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RUMBO AL CENTENARIO

SILVIA CASTRO DE TOWNS

UN BANCO LAGUNERO

El año de 1907 fue clave en el desarrollo de Torreón. La crisis económica mundial todavía no dejaba sentir sus efectos y la prosperidad en la región permitió el establecimiento de nuevos negocios. Una de las más importantes instituciones que vieron la luz ese año fue el Banco de La Laguna.

El último decenio del siglo XIX, iniciaron sus operaciones distintas instituciones de crédito de origen regional, según dice Mario Cerutti, ?gracias al régimen de sociedades anónimas, perfilado por el código de comercio de 1889?. De esa forma, aquellos empresarios que deseaban invertir su capital se unieron para establecer instituciones de crédito. De hecho ya algunos de ellos dedicaban parte del capital acumulado al préstamo y avío.

Los empresarios Juan F. Brittingham, Pragedis de la Peña y Luis Gurza se abocaron a conseguir suscriptores. La búsqueda fue fructífera pues respondieron ochenta y seis accionistas, entre personas e instituciones. Entre ellos estaban los bancos de Aguascalientes, de San Luis Potosí y Mercantil de Monterrey, el resto eran particulares; aunque la mayoría laguneros, los había originarios de Saltillo, Monterrey y Durango.

Brittingham, De la Peña y Gurza acudieron a la Secretaría de Hacienda a pedir una concesión para establecer un Banco Refaccionario, la cual fue concedida el 16 de octubre de 1907.

Según el acta constitutiva de la sociedad, el capital social sería de seis millones de pesos, dividido en sesenta mil acciones con un valor nominal de cien pesos. Pero, según la historia del banco publicada en El Siglo de Torreón para festejar la remodelación de sus instalaciones, sólo se suscribieron cuatro millones ochocientos mil pesos. En la misma publicación se inserta la lista de accionistas y el número de acciones que cada uno suscribió, y que suman las sesenta mil establecidas por el acta constitutiva. La publicación no especifica si algunos accionistas disminuyeron su aportación o si se disminuyó el valor de cada acción. Aunque, según afirma Cerutti, la razón de que no haya sido exhibido la totalidad del capital fue el temor de las autoridades hacendarias de que al retirar sus depósitos de otros bancos, los accionistas pudieran causar en ellos alguna crisis.

El primer Consejo de Administración estaba formado por: presidente: Juan F. Brittingham, 1er. vicepresidente: Luis Gurza, 2º. vicepresidente: Lic. Pragedis de la Peña, secretario: Pedro Torres Saldaña, 1er. vocal: Marcelino Garza, 2º. vocal: Tomás Mendirichaga, 3o. vocal: Ernesto Madero, 4º. vocal: Juan Terrazas, 5º. vocal: Miguel Torres, 6º. vocal: Aurelio Corral y 7º. vocal: Leandro Urrutia. 1er suplente: Mariano Hernández; 2º. suplente: Francisco Larriva; 3º. suplente: Emilio de la Peña; 4º. suplente Alberto Gurza, 5º. suplente: Adalberto A. Viesca; 6º. suplente: Lic. José Zurita; 7º. suplente: Adolfo Larralde; suplente del secretario o pro-secretario: Lic. Santiago S. Suárez; comisario propietario: Rodolfo J. García y como suplente: Óscar Garza.

La primera institución crediticia con base en nuestra región inició sus operaciones el siete de febrero de 1908 en un local situado en la avenida Ferrocarril, hoy Presidente Carranza y calle Múzquiz, según asienta el artículo de referencia.

El banco tuvo tan buena acogida que sus directivos pronto se vieron en la necesidad de buscar un local más apropiado. Por entonces se encontraba recién terminado el edificio conocido como Banco Chino, situado en avenida Juárez y calle Valdés Carrillo. Dicho local contaba con todas las instalaciones que requería una institución de esa naturaleza. La Compañía Bancaria y de Tranvías Wah Yick había mandado construir el edificio para pasar allí sus oficinas. No sabemos por qué razón los directivos de la compañía de origen oriental decidió rentar el edificio, en lugar de trasladar a él sus oficinas, pero tal decisión motivó que el 15 de mayo de 1911, cuando las tropas maderistas asaltaron la ciudad, el Banco de La Laguna a pesar de haber sufrido pérdidas en mobiliario y archivo, no las haya sufrido en numerario ya que la caja fuerte del banco lo impidió, mientras que la Compañía Wah Yick se vio seriamente perjudicada.

En octubre de 1910, el banco compró a la Compañía de Crédito y Ahorros, la esquina noreste de la manzana 21, situada frente a la plaza principal con el objeto de construir el edificio de la matriz. En marzo de 1911, la gerencia del banco abrió un concurso entre arquitectos a fin de que presentaran proyectos para la construcción. Los dictaminadores fueron Juan F. Brittingham, Francisco Larriva y Pedro Torres Saldaña. Se recibieron cuatro proyectos, de los cuales, el tercer lugar se le concedió a Antonio Zirión y Sarabia, el segundo a los señores Giesecke y Dean y el primero a la firma Brubaker y Stern a quienes se compensó el encargo de hacer planos y especificaciones con el medio por ciento sobre el valor de la finca que en un principio era de ciento veinticinco mil pesos pero que resultó de poco más de trescientos mil. En julio de ese año se firmó con el arquitecto Henry Brubaker el contrato de construcción.

No sabemos a ciencia cierta en qué momento el Banco de La Laguna trasladó sus oficinas al nuevo edificio. Lo que asientan distintas versiones es que cuando las tropas villistas tomaron la ciudad, en abril de 1914, en los sótanos del banco se refugiaron los súbditos españoles temerosos de las represalias de los revolucionarios.

El éxito que desde sus operaciones iniciales tuvo el Banco de La Laguna Refaccionario muestra la visión empresarial de sus fundadores. Además, como dice Cerutti, comprobó que la región tenía una potencialidad económica y una dinámica productiva que contradice la imagen de área marginal que buena parte de la historiografía le ha asignado al norte mexicano.

Comentarios: silvia.castro.zavala@gmail.com

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