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RELATOS| Cuando vuelve la esperanza...

FABIOLA PÉREZ-CANEDO HERRERA

Fortaleza| Érik ha estado al borde de la muerte en tres ocasiones.

El primer autotransplante de médula ósea en La Laguna salva la vida del hijo del matrimonio Luna Herrera.

EL SIGLO DE TORREÓN

TORREÓN, COAH.- Erick tiene 14 años, es originario de Gómez Palacio y le gusta “moverle” a la computadora. Ha estado al borde de la muerte en tres ocasiones, pero el amor de sus padres y el apoyo de sus médicos le motivaron a resistir y no dejarse vencer por la leucemia.

Erick Luna Herrera se ha convertido en el primer niño que recibe un autotransplante de médula ósea en la Comarca Lagunera. La operación se realizó en el Hospital Infantil de Torreón y fue exitosa.

Germán Luna Moreno, padre de Erick, recuerda que el dolor comenzó en agosto de 2003, cuando su hijo dejó de comer y de jugar. Al principio, ambos progenitores creyeron que sería algo pasajero, pues su muchacho recién entraba a la adolescencia, pero cuando les confesó que se sentía mal y desganado, le llevaron al médico.

“Le llevamos al hospital del DIF y le dieron medicamento, pero no mejoraba, conforme pasaba el tiempo, no reaccionaba con la medicina y empeoraba”, platica el señor, “por eso mi esposa lo llevó al Hospital General de Gómez Palacio”.

El primer turno diagnosticó que Erick tenía hepatitis; el vespertino dijo que anemia y, finalmente, el nocturno determinó que era cáncer en la sangre y que era urgente su traslado al Hospital Infantil, donde lo revisaron y confirmaron la mala noticia: leucemia mieloblástica.

“Nos dijeron que Erick ya no iba a aguantar porque venía muy grave, le daban 15 días máximo”, dice el padre de familia con la voz entre cortada, “se nos puso muy malo... yo pensé que no... estaba muy grave...”.

A través de la Asociación Pro Niños con Leucemia, la familia tuvo el apoyo para que el pequeño comenzara con el tratamiento de quimioterapia, que le controló el problema cerca de un año. Erick terminó el sexto grado de primaria pero luego se vio obligado a dejar sus estudios por la enfermedad.

El organismo de Erick no respondía a la quimioterapia y la enfermedad avanzó a tal grado que el médico especialista, Jesús Gerardo Muñiz, explicó a los padres que la única opción era un transplante de médula ósea, de lo contrario, le quedaría apenas un mes de vida.

El médico hizo estudios de compatibilidad a la familia entera, pero ninguno resultó compatible con Erick, por lo que sería necesario extraer las células madre de su propia médula, con los múltiples riesgos que ello implicaba.

En su desesperación, Germán confiesa que llegó a pensar que sería mejor que el pequeño pasara sus últimos días en casa con ellos, pero su esposa le motivó a que tomaran el riesgo, pues era la única esperanza para el niño.

“No pensamos que se fuera a recuperar, no teníamos esperanzas”, dice el señor, “en el tiempo que estuvo en el hospital, muchos niños fallecían, también tenían leucemia... sus amiguitos se iban muriendo”.

Mientras platica, Germán no deja de mirar a su muchacho y sonreír, le toma del brazo y lo observa detenidamente, como si todavía no terminara de creer que está bien, dice que la alegría no cabe en su corazón.

Antes de practicarle el transplante, Erick tuvo que estar cuatro semanas en completo aislamiento, pues carecía de defensas y podía ser infectado fácilmente por cualquier persona externa. Cuidarlo implicó un gran esfuerzo tanto por los médicos como por el niño, que era muy apegado a su madre y se sentía triste y desolado el tiempo que pasó lejos de su familia.

La doctora Flor Valdez Ramírez, quien estuvo con el joven la mayor parte de este aislamiento, cuenta que fue muy duro para él y su familia estar separados durante tanto tiempo, pero era necesario para evitar infecciones.

“A la semana ya no quería comer y se sentía muy desganado, entonces era un trabajo también muy psicológico con ambas partes”, señala, “no había el recurso económico pero sí el humano, lo que se buscaba era el éxito y es lo que tenemos aquí”.

Luego que se realizara el autotransplante, Germán recuerda que la mañana del 12 de diciembre del año pasado estaba con su esposa en el hospital acompañando a su hijo. Erick estaba tan débil que no podía moverse.

“Mi esposa le insistía en que comiera pero él no podía, decía que no tenía fuerzas, ella trataba de darle pero él no podía siquiera pasarse el alimento”, manifiesta el hombre con los ojos llorosos, “cuando nos fuimos, acudimos a un rosario, le rezamos a la Virgen por nuestro niño, por lo que fuera mejor para él”.

Al día siguiente, cuando regresaron, Erick estaba de pie, iba solo al baño, comía, platicaba, jugaba y por primera vez en mucho tiempo, no se sentía enfermo. Los papás llamaron de inmediato al doctor Muñiz, querían que lo revisara y les confirmara que su muchacho estaba bien.

