Ayer -hoy que escribiré ese recuerdo es sábado- estuve en una reunión en la que abundaron los poetas; el anfitrión no fue un rey sino una reina. Aclaro esto porque en otra en la que estuvo Rabindranath Tagore, que después escribió lo que sigue, el poeta era él y el único asistente el rey.
“Las cosas más grandes del mundo, decía éste, no tienen prueba. Pero ¿podré yo comprender su sentido?
-No, Rey; los poetas no escribimos para que se nos entienda.
-Entonces, ¿para qué?
-Sólo por la melodía.
-Pero ¿qué es lo que dices? ¿No hay filosofía en tu obra?
-No, en absoluto. Y gracias a Dios.
-Pues ¿qué significa entonces?
–Significa: existo.
¿No sabes lo que quiere decir el primer grito del recién nacido? El niño cuando nace oye al punto el grito de la tierra, del agua y del cielo que rodeándole gritan: ¡existimos! Y su corazón pequeño responde a su vez gritando ¡existo! Pues mi poesía es como el grito del recién nacido, una respuesta al grito universal”.
Y tan encantados quedaron los reunidos por Olga en la Sala Alfonsina de las instalaciones de este diario, que no faltó la sugerencia de convertir en mensual el concurso que venía siendo anual.
El tiempo se encargará de dar la contestación definitiva.
En la mesa Yeyé Romo, que escribe “Noche y Día” como nunca antes nadie lo había hecho estaba sentada a mi lado izquierdo y, hubiéramos querido o no nuestra atención era atrapada por la fotografía original del “Almuerzo Lagunero”, esa fotografía de Sosa que acabó siendo pintada por los pinceles de Ruiz Vela y que al verla ambos nuevamente coincidimos en que el Municipio o quien fuera debiera convertirla en escultura que le diera una mayor perpetuidad al recuerdo de nuestro pasado agrícola.
Por supuesto, la cosa no es barata ni muchísimo menos. Pero si la ciudad se ganó el nombre de “la de los grandes esfuerzos” por hacer un puente que allí está y que se ha convertido en un símbolo nuestro, ¿no va a poder reunir un montón de dinero que, como tal sólo es eso, pero que, convertido en una obra de arte que nos represente en nuestro primer centenario será orgullo para todos los que alcancemos a verla y a las generaciones que vengan detrás? Eso y más. Porque, encima, todo lo que se haga para lograrlo será una buena escuela de servicio social para nuestra comunidad, servicio que, en los últimos años, ha andado un poco flojo entre nosotros, y es tiempo de despertarlo. ¿Verdad que sí?