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Rezago económico en América Latina

Salvador kalifa

La semana pasada comenté sobre el rezago de México en relación con la evolución de varias naciones asiáticas. Este problema no es exclusivo de nuestro país. Diversos estudios llegan a la conclusión de que la pérdida de terreno económico es un mal que aqueja a toda América Latina. Lo sorprendente, sin embargo, es que a pesar de que estos señalan claramente las causas de dicho rezago, nuestros políticos no hagan cosa alguna para remediarlas.

El National Bureau of Economic Research (NBER) difundió un documento de investigación (?Latin America in the Rearview Mirror?, Harold L. Cole, Lee E. Ohanian, Álvaro Riascos y James A. Schmitz) en el mes de diciembre pasado que compara el desempeño económico de los países de América Latina con el resto del mundo, identificando las causas del rezago de nuestra región en relación con las economías con el mismo origen cultural (europeo occidental), así como con respecto a las del sudeste asiático.

Esta comparación mostró que todos los países occidentales, incluyendo aquellos con niveles de ingreso similar a los de América Latina en 1950, han logrado cerrar la brecha que los separa de Estados Unidos (EU). El contraste con varios países del este asiático arroja un resultado idéntico. Por otra parte, ninguna nación latinoamericana ha logrado un progreso significativo en ese sentido.

Los países latinoamericanos son, de hecho, los países occidentales más pobres. En los pasados 50 años todas las naciones occidentales de menores ingresos, con excepción de las de América Latina, han cerrado la brecha de ingresos por persona que las separa de EU. Por ejemplo, el país promedio del mismo origen cultural europeo que el nuestro pasó de un 40 por ciento del ingreso por persona de EU en 1950 al 67 por ciento en 2000. Los ingresos de los países del sudeste asiático pasaron del 16 por ciento en 1950 al 57 por ciento de los de EU en 2000. En cambio, las economías de América Latina perdieron terreno, pasando de 28 al 22 por ciento en ese mismo lapso.

Lo más sobresaliente del estudio y sus datos es la constancia en el tiempo del estancamiento relativo de América Latina. Ello llevó a los autores a preguntarse ¿Porqué no puede América Latina emular a los países europeos occidentales y a las economías exitosas de Asia?

El estancamiento de América Latina, nos dicen, no es consecuencia de trastornos adversos que ocurrieron en el periodo posterior a la crisis de deuda de los años ochenta. Los factores que contribuyen al estancamiento latinoamericano llevan presentes más de un siglo, como se aprecia en el hecho de que el ingreso por persona de la región era 29 por ciento del de EU en 1900 (similar al de 1950) y sólo 22 por ciento en el año 2000.

El documento concluye, en primer lugar, que el estancamiento de América Latina es una consecuencia de su fracaso en estimular el crecimiento de la productividad laboral. La productividad de la mano de obra en América Latina no ha ganado terreno en relación con la de EU en los últimos 50 años. En contraste, el desarrollo de los países exitosos es, en gran parte, consecuencia de avances importantes en su productividad laboral.

La productividad laboral europea se elevó del 39 al 79 por ciento del nivel de EU, y la de Asia pasó del 15 al 54 por ciento en ese tiempo. En cambio, la productividad de la mano de obra en América Latina fue equivalente al 33 por ciento del nivel de EU en 1950 y al 32 por ciento en 1998.

Para entender el estancamiento relativo de América Latina se requiere, por tanto, entender la causa del estancamiento de su productividad laboral. El estudio encuentra que no es el capital humano lo que frena su crecimiento, sino más bien la ineficiencia con la que nuestros países utilizan sus recursos, esto es, lo que los economistas denominamos la productividad total de los factores.

Los autores muestran cómo esta ineficiencia se deriva de las barreras a la competencia que erigen los gobiernos, muchas de las cuales datan del siglo 19, que impiden el reacomodo de los factores productivos mediante la adopción de tecnologías superiores o el uso más eficiente de las existentes.

El estudio muestra que en cada una de las décadas analizadas las diferencias principales entre América Latina y los países económicamente exitosos de Occidente y Asia, son que las economías latinas tienen baja productividad, escasa apertura externa y barreras altas a la competencia interna.

Las políticas gubernamentales que restringen la competencia incluyen, entre otras, el proteccionismo arancelario y no arancelario que aísla a los productores internos de la competencia externa; las regulaciones y trámites que obstaculizan la competencia interna al elevar los costos de entrada de nuevas empresas (estos son 80 por ciento del ingreso por persona en América Latina y sólo 1.7 por ciento del ingreso por persona en EU); las regulaciones del mercado laboral que aumentan la seguridad en el empleo, en particular los costos asociados al despido, elevando los costos, frenando la productividad y obstaculizando la adopción de nuevas tecnologías y procesos productivos.

Un reto es explicar porqué nuestras sociedades escogen ser improductivas erigiendo barreras a la competencia en los mercados de bienes y servicios. La razón más convincente es que hay grupos de interés (empresarial, político y sindical) que se verían perjudicados por la desaparición de esas barreras y tienen poder político y recursos suficientes para oponerse a las reformas que aumentan la competencia. En conclusión, mientras América Latina tenga sistemática y significativamente más barreras a la competencia que EU, Europa o el Este Asiático, seguirá ampliándose su brecha de productividad, así como su rezago económico en relación con los países exitosos.

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