DOLOR | JUAN ÁNGEL ESTÁ POR CUMPLIR ONCE AÑOS, PERO HA SUFRIDO DEMASIADO.
EL SIGLO DE TORREÓN
Solo, el niño llega al Internado Francisco Zarco solicitando amor.
GÓMEZ PALACIO, DGO.- Juan Ángel Santana Gómez está por cumplir 11 años y por voluntad propia acudió al Internado Francisco Zarco que auspicia el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF). Llegó ahí solicitando amor.
Su rostro es la imagen del dolor. Él es uno de los 100 niños que ahí se albergan. Lo más insólito para los directivos de este lugar, es que llegará solito pidiendo una oportunidad para permanecer ahí.
Según comenta la directora de este centro, Graciela Ramírez, Juan Ángel ha sufrido mucho por el desamor de sus propios padres. Al parecer su madre, muy pequeñito, lo dejó a cargo de su padre, quien luego de unos cuantos años se lo regresó.
Algo ocurrió, porque según le comentaron, el niño después estuvo al cuidado de un judicial con el que duró solamente un año. El infante ha vivido una inestabilidad poco recomendable para alguien de su edad.
?Deseo que me quieran?, le expresó a la directora cuando solicitó entrar a este internado. Resulta que la madre del pequeño trabaja en la maquiladora Siete Leguas y no puede cuidar de él y ni de sus hermanos.
Él vive en una humilde casa ubicada en la colonia 14 de Noviembre. La precaria situación económica en la que están lo llevó a la calle a ganar dinero. De ahí fue recogido por el DIF para integrarlo al Programa de Atención de Menores en Riesgo (Pamar) de donde desertó porque lo maltrataban los más grandes.
?Los muchachos me pegaban y me decían que estaba feo?, dice con una mirada cargada de dolor, que no despega del suelo. Como no le gustó el trato en Pamar, lo llevaron al internado para luego entregárselo a su mamá.
La directora de este lugar comenta que hablaron con la madre del pequeño para advertirle sobre el riesgo que corren los niños en la calle y, con la promesa de que ahora velaría por el bienestar de su hijo, se lo dejaron.
Pero un día, tal fue su sorpresa que Juan Ángel llegó de nuevo solicitando hablar con la directora, pues deseaba pedir una oportunidad. ?Lo que más me llamó la atención es que el niño quería estar ahí porque deseaba que le diéramos amor y cuidados?.
En el Internado Francisco Zarco, los infantes que ahí se albergan cohabitan bajo un ambiente de seguridad donde además reciben un buen trato, educación, comida, cobijo, terapia y cariño. En los pocos días que el niño estuvo ahí, recibió todo lo que, al parecer, no tiene en su casa.
Un niño que tiene la mitad de su tórax quemado, que en su infantil rostro se refleja una profunda tristeza, es Juan Ángel, quien no pudo evitar contener su lágrimas cuando dice que está mejor en el internado que en su casa y que no añora salir los fines de semana para convivir con su mamá y hermanos.
?Prefiero quedarme aquí?, es la respuesta al tiempo que, una a una, sus lágrimas corren por su pequeño rostro.
Juan Ángel quiere ser alguien en la vida, así lo deja ver cuando contesta que él no quiere andar más en la calle y que le gusta aprender lo que le enseñan en el internado. Habla muy bajito, como si no quisieran que alguien lo escucharan.
El próximo ocho de octubre es su cumpleaños y confiesa que le gustaría tener una bicicleta. Siempre ha sido su deseo, pero al menos sus padres nunca se han preocupado por brindarle ese sueño. ?¿Quién me puede regalar una??, pregunta con afable inocencia.
También quiere celebrarlo con una fiesta en la que, como todo acontecimiento de este tipo, haya pastel, piñata y bolo, ?pero lo que más deseo?, afirma, ?es que me quieran?.