Santiago de Chile, (EFE).- El kunza, dialecto de los indígenas atacameños, en el desértico norte de Chile, ha sido rescatado de la extinción con la publicación de su primer diccionario que, según sus impulsores, será el vehículo para su renacimiento y conservación.
El dialecto, definido por los expertos como escaso de flexiones y tiempos verbales, "rasposo" al oído, prohibido por los españoles en el siglo XVIII y reducido a algunos ritos religiosos en recónditos rincones atacameños, será enseñado en las escuelas de la zona con la ayuda de este diccionario.
"Chile es un país multicultural y multiétnico, pero no basta con decirlo, hay que construirlo de esa manera", comentó a EFE el ministro de Cultura, José Weinstein, tras presentar el diccionario, de 80 páginas, fruto de una investigación que inició, a finales de la década de 1980, José Vilte, un autodidacta hijo del desierto.
Montado en una moto, Vilte recorrió durante años cerros y quebradas y visitó cada pueblo, caserío o rancho en los que aún habitan atacameños, para recopilar palabras recordadas por los ancianos o conservadas por la costumbre.
Una noche de septiembre de 1996, cuando corría en su moto por el camino entre Calama y San Pedro de Atacama, volcó en una curva del llamado Llano de la paciencia. Con la femoral partida y en la soledad más absoluta, Vilte se desangró de cara a las estrellas, tenía 31 años. Su amigo, el fotógrafo Claudio Pérez, encontró años después los apuntes de Vilte y decidió terminar la tarea, con el respaldo del subsecretario de Planificación, Jaime Andrade y de la Corporación del Cobre (Codelco).
El pueblo atacameño (Likan Antai) desarrolló una próspera sociedad ganadera, agrícola y minera precolombina, que no fue alterada por los invasores incas (1471), que permitían a los conquistados mantener sus costumbres, religión, cultura y lengua.
Asentados entre los 2.300 y 3.900 metros sobre el nivel del mar, desde el río Loa, por el norte, hasta Copiapó, por el sur (1.600 a 800 kilómetros de Santiago), los Likan Antai desarrollaron sistemas artificiales de regadío y sembrados en terrazas, donde cultivaron frijoles, papas, maíz y quínoa (semilla de una verdura).
También criaron camélidos, explotaron cobre, oro, estaño y plata y forjaron el bronce.
La cerámica tuvo un papel destacado en la vida de este pueblo, que la utilizaba con fines religiosos y ceremoniales, grabada con motivos antropomorfos o geométricos.
Según los antropólogos, el pueblo atacameño tuvo tres vertientes de origen, dos andinas y una amazónica que, tras largos años de conflicto se unificaron y, como símbolo de integración, intercambiaron sus tipos de cerámica: la roja pulida (lari) y la negra pulida (atchi).
En kunza esa historia se sintetiza en la palabra "laratchi", cuyo significado no se reduce a un color sino que abarca todo el proceso.
El origen amazónico del kunza se comprueba porque el dialecto no tiene similitud alguna con las otras lenguas de la zona, como el quechua o el aymara.
El kunza pertenece a la familia "macro chibcha" y a la subfamilia "subpaezano", proveniente de las regiones amazónicas de Ecuador y Colombia.
Para la reconstrucción del dialecto fueron de gran utilidad los nombres asignados hace siglos a lugares geográficos de la zona, como Licancabur, Puritama, Caspana, Toconao y Calama.
La escasez de flexiones y tiempos verbales del dialecto hizo cobrar gran importancia a la expresión corporal en la comunicación de los atacameños, en cuya lengua predominan las consonantes y las uniones de términos forman nuevas palabras.
El kunza floreció en la región, enfrentado a otros dialectos e idiomas, incluso al español durante más de 200 años hasta su prohibición, en 1776. La sociedad atacameña había evolucionado a una estructura de señoríos a la llegada de los conquistadores.
Tras prohibir el dialecto, los españoles impusieron multas a los trasgresores, penas que derivaron después en castigos físicos, que incluyeron cortar la lengua de quien se atrevía a hablarlo, según recuerda el diccionario.
Pese a todo, el kunza sobrevivió en ritos religiosos y nombres toponímicos, que constituyeron la base del diccionario, que será seguido de otros, según subrayó el ministro Weinstein.