DETENIENDO AL TIEMPO
Hay una especie de crueldad de parte de la divinidad en eso de permitir que el hombre envejezca. Aunque el hombre a veces encuentra la manera de engañarse escuchando música con los ojos cerrados, o viendo viejas películas con los ojos muy abiertos.
Cuando ves viejas películas
en las que nuestros actores
actúan sus viejos amores,
ves la vida que porfía
por no morir todavía.
Si Dios hubiese querido,
el hombre hubiese podido
no conocer la vejez,
ser siempre joven, ¡Pardiéz!
¡Qué bonito hubiera sido!