en México no conocemos lo que es vivir con miedo por la posibilidad de que nos estalle una bomba en el autobús, en el restaurante, en la plaza comercial. No, en México no conocemos la cara del terrorismo, así, de frente. Pero sabemos del miedo que significa vivir en un país cuyo Gobierno no quiere o no puede enfrentar al crimen. Sabemos la impotencia que provoca una autoridad que por acción u omisión contribuye con el crimen. Sabemos la desesperanza que produce un Gobierno que no cumple con la sagrada misión de protegerte. No se parece al golpe brutal del terrorismo, claro, pero igual mina toda la vida social, sólo que despacito.
Mi querida y talentosa sobrina Beatriz, que cursa el octavo semestre de ingeniería electrónica, fue seleccionada para pasar el verano estudiando en el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica de nuestro país, ubicado en el estado de Puebla. Feliz cambió temporalmente su mar por montañas y su paisaje tropical por el árido y también sin duda encantador paisaje poblano. Se hospedó en casa de una entrañable amiga nuestra quien resarcirá con cariño y calor de hogar los dos camiones que tiene que tomar Beatriz para llegar al instituto.
Al final del primer día de trabajo en tan prestigiada institución, uno de sus maestros la acompañó a la parada de camiones, pero antes de llegar se detuvieron en una tienda. Te quiero hacer un regalo de bienvenida, le dijo.
Y no fue un ramo de flores. No fue un osito de peluche. No fue una caja de chocolates. No fue una tarjeta bellamente adornada con la palabra “Bienvenida”. No. Fue un regalo especial. Especial y lamentable.
Al salir de la tienda le entregó un pequeño bote con gas lacrimógeno. Disculpa que no sean flores o chocolates, añadió, pero es para tu protección. Y giró las instrucciones: cuando vayas a tomar el camión siempre sostén con una mano el gas y con otra tu paraguas que debe ser para ti como la espada del Jedi. No dudes en usar ambos y después corre.
¡¿Cómo llegamos a ese punto?! ¡¿Cómo llegamos al punto en el que el mejor regalo de bienvenida es un gas lacrimógeno?! ¿Cómo llegamos al momento en el que un paraguas se debe convertir en una espada del personaje de la Guerra de las Galaxias para combatir, no al mal así en general, sino a un vil y vulgar delincuente?!
Su hermana Cecilia, también querida y talentosa sobrina, ha tomado cursos de verano en Estados Unidos como estudiante del doctorado en biología, ¡y a nadie se le ocurrió darle como regalo de bienvenida un gas lacrimógeno! Y de ninguna manera podemos decir que no hay delincuencia en ese país; pero la diferencia de matiz es muy importante.
Recientemente, Lydia Cacho, destacada periodista cuyo trabajo a favor de las mujeres que padecen violencia es muy importante, escribía en una ocasión que delincuencia hay en todos los países, pero la diferencia estriba en la manera en la que se le enfrenta. Puede ser, decía, con cero tolerancia o escondiendo la cabeza en la tierra, como el avestruz y pretendiendo que no pasa nada grave.
En el mejor de los casos eso es lo que han venido haciendo nuestras autoridades; porque en el peor, participan con la delincuencia, la organizada y la desorganizada.
Una joven como Beatriz, que tiene el talento y los merecimientos para convertirse en una científica importante para nuestro país, es terrible que tenga que preocuparse en primerísimo lugar por llegar con bien a su centro de estudio. Lamento que su regalo de bienvenida haya sido un gas lacrimógeno y las instrucciones para usar debidamente el paraguas. Y claro, le agradezco profundamente a su maestro el regalo. Cuando ella vuelva le daremos los chocolates. Mientras, su madre y yo rezamos.
A Londres:- me duele Londres como ayer me dolió España y me dolió Irak, Afganistán, Estados Unidos. Me duelen los hombres y mujeres de bien que pagan lo que no deben. En una noticia que escuché, el conductor decía: no son muchos muertos, sólo 39. Y pensé en la madre de alguno de ellos y pensé en la hija de alguna de ellas. Una sola muerte debería ser una tragedia. Abrazo a Londres.
Felicitaciones:- Abrazo también pero por razones muy felices a Montserrat Boix, fundadora y directora del periódico electrónico feminista Mujeres en Red. El Observatorio Contra la Violencia Doméstica y de Género en España otorgó su II Premio de Reconocimiento a la labor más destacada en la erradicación de la violencia doméstica y de género 2005 a seis mujeres de distintos medios de comunicación, uno de ellos a mi admirada Montserrat. Muy merecido. ¡ Felicidades!
Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com