El Universal-AEE
MÉXICO, DF.- Apenas movió las caderas, Ricky Martin desató la euforia. Ovaciones, piropos y gritos ensordecedores le ?llovieron?, mientras algunas de sus admiradoras, las más cercanas al escenario, pudieron registrar en imágenes, con sus teléfonos celulares, el contoneo de su musculoso cuerpo.
Cinco años pasaron antes de que el astro boricua pisara escenarios mexicanos. Por ello, Ricky Martin inició aquí, anoche, su gira mundial Una Noche con Ricky Martin, ante diez mil asistentes que se reunieron en el Auditorio Nacional.
Con un efectivo despliegue de tecnología y un escenario interactivo, que involucró grandes pantallas, segmentos de anime, juegos luminosos y un grupo de músicos internacionales, el artista inició su recital, en punto de las 20:45 horas, con el tema Till I Get You, de su más reciente álbum, titulado Life.
Hubo emociones, también conmociones, mucho baile y ritmos latinos, aunque se vio a un Ricky menos efusivo, es decir, no logró esa comunión con su gente como antaño. ¿Será la edad o fue su ausencia de media década en escenarios mexicanos?
El repertorio estuvo conformado por temas como I don?t Care (qué mas da), This is Good, y la balada Bella, en la que el escenario interactivo se pintó de azul para hacer más melancólica la velada.
Clásicos como Corazonado y Jaleo no pudieron faltar en 120 minutos de recital, y la popular María, en la que Ricky Martin se mostró olvidadizo con la letra, aunque nada de eso importó a sus miles de fanáticas, entre ellos Celia Lora (hija del rockero Alejandro Lora), que suspiraron con cada movimiento del puertorriqueño.
Con movimientos de capoeira, y varios cambios de atuendo, Ricky también interpretó La Bomba, en la que intercambió pasos sensuales con su guapa corista, y La Copa de la Vida, en la que pidió por la unión de las naciones, y erradicar el racismo.
Ricky Martin donará un dólar (el equivalente a diez pesos mexicanos) por cada boleto vendido de su gira Una noche con Ricky Martin, para ayudar a las víctimas de Katrina, en Estados Unidos; del maremoto, en Tailandia, y para erradicar el tráfico sexual infantil.
