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RUMBO AL CENTENARIO| LA OTRA HISTORIA DE TORREÓN

ILHUICAMINA RICO M.

LA OTRA HISTORIA DE TORREÓN

La Campaña de Vasconcelos y Alessio Robles

En el año de 1929 coincidieron las elecciones para presidencia de la república y para gobernador en el Estado de Coahuila. Ésta fue una de las más sangrientas, que se hayan registrado en la historia de la entidad. Tanto José Vasconcelos y Vito Alessio Robles candidatos a la presidencia y a la gubernatura, respectivamente, pertenecían al Partido Antirreeleccionista. La no-reelección, el voto a la mujer, la libertad de conciencia, eran las banderas del partido. La euforia que causaron estos dos candidatos fue enorme, se sumaron a este grupo, antiguos escobaristas y cristeros. Las elecciones fueron muy reñidas y llenas de actos de reprensión y violencia.

La campaña de Vasconcelos en La Laguna, tuvo una gran recepción. En el tren donde viajaba Vasconcelos a Torreón, empezaron a subirse emisarios y comisionados, varias estaciones antes de llegar. Se preveía una demostración importante; toda la noche habían estado llegando personas a la ciudad; hubo gentes, situadas en el camino de Gómez Palacio, queriendo disuadir a la multitud, diciendo que no habría de llegar el candidato el domingo, que se había aplazado la recepción. Pero todo fue inútil, pues las calles de Torreón estuvieron llenas de seguidores. Vasconcelos cuenta en su libro El Procónsul sobre los hechos sangrientos:

“Dos noches después y con motivo de un mitin a que nosotros habíamos citado, cambió el gobierno su táctica. En vez del ridículo de sus tres centenares de adictos, esperó a que estuviese llena la plaza con los nuestros. Enseguida, por las afueras del gentío, por la calle menos transitada de la plaza, un automóvil oficial con cuatro individuos y una pistola Thomson ametralló a la multitud. Se produjo el pánico; sacaron a los heridos, vecinos piadosos, un manifestante cayó muerto en la esquina del hotel, pero la mayoría no se dispersó. Se replegó hacia el hotel, en tanto que nosotros, desde el balcón, procurábamos crear confianza. Nuevamente atacaron los de la policía. Hubo no sé cuántos disparos, al parecer había pistoleros mezclados entre la multitud, que habían hecho uso de las armas después del ataque de las ametralladoras. Después apareció la caballería federal, so pretexto de dar garantías, pero nunca aprehendió a los asaltantes”.

José Vasconcelos recibió muchas muestras de apoyo en Torreón y sus alrededores. El licenciado Baranda le entregó tres mil pesos de una colecta privada y le informó, que los hacendados y ricos, no habían querido contribuir. Sin embargo se habían reservado una contribución de más de cien mil pesos para Pascual Ortiz Rubio, el candidato de Calles.

En la ciudad de Gómez Palacio, la recepción también fue grande. En esa ciudad se había fundado el club antirreeleccionista, y figurando Jesús Caballero como presidente, Roberto Valles secretario y Martín Reyes tesorero. Cuando se presentó Vasconcelos, en el local del partido, no fue suficiente para dar cabida a todos y la calle se llenó de gente. Al comenzar el mitin, tomó la palabra el presidente del partido, haciendo la presentación del candidato; después tomó la palabra el líder ferrocarrilero Enrique Blanco. Finalmente habló Vasconcelos, con el tema de los hombres idealistas y recordó lo que los idealistas habían hecho en beneficio de la humanidad, a través de los siglos. Terminó diciendo que los callistas le reprochaban su idealismo diciendo que era un loco soñador, cosa que él con orgullo lo aceptaba. El líder ferrocarrilero Enrique Blanco tuvo que renunciar a los pocos días al club antirreeleccionista, presionado por sus compañeros sindicales.

José Vasconcelos, también concurrió a un mitin en Lerdo, donde se había hecho el centro del trabajo antirreeleccionista en Durango, porque de la capital del Estado, se les había arrojado. En el camino de Torreón a Lerdo, se arrojaron clavos en el camino para ponchar las llantas de los automóviles. Pero sucedió que habiéndose adelantado Vasconcelos a la hora de la reunión, los clavos sirvieron para detener a los callistas, que llegaron tarde. Sin embargo, allí mismo, la policía aprehendió a dos vasconcelistas, con el pretexto de que eran prófugos de la rebelión escobarista.

