Madrid, (EFE).- El fragmento más grande de un enorme meteoro que cayó el pasado año en la provincia española de Palencia lo "robó" un equipo francés que lo sacó ilegalmente del país, y es que aunque hay una ley que protege el patrimonio de su expoliación, los "caza meteoritos" saben como esquivar cualquier dificultad.
Así lo explicaron Jordi Llorca y Javier García Guinea, dos de los autores del trabajo internacional que describe las características de aquella "bola de fuego" de 750 kilos que atravesó la península Ibérica el 4 de diciembre de 2004.
Los dos investigadores forman parte del equipo multidisciplinar internacional que ha estudiado la caída del meteoro, llegado a suelo español tras un viaje interestelar de 48 millones de años.
El gigantesco meteoro fue a caer en una zona elíptica de 100 kilómetros, con "epicentro" en el pueblo de Villalbeto de la Peña, en la provincia de Palencia (norte del país).
La noticia de que en España, donde no se encontraba un meteorito desde 1947, se había avistado un "bólido", que según han demostrado los autores del trabajo entró en la atmósfera a 61,000 kilómetros por hora y estalló cuando estaba a 28 kilómetros del suelo, atrajo inmediatamente la atención de los "investigadores" y coleccionistas extranjeros.
Así, según recuerda García Guinea, el alemán Jurgen Neu, enviado por el laboratorio de R. Bartozeswich, "entró en España a los pocos días acompañado de varios 'mercenarios'" que se hicieron con varios de los 32 fragmentos que se han podido documentar.
Otro grupo francés, este de coleccionistas, "cazó" el mayor de los pedazos días después, el que pesa 1.3 kilos, y consiguió despistar a la Guardia Civil española, que vigilaba la zona.
La Ley del Patrimonio Histórico Español, que data de 1985, protege todos los bienes, incluidos los naturales como pueden ser los meteoritos, y establece sanciones para quienes exporten ilícitamente cualquiera de ellos.
Quizá por eso, el grupo de Neu se "auto-envió" por correo los fragmentos que había encontrado y lograron así eludir la vigilancia policial, según García Guinea.
Y estos son solo los que se conocen, porque Llorca y García Guinea sospechan que hay otros fragmentos "escamoteados", aunque no tienen constancia de que hayan salido de España.
El trabajo del equipo multidisciplinar, al que la revista Meteoritics and Planetary Science le dedica la portada de su próximo número, ha estado liderado por un equipo de investigadores españoles de varias regiones, en el que también han intervenido, italianos, norteamericanos, canadienses y suizos.
El artículo resume un año y medio de investigación y supone la primera vez en España y la novena en la historia mundial que se determina la órbita de un meteoro a la par que sus propiedades físicas y químicas.
Su trabajo determina la masa del objeto, una condrita de la clase "L6", mediante técnicas de luminosidad, detección sísmica, detección infrasónica y radioisótopos.
También se ha podido calcular la energía de la explosión que se produjo en la atmósfera (centenares de veces más débil que la explosión nuclear de Hiroshima), su composición mineralógica o el tiempo transcurrido desde que salió despedido de su asteroide progenitor.
La investigación, sufragada hasta ahora exclusivamente con los recursos de cada participante, tendrá una segunda parte en la que se determinará exactamente el origen del meteoro.
