El País
MADRID, ESPAÑA.- Robin Williams se convierte en un editor-sociópata en este oscuro thriller de ciencia-ficción The Final Cut (La Memoria de los Muertos) donde las imágenes de nuestras vidas quedan grabadas en un ?microchip?.
En un futuro no muy lejano nuestros cerebros llevarán implantados unos microchip que grabarán lo que veamos y oigamos. Y al morir, un experto montador editará un video con todo el material, pero con la obligada cláusula de eliminar cualquier imagen, recuerdo, desagradable. La vida perfecta. Descanse en paz.
En esta realidad, el experto montador es Alan W. Hakman (Robin Williams), ser oscuro y encerrado, concentrado en las imágenes catódicas, emocionalmente mutilado, limitado a la hora de comunicarse y conservar a su lado a las personas que quiere, entre ellas, su ex novia Delila (Mira Sorvino). Alan prefiere vivir a través de otros, aunque ya estén muertos: esas vidas ajenas en formato video son su aliento diario.
Pero algo perturba su aparente seguridad cuando en uno de sus encargos descubre accidentalmente imágenes de su propio pasado, imágenes que le proporcionan una información que él había decidido borrar de su memoria, datos que le devuelven a un incidente de su niñez enterrado, hasta ese momento, en un subconsciente enfangado. La vida que ahora ve en imágenes ya no es ajena.
?Últimamente interpreto a personajes más oscuros, y Alan, definitivamente, lo es?, reconoció Robin Williams en el pasado Festival de Berlín, donde se presentó la película.
?Comencé con Retratos de una Obsesión e Insomnia, donde daba vida a psicópatas. Y ahora, con Alan, que es un sociópata, he confirmado que estos registros te ofrecen más posibilidades, porque son personas que no se rigen por nuestras mismas normas y tienes que explorar con mayor sutileza?.
Williams aceptó el papel en cuanto recibió el guión, escrito por quien también dirige, Omar Naim. ?Confiaba en él porque había visto su documental sobre la guerra de El Líbano Grand Theater: A Tale of Beirut. Me gustó la forma en que estaba rodado y, sobre todo, su humanidad. Así que cuando comenzamos el rodaje de La Memoria de los Muertos me puse en sus manos, a pesar de que algunas decisiones sobre mi personaje las tomé yo. Si el material es bueno, y éste lo era, las preocupaciones se reducen al mínimo?.
Ajeno a todo lo que tenga que ver con el Método, Williams ha optado por el humor y el escape para acercarse al personaje de Alan. ?No se puede estar en la piel de un tipo así todo el día, es bueno desconectar porque sirve para recuperar la energía y liberar la tensión. Si te metes muy profundamente se te nubla la mente, y de lo que se trata es de interpretar con energía. Recuerdo que una vez, durante el rodaje de Insomnia, le hice una broma a Al Pacino mientras se preparaba para una escena. Y se lo tomó fatal. En fin, soy incapaz de ser un actor del Método?.
Tanto Williams como Mira Sorvino coinciden en que filmes de bajo presupuesto (aunque excelente factura) como La Memoria de los Muertos les permiten crear con más libertad. ?No tienes tanta presión como con las grandes producciones?, explicó el actor.
?Aquí no hay pases previos en los que se comprueba la reacción del público ni tienes que decidir de acuerdo con un comité ni el estudio ajusta el final. Es la única forma de hacer películas más complejas, diferentes, sin preocuparte del mercado?.
De hecho, esa apuesta por ?lo diferente? fue lo que convenció a Mira Sorvino para aceptar el papel: ?El director me explicó que no quería hacer la típica película de ciencia-ficción en la que todo es azul, frío y metálico. Quería darle un toque más cálido y familiar, un poco retro, como si fuesen recuerdos colectivos: los coches son viejos, la ropa de segunda mano, los edificios antiguos, aunque sea difícil enmarcarlo en una época exacta. Este tipo de directores tienen una conexión más orgánica con sus películas porque han nacido de una idea propia?.
Respecto a su personaje, una mujer que no puede acercarse al hombre que ama, Sorvino aseguró inspirarse en las relaciones amorosas complicadas, donde el contacto físico es gélido, un detalle que sumaba puntos a su elección. ?No soy una persona retrógrada, pero tengo que reconocer que no me gustan las películas ni demasiado sexuales ni demasiado violentas?.
Y si el legado que este filme ofrece para los humanos es en formato video, el que se plantean dejar sus actores en la vida real no está muy alejado. ?Sí que piensas por qué te van a recordar, pero es que ahora incluso te hacen homenajes cuando aún estás vivo?, reconoció Williams, apuntando directamente a la ironía y a la carcajada: ?Me parece muy interesante cuando, por ejemplo, deciden hacer una retrospectiva de la obra de Haley Joel Osment (el niño de El Sexto Sentido)?.
TIENE ?MEMORIA SELECTIVA?
El actor Robin Williams es Alan Hakman, el cutter o editor más cotizado. Sus ediciones son perfectas, lo mejor de lo mejor de las vidas ajenas que tiene que mirar en su máquina.
Dejando inéditas todas las cosas desagradables, todos los pecados de los muertos, como para redimirlos en su último adiós. Tal es su dedicación al oficio, que Hakman no tiene una vida para sí mismo, causando más de una frustración a Delila (Mira Sorvino), la única mujer con la que podría tener una relación. No sólo eso, sino que un recuerdo de su propia niñez lo ha atormentado durante toda su vida y comete algunos errores tratando de "borrarlo".
James Caviezel, famoso por su interpretación de Cristo en La Pasión de Mel Gibson, encarna en The Final Cut a Fletcher, un ex editor que quiere recuperar el chip de un hombre recientemente fallecido. La familia le ha encomendado a Hakman la edición, pero Fletcher sospecha que el individuo violaba a su hija y está dispuesto a cualquier cosa para arrebatarle a Hakman la memoria y denunciarlo.
