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Nueva York, EU.- El actor Russell Crowe fue puesto ayer en libertad, después de haber comparecido ante un tribunal de Manhattan, en donde se le abrió proceso acusado de arrojar un teléfono celular contra un empleado del hotel donde se alojaba.
El actor, nacido en Nueva Zelanda pero nacionalizado australiano, compareció entre una nube de fotógrafos y cámaras de televisión, esposado, con cara de pocos amigos y oculto tras unas gafas de sol negras. Crowe fue acusado formalmente por un delito de asalto en segundo grado, punible con un máximo de cuatro años de cárcel.
Luego que el juez rechazó el pedido de la fiscalía de imponer el pago de una fianza de cinco mil dólares, el actor quedó en libertad a la espera del juicio, fijado para el 14 de septiembre próximo.
Su abogado Gerald Lefcourt confirmó a los medios lo ocurrido, que fue difundido horas antes por un vocero de la policía. Según las primeras informaciones, el incidente tuvo lugar a las cuatro de la madrugada en el lujoso hotel Mercer, en el barrio neoyorquino del SoHo.
A esa hora, un malhumorado Crowe discutió con el conserje del establecimiento porque no pudo realizar una llamada a su mujer, Danielle Spencer, con quien tiene un hijo de 17 meses, y que se encuentra en Australia.
?Él estaba en su habitación, no pudo tener línea y hubo una discusión?, dijo su abogado.
Según los testigos, el actor lanzó entonces su celular a la cara del empleado del hotel, quien tuvo que ser trasladado al hospital St. Vincent y atendido de heridas menores.
Russell Crowe, de 41 años y ganador de un Oscar en 2001 por su papel en Gladiator, está en Nueva York promocionando su última película, Cinderella Man, en la que encarna a un boxeador y comparte pantalla con Renée Zellweger, también galardonada con un Oscar.
No es el primer episodio violento en el que se ve envuelto Crowe, quien en la entrega de los premios Bafta del cine británico, en 2002, reconoció haberse comportado de forma ?abusiva? con un productor de televisión.
También ese mismo año protagonizó un enfrentamiento con un empresario neozelandés en un restaurante de Londres.