El médico le retiró el aislamiento y al poco tiempo, los señores pudieron llevar a su niño de vuelta a casa.

“No me explico yo que pasó”, dice Germán sin contener las lágrimas, “se nos estaba yendo y al día siguiente ya estaba bien, no podía levantar sus manos y luego andaba ya parado... fue un milagro”.

Germán y su esposa provienen de familias humildes que no pudieron proporcionarles educación, pero el señor asegura que hará todo lo posible para que la situación de sus hijos sea distinta.

“Cuando Erick estuvo en quimioterapia, yo veía que le gustaba mucho la computadora y voy a hacer lo que se pueda para que estudie algo de eso porque no puedo comprarle una computadora”, agrega el padre de familia, “vamos a seguir adelante, esperamos que este año sea muy bueno”.

Erick es un joven delgado, de estatura promedio para su edad. No habla mucho, prefiere escuchar la versión de su papá. Se siente contento de estar vivo, de abrazar a sus padres y regresar al lado de sus hermanos, pero no quiere aún hacerse ilusiones, pues está muy consciente de que no se ha librado oficialmente de la enfermedad.

El joven de 14 años ya no recibirá quimioterapias, seguirá acudiendo a revisiones, cada vez en lapsos más espaciados, hasta que pasen de cinco a 10 años en que no se presente la enfermedad, entonces estará curado. Hoy Erick se siente bien y los médicos recomiendan que vaya a casa.

Nuevo procedimiento

Luis Peraza Martínez, hematólogo pediatra, explica que este procedimiento es nuevo en La Laguna y más aún en el Hospital Infantil, que no cuenta con la infraestructura para llevar a cabo estos transplantes, pero existía voluntad por parte de todo el equipo de trabajo tanto de la institución como de la asociación civil Pro Niños con Leucemia, los padres de familia y el propio Erick, lo que llevó a la conclusión exitosa del autotransplante.

“Se tomaron sus propias células progenitoras y se extrajeron de la médula ósea”, indica, “los autotransplantes tienen muchas complicaciones relacionadas porque es un tratamiento muy agresivo, a Erick se le aplicó una dosis de 20 a 30 veces mayor de quimioterapia y la médula que se había quedado residual en él se le destruyó, para luego sembrar sus células madre”.

Este procedimiento permitió que el niño de 14 años regenerara su médula y producir todos los componentes sanguíneos que aquí se producen.

“Lo bueno de todo esto es que él toleró el procedimiento, además de que en hospitales como el Infantil ya se abre la perspectiva de este tratamiento para la larga lista de pacientes que no van a tener un buen pronóstico con quimioterapia, como fue el caso de Erick”, comenta.

“Para estos procedimientos hay el personal humano para hacerlos, pero falta mucho apoyo, no hay los recursos económicos para ello”, añade el médico, “este paso se dio porque el niño no podía esperar pero se necesita mayor concientización de la población sobre la leucemia, porque se requiere que todos colaboremos”.

Para Peraza Martínez, sería una buena meta que se realizaran de cinco a siete transplantes al año, aunque advierte que se pudieran hacer más si se contara con el recurso económico suficiente, pues es un procedimiento muy costoso.

“Detrás de nosotros, hay una larga fila de más de 20 pacientes que está esperando por estos procedimientos que son muy caros”, indica el hematólogo pediatra, “pero claro que es mucho más económico realizarlos aquí que en el extranjero”.

La madurez del dolor

Martha Medina Álvarez, presidenta de la Asociación Pro Niños con Leucemia, reconoce que hubo un gran esfuerzo por parte del niño de 14 años, al que se le explicó en todo momento al procedimiento que se le iba a someter.

“Estaba aterrado”, dice, “pero fue adquiriendo la madurez que le brindó el dolor y finalmente dijo: le entro.

“Tuvo unas agallas increíbles, de un ser humano que a través del sufrimiento decide si quiere o no pasar por esto, aunque pasó por experiencias muy difíciles y sabía que existían muchos riesgos de por medio, quiso hacerlo”.

A lo largo de diez años han habido 25 niños que han sido dados de alta con quimioterapia, pero el caso de Erick es el primero con un transplante autólogo, Martha Medina considera que es un milagro y advierte que “viene el que sigue y le vamos a entrar”.

FALTA APOYO

“Para estos procedimientos hay el personal humano para hacerlos, pero falta mucho apoyo, no hay los recursos económicos para ello, este paso se dio porque el niño no podía esperar pero se necesita mayor concientización de la población sobre la leucemia, porque se requiere que todos colaboremos”.

Luis Peraza Martínez, hematólogo pediatra

MILAGRO

“No me explico yo que pasó, se nos estaba yendo y al día siguiente ya estaba bien, no podía levantar sus manos y luego andaba ya parado... fue un milagro”.

Germán Luna Moreno, padre de Erick

VALOR

“Tuvo unas agallas increíbles, de un ser humano que a través del sufrimiento decide si quiere o no pasar por esto, aunque pasó por experiencias muy difíciles y sabía que existían muchos riesgos de por medio, quiso hacerlo”.

Martha Medina Álvarez, presidenta de la Asociación Pro Niños con Leucemia

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