gran escenario atrayente la Plaza del Campo, a fin de celebrar con propiedad la carrera del Palio.
Antes de estas significativas festividades, el desfile es el entremés de vibrante vivacidad en que todos los organizadores desfilan luciendo ropajes de época medieval de vivos colores. Capas aterciopeladas, de seda y brocados y donde los alféreces echan al viento las banderas en un juego fascinante.
El palio, en sus orígenes, fue una manifestación político-religiosa y en nuestros días el actual desfile representa la continuidad de la libre república, pero revive el espíritu ciudadano.
Los ?contrade? o barrios que compiten por obtener el Palio, se identifican con nombres de animales o simples símbolos guerreros como: la pantera, la tortuga; el águila, la oca, el caracol... El orgullo vecinal forja una rivalidad que en buena lid lucha hasta alcanzar el triunfo tras competir con los 17 barrios contrincantes. El premio será el trofeo que ennoblece esta lucha franca y viril, el palio y el honor será el portador o sea el derecho ganado a desfilar en primer lugar y jugando al aire el palio, que se trata de un pendón con la Virgen de Provenzano estampada y otro, que es el más venerado, con la imagen de la Ascensión.
Esto, de trivial simplicidad, es uno de los clímax de mayor afluencia hacia Siena y donde los componentes de estas festividades se preparan todo el año a fin de llegar algún día a ser honrados y portar el palio, ser admirado orgullosamente por todos presentes y sobre todo dar a los suyos la herencia de ser distinguido en su ?contrade? o barrio... DE HABER SIDO EL MEJOR EN EL AÑO.
SIENA, ITALIA... AÑO 2004.