El éxito fue tan grande de la campaña en La Laguna, que hizo cambiar el itinerario de la campaña de Ortiz Rubio. Desde Yucatán, lo hicieron saltar hasta Torreón. La gente de la ciudad se negó en dar un gran recibimiento a Ortiz Rubio, por lo que en esos días, se llenó la ciudad con peones de las haciendas, algunos de los cuales fueron forzados y a otros se les pagó. Al ponerse a hablar los oradores de Ortiz Rubio surgieron de entre los oyentes el grito de: “viva Vasconcelos”, inmediatamente una decena de los pistoleros del candidato oficial mató a quemarropa dos o tres de los que gritaban. El público se dispersó aterrado, en tanto que la policía y los soldados simularon pueblo. Después de la matanza, ya de noche el candidato oficial y su comitiva, celebraron una orgía en Torreón. De los burdeles sacaron a las prostitutas, las intoxicaron y en autos oficiales las pasearon por la ciudad obligándolas a proferir injurias contra el vasconcelismo.

La campaña de Vasconcelos fue un éxito entre el pueblo lagunero. Pero Ortiz Rubio ganó el apoyo de los terratenientes e industriales, ya que al ser interrogado acerca del problema del trabajo, él se declaró amigo del capital. Incluso un latifundista católico, José M. Luján, quien había criticado con anterioridad al gobierno de Calles, cambió de opinión y convino en que los católicos ricos tenían que apoyar a Ortiz Rubio, en favor de una administración menos radical y más conservadora.

En cuanto a la campaña de Vito Alessio Robles, tenemos que el 28 de julio de 1929, Nazario Ortiz visitó Torreón, como candidato a gobernador. Se había preparado un programa para honrarlo y patentizarle el apoyo de las fuerzas vivas de Torreón y entregarle la medalla al Mérito Cívico. Cuando lo supo Vito Alessio Robles, el otro candidato a gobernador de Coahuila, decidió visitar a los torreonenses el mismo día. En el libro El Señor Gobernador cuenta de lo ocurrido ese día:

El mismo 29 se celebró la comida popular organizada por los partidos de don Nazario S., en una quinta cercana. Varios chivos preparados en barbacoa y abundante cerveza helada. La concurrencia fue numerosa y asistió a S. Ortiz Garza. Cuando terminó la comida, pidió la palabra un obrero y a guisa de salutación o brindis, espetó: –La comida ha estado buena y abundante. La cerveza helada nos ha refrescado. Y ahora que todos estamos satisfechos porque a barriga llena, corazón contento pido un viva estruendoso para el candidato de los hombres libres, el ingeniero Alessio Robles. Don Nazario –sigue diciendo Vito–, salió escurrido. Al festival atlético preparado en su honor no concurrió casi nadie. El candidato imposicionista era molestado en todas partes con gritos hirientes. Al banquete burgués de la I.P. concurrieron treinta empleados de la Administración Municipal y total la Medalla del Mérito Cívico A se convirtió en... argolla.

Por desgracia la euforia vasconcelista se apagó el día de las elecciones, cuando la mayoría de ellos, tomaron una actitud apática y temerosa, no se presentaron en la hora decisiva de integrar las casillas. En cambio, los grupos de obreros y campesinos guiados por sus líderes, se apoderaron del control de las casillas y obteniendo eso el triunfo estaba asegurado, a la buena o a la mala. En Torreón, los vasconcelistas hicieron hincapié en que agentes del gobierno, un día antes del día señalado para las elecciones, llenaron las urnas de votos a favor del candidato oficial. Las autoridades gomezpalatinas, estorbaron la marcha de la campaña de los antirreeleccionistas, haciendo presión para que Jesús Caballero tuviera que abandonar la ciudad. El día de las elecciones el inspector de policía, Arcadio Macías, en compañía de sus ayudantes, cometió atropellos afuera de los locales donde se instalaron las casillas, llegando hasta echar los caballos encima de los vasconcelistas.

ricomaciel@todito.com

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