En 1993 un joven entusiasta que militaba en el PRI conoció a Emilio Chuayffet cuando éste hacía campaña como candidato a la gubernatura mexiquense. Rubén Mendoza Ayala sintió tal empatía con el candidato, que el joven se convirtió en un activo y cercano promotor del voto para Chuayffet, sobre todo, en la zona conurbada, donde Mendoza se había dedicado a tejer toda una estructura propia.
Después del triunfo del candidato priista, el joven Mendoza Ayala esperaba la suya. Quería que Emilio, ya gobernador, lo hiciera candidato a la alcaldía de Tlalnepantla. Para 1996, Emilio Chuayffet había dejado la gubernatura mexiquense para ser el secretario de Gobernación de Ernesto Zedillo. Pero desde Bucareli, a través de su sustituto, César Camacho, Chuayffet decidió las listas de candidatos priistas y por aquellas fechas habló con su amigo Rubén: "Vas a ser candidato a diputado", le dijo. Mendoza montó en cólera y se rebeló al designio. Aquello fue un rompimiento total.
Rubén buscó entonces a su hermano Eduardo Mendoza Ayala, que militaba en el PAN. "Vente con nosotros y te hacemos candidato", le dijo el hermano, panista de la derecha recalcitrante y fundador del DHIAC. Eduardo gestionó una reunión con Carlos Castillo Peraza y Felipe Calderón, quienes al conocer a Rubén y saber de su trabajo en Tlalnepantla no dudaron en ofrecerle la candidatura blanquiazul.
Todo estaba listo para que Rubén Mendoza fuera nombrado candidato del PAN, pero una llamada desde Bucareli paró todo. Chuayffet habló con Diego Fernández de Cevallos y le pidió un pequeño favor: "Rubén no puede ser candidato". Diego hizo lo que sabe y, con su liderazgo moral vetó a Mendoza ante Castillo Peraza y Calderón. Cerradas las puertas para él por su poderoso enemigo, Rubén propuso a Ruth Olvera. La llevó a la alcaldía para que tres años después ella impulsara su candidatura.
Para 2000, tras haber sido tres años el poder tras el trono, Rubén asumió finalmente la Presidencia Municipal de Tlalnepantla. Y desde ahí, con los recursos y la plataforma de uno de los ayuntamientos más ricos del país, se fijó su siguiente objetivo: la gubernatura.
Ayer, Mendoza Ayala, finalmente, tomó protesta como candidato después de tres intentos de sus enemigos -dos veces desde adentro del PAN y una más desde el Gobierno Estatal- por evitarlo. Las ausencias en el acto, no fueron José Luis Durán, ni Carlos Madrazo ni Santiago Creel y mucho menos Diego Fernández, hicieron evidente que el panismo llega fracturado a esta elección. Sí estuvo en cambio Marta Sahagún con un aval directo de Los Pinos.
Emulando a aquel candidato entrón de las tepocatas y las víboras prietas -que luego se transformaría en un débil presidente-, Rubén se engalló contra su nuevo enemigo a vencer: Arturo Montiel y comenzó a sacar cifras y datos de los gastos y los viajes onerosos del gobernador.
Aquel joven priista se transformó en un político que hasta ahora ha avanzado a pesar de sus poderosos enemigos. De aquella relación de padrinazgo entre Emilio Chuayffet y Rubén Mendoza, sólo quedó una anécdota y un odio mutuo: en enero de 1998, cuando el mexiquense dejaba Gobernación apaleado tras la masacre de Acteal, recibió un presente singular. Una caja de botellas de fino champagne todas vacías. Y dentro una tarjeta: "Me las bebí a tu salud, Emilio".
Notas indiscretas... Todas las señales apuntan a que el PRI ya definió su posición ante el desafuero de Andrés Manuel López Obrador y que los priistas van en contra. Se habla de una negociación entre Roberto Madrazo, Emilio Chuayffet y Manlio Fabio Beltrones, en la que se habría definido la posición por el No, tras evaluar la relación costo-beneficio para el viejo partido. Se impuso la opinión del sonorense que siempre dijo que era un error para el PRI eliminar a AMLO e ir a una contienda directa con el PAN... La idea de que los priistas ya se definieron la corroboran desde el Gobierno de Fox donde despotrican contra Madrazo y compañía: "Estos dejaron otra vez colgado de la brocha al presidente", se le oyó a un miembro del Gabinete... Los dados siguen de vena. Abren con Escalera.
