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RELATOS | Intentan sanar la herida

YOLANDA RÍOS RODRÍGUEZ

LAGUNA DE RELATOS

LUCHA | BUSCAN MADRES SOBREPONERSE A LA PÉRDIDA DE UN HIJO

EL SIGLO DE TORREÓN

El grupo Volver a Vivir brinda ayuda a mujeres que han sufrido uno de los dolores más grandes

TORREÓN, COAH.- La pérdida de un hijo es uno de los dolores más difíciles de superar, acaba con los deseos de vivir, devasta a las personas que lo sufren y muchas veces termina por dañar a la familia en su totalidad.

El grupo de apoyo Volver a Vivir brinda la ?autoayuda?, el apoyo que puede llegar a necesitar quien ha vivido o vive este duelo actualmente y sobre todo, terapia constante de fortalecimiento para recuperar su anhelo de vivir mediante ejercicios de diálogo e intergrupales.

Para ?limpiar el alma hay que hablar, hablar y hablar hasta soltar el dolor tan profundo que se siente cuando se pierde un hijo. Aun así no es fácil?, dice Leticia Sustaita

Ella perdió a su único hijo varón, Carlos Samael Chávez Sustaita, hace aproximadamente tres años, cuando el tenía catorce, en un accidente por demás absurdo. Le ganó el paso al ferrocarril pero uno de los fierros le ganchó la mochila que cargaba a la espalda y lo aventó causándole un fuerte golpe en la cabeza que le provocó primero muerte cerebral y al cabo de unos días, su fallecimiento.

Leticia tiene dos hijas más, pero señala: ?los hijos son diferentes entre ellos y la ausencia de uno siempre se nota, su energía, sus juegos, su espíritu de joven, siempre se extraña, nadie puede sustituirlo y una parte del proceso de aceptación es no reprimir los recuerdos, sino enfrentarlos y aprender a vivir con ellos?.

Testimonios de estas pérdidas hay muchos dentro del grupo Volver a Vivir, otro caso es el de Silvia Villarreal, ella perdió hace ocho años a su hijo, Rafael Robles Villarreal, también un joven adolescente inquieto y cariñoso.

Para ella su duelo empezó tres meses antes de la muerte de Rafael, pues le detectaron cáncer en el hueso, el cual fue irreversible.

Cuando Rafael ?se fue? ?es difícil manejar las palabras ?se murió? o ?falleció??, los sentimientos más encontrados de indignación, impotencia, rabia, tristeza, se apoderaron de Silvia, quien con un gran sentimiento de culpa a sus espaldas y un constante reclamo a Dios por su desgracia, encontró en unos meses grises y desesperantes, un cierto sosiego.

Al paso del tiempo pudo conformarse y aceptar lo que tradicionalmente se maneja como ?un castigo de Dios, una injusticia?.

Son siete años ya desde que se formó el Grupo de Apoyo ?Volver a Vivir? y como su nombre lo indica ha permitido a muchas personas recobrar poco a poco y en medio de un proceso doloroso y de fortaleza aprendida que después de tocar un fondo de sufrimiento, ?al árbol mutilado le pueden salir hojas y ramas nuevas?.

Esta simbología es para ilustrar la posibilidad de que la alegría, la armonía, la fe, la confianza pueden volver a surgir en el corazón de una madre que perdió a un hijo o a una hija, que a cualquier edad que suceda, es doloroso, trágico, marca la vida.

Es algo sin razón porque la lógica indica que primero se mueren los abuelos, luego los padres y después los hijos por mera cuestión cronológica y cuando es a la inversa, ?te mueve toda tu estructura, tus cimientos, la fortaleza que creías tener?, expresa Silvia Villarreal.

En opinión de ambas, las heridas emocionales, derivadas de los afectos, de las pérdidas, de los duelos, de las tragedias ?no siempre se curan con el tiempo?, tampoco es conveniente, ?dejarle las cosas al tiempo?.

Esas heridas se pueden infectar, o dejar en el mejor de los casos marcas grotescas, también pueden sanar sólo superficialmente.

Por eso quienes integran este Grupo de Apoyo, le apuestan a la solidaridad, a la oportunidad de recuperarse por medio de aplicar a la herida, el tratamiento más conveniente para ayudarla a sanar y de paso, oxigenarla de manera tal que su presencia inevitable en la vida, se revierta en una historia de vida que dé saldos positivos para beneficio propio y de la familia como prójimos inmediatos y personas que lo puedan necesitar.

Berta, Carmelita, Susana, Patricia, Claudia, cada una tiene una historia que contar, no como enseñanza, no para llamar la atención en sentido lastimero, ni ejemplo de cualidades extraordinarias.

Buscamos gente con esta experiencia de vida en común, señalan las madres entrevistadas.

Independientemente de su creencia religiosa o su situación económica, su edad, el requisito es que quieran encontrar apoyo para hacerle frente a su sufrimiento, a su dolor, a su miedo, a la inseguridad que puedan sentir después de haber perdido algo tan valioso como un hijo, ahora, ayer o hace años.

Este grupo de personas que brindan una mano amiga de esperanza sesionan los jueves y viernes en la iglesia de Santo Cristo en Río Sena y Río Aguanaval en la colonia Estrella. Los teléfonos disponibles son: 7-18-98-65 y 13-50-68.

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