Una gran emoción embarga al historiador cuando lee un escrito antiguo al saber que salió de la mano de alguien que vivió hace mucho tiempo y en el cual dejó plasmada una vivencia o una idea que nos acerca al pasado.
En el siguiente espacio presento extractos del relato de un periodista en el que narra sus impresiones cuando visitó la congregación de Torreón, hace 115 años. La narración fue publicada por el periódico El Municipio Libre el cinco de julio de 1890, siendo uno de los textos más antiguos que he encontrado.
“Una ciudad que surge”
Hace apenas cinco años casi nadie tenía noticias de la existencia de un rancho llamado “El Torreón” que existía arrinconado en un punto sin interés especial del Estado de Coahuila.
La casa del rancho en que vivía el administrador, unas dos miserables casuchas de adobe, ya viejas y ruinosas antes de concluirse y unos cinco jacales de zacate para los peones; tal era entonces el Torreón. Pero el ferrocarril central hizo de ese punto una estación y algo de vida nueva dio, vino el Ferrocarril Internacional a determinar allí mismo el entronque de su línea con la del Central, y aquel germen de vida ha parecido multiplicarse de manera prodigiosa. Se eligió un sitio a propósito, se trazó algo como un fundo legal para la ciudad futura y se pusieron a la venta lotes para edificios. ¡Quién compró aquellos cuadrilongos de terrenos para edificios imaginarios? Los naturales del lugar y poblaciones vecinas. Muchos incrédulos sonreían con desdén. Los poco codiciados lotes, con una extensión de 138 pies de frente por 275 de fondo se vendieron por la modesta suma de $300. Hoy se ofrecen a $1,200 por un lote igual y no hay quién lo obtenga por esa suma. Y sin embargo El Torreón no ha tenido eso que los americanos llaman onomatopéyicamente boom. El boom es la preconización exagerada y calculada de las ventajas de un lugar cualquiera para atraer a él con mucho de verdad pero con un poco de engaño, inmigración y capitales. En Estados Unidos todos los días hay booms que resultan ser un fraude. Hay en cambio otros que son legítimos, sanos y honrados. Torreón ni siquiera ha tenido este último, nadie se ha encargado de pregonar a los cuatro vientos su excelencia, nadie ha regalado lotes a sus conocidos para inducir a otros a comprar los restantes a altos precios….
Torreón es hijo legítimo de la influencia del ferrocarril en contacto con las facilidades locales, El Torreón es el término de la división Laguna en la línea del Internacional.
Allí puede ver el viajero que se detiene a cambiar de trenes, sólidas galerías circulares (casas redondas) para locomotoras, talleres para la construcción y reparación de máquinas, grandes bodegas para carga, bonita estación para pasajeros, construcciones a propósito para dar descanso y alimento para los numerosos ganados que diariamente cruzan por allí haciéndose con ellos un tráfico cada vez más importante, un confortable hotel de dos pisos con treinta y nueve cuartos para pasajeros, porque es estación de restaurante para el Ferrocarril Central y otras construcciones por el estilo.
Allí han surgido en el curso del último año la fábrica de hilados de algodón de Veyán & Co. que acaba de terminarse y emplea ya ella sola a más de 200 operarios. Allí está levantándose a toda prisa los edificios necesarios para comenzar dentro de pocas semanas la fabricación de jabón hecho con aceite de la semilla de algodón, siendo presidente de la compañía que tiene esa empresa el señor Hugo Francke. Allí se ha concluido ya, a expensas del Sr. don Santiago Estrada la construcción de un mercado público que tiene una extensión de 275 pies cuadrados, el Sr. Guido Mobias ha construido un almacén de depósito y comisiones. Está igualmente en operación el molino de harina Santa Elena, que está dando por el momento 60 barriles diarios, el Sr. Juan Ulloa tiene una hermosa tienda de 50 pies de fachada por 50 de fondo, el Sr. W. H. Mac Nareght posee una maderería y un almacén de mercería y ferretería, el Sr. J O. Eash tiene una droguería y botica en el que hace buenos negocios, y por último el nuevo y primoroso restaurante francés que se ha terminado recientemente el Sr. Michou y que es digno de una ciudad en forma.
El Sr. Copewood ha levantado una manzana de casas en el que hay tres concluidas que le están produciendo una renta de 50 por ciento anuales sobre el capital invertido en ellas.
Torreón posee abundante y magnífica agua suficiente para bastar a las necesidades todas de una ciudad, su población actual sube ya a más de dos mil habitantes.
Nota para 1891 apenas se implementó el cambio de medidas inglesas a métricas.