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Rumbo al Centenario / La cara del primer torreón

Gildardo Contreras Palacios

?Debo poner en conocimiento de vuestra excelencia que el Torreón es la mejor y más principal finca que tengo y cuyo nombre le viene cuando la comencé a fundar; lo primero que hice en ella fue un torreón donde se pudiera escapar de los ataques de los bárbaros. La gente que trabajaba... Vuestra excelencia conocerá poco más o menos el valor de esta finca, objeto de mis desvelos y que quiero tanto más cuanto que yo la he formado desde sus cimientos. No es cierto lo que han dicho a vuestra excelencia que el Torreón está a orillas de mis tierras, está a la cabeza de ellas, al lado derecho donde desemboca el río de Nazas...?. Con estas palabras se dirigió Leonardo Zuloaga al gobernador Santiago Vidaurri, sobre el nacimiento de Torreón; en un comunicado fechado en Hornos el 19 de abril de 1856.

Para llevar a cabo tal empresa, Zuloaga se apoyó en la mano de obra de los campesinos laguneros procedentes de San Lorenzo, El Alamito, El Tajito de Piedra, San Miguel y La Concepción; ranchos todos ellos, pertenecientes a su Hacienda de San Lorenzo de La Laguna. Antes de empezar con los trabajos de desmonte y de barbecho de los terrenos del rancho en donde se situaría El Torreón; Zuloaga como acción primaria, como dice él en su comunicado, fue la de iniciar la construcción de aquel torreón que formaba parte de un cuadro de aproximadamente 100 varas por lado, que sirviera de resguardo para los trabajadores a su servicio; campesinos que al principio iban y venían al y del Torreón a sus respectivos ranchos, en donde estaban sus hogares y sus familias; pero poco a poco y de acuerdo a como avanzaba la obra, se fueron quedando a vivir por acá; porque la actividad del rancho fue en aumento. Dicha actividad se refería específicamente a la edificación del casco de la propiedad y de las viviendas para los trabajadores, desmonte de los terrenos, barbecho de los mismos, construcción de una presa, hechura de acequias y canales, amén a la incipiente agricultura referente al cultivo de trigo, maíz, frijol y un poco de algodón.

Sin embargo surge la interrogante de cómo pudo haber sido aquella primera construcción que Zuloaga levantó en aquel incipiente rancho. A principios de la década de los años noventa, cuando preparaba el material que utilizaría en mi trabajo Antecedentes a la Fundación del Torreón, me avoqué a localizar algún lugar que se asemejara a la descripción que Eduardo Guerra hizo de la cuadra que edificó Zuloaga. Y creo que la respuesta la encontré en la antigua ex hacienda de Santa Isabel, lugar situado a un lado de la carretera Parras-Paila a una distancia de cuatro kilómetros hacia el norte de San Lorenzo de Parras. Dicho lugar fue escenario de aquella memorable batalla del uno de marzo de 1866, entre las fuerzas republicanas del general Andrés S. Viesca y las imperialitas franco-mexicanas al mando del comandante De Brian.

En dicho sitio Manuel Ybarra, propietario de la hacienda de San Lorenzo de Parras, y padre de María Luisa Ybarra de Zuloaga, mandó levantar en el primer tercio del siglo XIX, un cuadro de aproximadamente 100 varas por lado con una puerta hacia el oriente y dos torreones vigías situados uno en la esquina sureste y el otro en la noroeste. En el tiempo de mi investigación de campo en Santa Isabel ya sólo existía el de la esquina noeroeste. El otro había sido remodelado por una de las escasas familias que allí vivían y lo acondicionaron para casa habitación. El que quedaba, era conocido por los lugareños, como el torreón; y era una construcción que estaba casi en ruinas, situación que en la actualidad se ha agravado y se ha hecho más notoria su destrucción. Sin embargo con base a lo que pudimos captar, hemos tratado de reconstruir mentalmente el sitio que debió ser muy semejante a la que Zuloaga levantó en lo que sería El Torreón.

Para empezar el cuadro era totalmente de adobe a no ser de sus cimientos que eran de piedra de rostro obtenida de los cerros cercanos, la barda circundante del cuadro era de tres metros de alto con un torreón situado en la esquina sureste, cuya orientación estaba dirigida hacia el gran llano por donde solían a merodear los apaches, por el rumbo de Matamoros y de Viesca. El cuadro que ocupaba el torreón era de aproximadamente tres metros por lado por seis de alto, sobresalía hacia fuera como medio metro y hacia arriba como tres metros del nivel que guardaba el resto de la barda; esto para tener mayor visibilidad sobre el resto de la construcción. La parte superior del torreón, sólo era accesible por medio de escalas de palo que se levantaban cuando sus defensores habían alcanzado la mejor posición, y de esa forma evitaban que el enemigo llegase hasta allí. La torre, tenía troneras en sus cuatro costados, por donde sacaban las armas los defensores. No tenía ni almenas ni adornos que se le pareciesen, era una simple construcción de adobe ?pelón? sin enjarrar. La base del torreón se utilizaba para guardar las armas con las que contaban los lugareños, consistente en forma principal en los llamados rifles Mississippi y su respectivo parque.

En el interior de la finca estaban situadas las habitaciones del administrador y de algunos de los trabajadores; había otros cuartos que se utilizaban como bodegas para guardar las semillas que servirían para la siembra y los granos y el algodón cosechados. Existía un área habilitada como caballerizas y cocheras y para el resguardo de los utensilios de labranza; no podía faltar también una pequeña capilla. En el centro había un amplio patio que se dedicaba para amonar el maíz, los manojos de trigo cosechados, para tender las vainas del frijol para que se secasen o bien para juntar el algodón cosechado. La puerta toral de la construcción estaba situada en su parte oriental y estaba provista con una puerta de madera muy gruesa de dos hojas que se cerraban en su interior por grandes aldabas y resistentes trancas. En la parte exterior y en el lado sur de la construcción había una hilera de viviendas de uno o dos cuartos, en las que vivían el grueso de los trabajadores; y adjunto a ellas había corrales para guardar los hatos y ganado de chivas, borregos y vacas de la hacienda.

Por datos obtenidos de Guerra, consideramos que esa primera construcción se situaba en lo que hoy es el espacio que ocupa la llamada Plaza Cívica, frente al Museo de la Revolución. Dicha edificación a decir de Guerra fue arrasada por una fuerte corriente del Nazas en el año de 1868, y la viuda de Zuloaga consideró que era necesario contar con un espacio similar al anterior y se construyó un nuevo torreón más al poniente, que constituyó el casco de la hacienda del Torreón, y que hoy conocemos como El Torreoncito, lugar enclavado en el sector Alianza.

gilparras@yahoo.com.mx

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