El Canal de La Perla: una historia en nuestro presente
La historia de la Comarca Lagunera, y por tanto, de Torreón, está estrechamente relacionada a los diversos destinos del agua. El curso del río Nazas determinó el patrón de asentamiento y desarrollo, dividiendo a La Laguna en zonas ribereñas ?alta, media y baja?, cada una con sus propias características y necesidades. La prosperidad de la región marchaba de acuerdo con la afluencia del río, dando pauta a la actividad económica. Así, el moderno desarrollo económico de la región hacia la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX, dependió directamente de la domesticación del agua.
La agricultura especializada en el algodón alteró de manera radical el desértico paisaje que años atrás habían recorrido apaches y comanches. Hacia el último cuarto del siglo XIX, La Laguna, bañada por los ríos Nazas y Aguanaval, pasó de ser un área marginal ?bajo dominio de culturas seminómadas? a manifestarse como escenario privilegiado de una intensa actividad productiva.
El agua para la agricultura, dada la escasez de las lluvias, se obtuvo primordialmente de los ríos Aguanaval y Nazas. A partir de 1848, los latifundistas levantaron presas en el Nazas. La sequía impuso límites a este sistema de riego y se convirtió en causa de conflictos entre los propietarios que trataban de construir canales aprovechando los lechos abandonados que había trazado con el tiempo el curso errático del Nazas en aquella zona de desembocadura natural. Para 1909, según informes de la Secretaría de Fomento, había en la Región Lagunera, nueve presas y 22 canales principales en los márgenes del Nazas.
Como consecuencia de tal infraestructura hidráulica, La Laguna se convirtió, al final del siglo diecinueve en la proveedora de más del setenta y cinco por ciento del algodón que se consumía en México. Esa tarea coincidió con un ágil proceso de transferencia y subdivisión de la tierra que rindió frutos como la formación de múltiples unidades productivas y la aparición de un nutrido racimo de propietarios, arrendatarios y aparceros.
Inserta en este ámbito regional, la exhumación de mediados de febrero de 2003, (a propósito de una construcción comercial, en la calle Rodríguez esquina con avenida Hidalgo, en la zona centro de la ciudad), de lo que fuera el antiguo canal de La Perla, permite recordar el pasado fluvial de Torreón, su desarrollo urbano y económico.
En este sentido la importancia histórica del canal de La Perla radica en el contexto económico y social que permitió generar los sistemas de irrigación y por consiguiente: la riqueza económica.
La construcción de este canal es paralela a la historia de la villa, después ciudad de Torreón (1907). Fue hacia 1893 cuando se crea la hacienda de La Perla y su conocido canal. Tal hacienda era principalmente algodonera, de ahí la necesidad del canal de La Perla.
Paulatina y gradualmente, el canal fue embovedado en sus aproximados mil 200 metros* que corren por la ciudad desde finales de 1895. Esta bóveda subterránea se prolonga por las avenidas Morelos, Juárez, Hidalgo e Iturbide (ahora Venustiano Carranza) y cruza por las calles: Ramos Arizpe, Juan A. de la Fuente, Zaragoza, Valdez Carrillo, Cepeda, Rodríguez, Acuña, Blanco, Falcón, Treviño, Ildefonso Fuentes y Leona Vicario haciendo un corte diagonal a esa área. El canal de La Perla fue una rama del canal de San Antonio del Coyote o Torreón; proviene de la parte del río Nazas que está aledaña al Cerro de las Calabazas, por la altura del puente del Ferrocarril Central y de ahí continúa hasta llegar a la calle Múzquiz y avenida Matamoros, donde comienza la antigua bóveda subterránea de ladrillo, que sigue estando por debajo de la ciudad.
El canal de La Perla transcurría, según el plano oficial de la ciudad de Torreón en 1908, a los terrenos que pertenecieron a la empresa del Ferrocarril Internacional, La Compañía Metalúrgica de Torreón y la Compañía Guayulera La Continental, hasta desembocar en la hacienda, después ejido, de donde tomó su nombre el canal.
En la actualidad, algunas avenidas y calles de la ciudad de Torreón dan seña del paso de este canal: en la parte que corresponde a la colonia Nueva Aurora, está la avenida La Perla; en la ampliación Lázaro Cárdenas existe la calle La Perla; en la colonia Santiago Ramírez una avenida se llama Canal La Perla.
Sin embargo, la interrogante que plantea el canal de La Perla, es por qué el canal está embovedado, es decir, por qué está debajo de la ciudad. El vertiginoso crecimiento de lo que fuera una precaria estación de ferrocarril llamada Torreón, cubrió rápidamente las tierras que antes estaban despobladas, hasta dar paso al cuadro principal de Torreón. Significa que la ciudad, ?como actualmente ha sucedido con el periférico? en su abrupto crecimiento tapó el canal de La Perla, pues éste en un principio estaba descubierto.
Así la relevancia histórica del rescate del canal de La Perla radica en contextualizar el desarrollo histórico de la ciudad, pues Torreón no siempre fue como lo conocemos ahora. Más aún, no siempre tuvo los servicios básicos que utilizamos cotidianamente como el agua y drenaje, la luz eléctrica, el pavimento, etc. Digo esto porque la urbanización de Torreón comenzó con una marcada herencia rural. El canal de La Perla es parte de esa herencia encontrada entre lo rústico y lo urbano, lo antiguo y lo moderno.
El sentido actual del antiguo canal de La Perla está en la posibilidad de entrever una vez más la historia de nuestra ciudad, así como el proceso y la representación que implicó hacer la ciudad: la urbanización de la ciudad, la precariedad en los servicios públicos, el conflicto por el agua, la pavimentación, etc.
Las relaciones económicas cambian las relaciones sociales, de ahí que la modernización de la ciudad hacia finales del siglo XIX y principios del XX con el auge de la economía algodonera, proyectara este Torreón.
*Carlos Castañón Cuadros es investigador del Archivo Municipal y miembro numerario de la Comisión de Historia para la celebración del Centenario de Torreón. Recientemente fue galardonado con la medalla Magdalena Mondragón (2005). Ha publicado los libros El Canal de La Perla (2003), Extrañas Latitudes (2004) y Las Dos Repúblicas (2004).