El desgaste que ha vivido el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Coahuila durante la larga etapa previa al proceso interno, plantea un escenario de riesgo para ese instituto político con miras a las elecciones de septiembre próximo.
Desde hace varias semanas, los aspirantes iniciaron una intensa “anteprecampaña” para posicionar su figura en el electorado, el derroche de recursos ha sido en algunos casos muy cuestionado por diferentes actores de la sociedad coahuilense.
Bajo el argumento de la falta de equidad, el diputado con licencia Jesús María Ramón Valdés decidió abandonar las filas del partido y buscar la candidatura a la gubernatura por otro lado.
Por otra parte, las aspiraciones del actual titular del Ejecutivo estatal, Enrique Martínez lo han obligado a mantenerse al margen del proceso interno, dejando por primera vez un “vacío de poder” que no ha sido llenado hasta el momento. Como consecuencia, el desorden se ha hecho presente.
Por si fuera poco, la publicación de la convocatoria se demoró por la discusión en los tribunales electorales en torno a los “candados” que los estatutos del PRI establecen para el registro de precandidatos a gobernador. Uno de los aspirantes Raúl Sifuentes, intentó por todos los medios evitar que la convocatoria fuera lanzada con el requisito de haber ocupado antes un puesto de elección popular.
Pero los “candados” no fueron eliminados y Sifuentes Guerrero impugnó. No obstante el Tribunal Federal Electoral resolvió en su contra y el pasado siete de julio el Comité Directivo Estatal del PRI le negó el registro. Como precandidatos quedaron Humberto Moreira Valdés, ex alcalde de Saltillo; Javier Guerrero García, ex secretario de Finanzas; Heriberto Ramos Salas, ex alcalde de Torreón y el senador con licencia Alejandro Gutiérrez.
Luego que Sifuentes Guerrero anunciara una campaña de resistencia civil, el sábado pasado un grupo de simpatizantes tomó la sede en Saltillo del Revolucionario Institucional en protesta por la expulsión del ex secretario de Gobierno.
Debido a este conflicto, el riesgo de fractura en el PRI está latente, lo cual aunado a la primera incisión de “Chuy” María, a las críticas por el derroche de recursos y a la ausencia de certidumbre, ponen en peligro el proyecto priista de mantenerse en el Palacio Rosa seis años más.