Una turista suiza de unos 30 años de edad se encontraba en la madrugada en el centro de Roma cuando, de pronto, un hombre la sujetó sorpresivamente por atrás y comenzó a tocarle insistentemente las partes más íntimas. Un amigo de la joven suiza no tardó en darse cuenta de lo que sucedía e inmediatamente se enfrentó a puñetazos con aquel depravado que ya tenía los pantalones a la altura de las rodillas. Acontecimientos como éste se presentan todos los días alrededor del mundo, sin embargo, este caso es singular si tomamos en cuenta que ese hombre que no pudo contener los efectos primaverales y que no pudo frenar su naturaleza, es un seminarista peruano de 37 años.
No hace mucho se supo también que centenares de monjas de 23 países, la mayoría en el continente Africano, denunciaron haber sufrido abusos sexuales por parte de sacerdotes y misioneros. Los datos figuran en varios informes de la religiosa Maura O’Donouhe y en otro de Marie McDonald, publicados por la revista norteamericana “National Catholic Reporter”. En dichos informes se habla de embarazos de religiosas, que incluso fueron forzadas a abortar en hospitales de la zona, y que tuvieron que abandonar su congregación, mientras que los sacerdotes implicados apenas fueron sancionados con cambios de parroquia o retiros de dos semanas.
En las páginas del informe la hermana O’Donohue relata lo sucedido en Malaui en 1988, cuando una congregación de hermanas solicitó la intervención del obispo tras comprobar que dos o tres sacerdotes diocesanos habían violado y dejado embarazadas a 29 monjas. El prelado respondió suspendiendo a la superiora. Otras atrocidades corresponden a favores sexuales que novicias recién llegadas debían prestar a los sacerdotes para acceder a los certificados necesarios para trabajar en una diócesis. Del mismo modo, es un hecho que, desde los años ochenta, en muchos países del sur de África las monjas no viajan solas en coche con un sacerdote por miedo a ser violadas.
Pero el problema no sólo se presenta en un continente atrasado y con una cultura totalmente distinta a la nuestra, sino que también está presente en países como Estados Unidos. El teólogo español, Enrique Miret Magdalena, dice que el problema sexual es grave en el mundo clerical, y cita estudios recientes de sociólogos católicos: “en Estados Unidos, sólo el dos por ciento de los sacerdotes cumple el celibato. El 50 por ciento, sólo relativamente”.
Cito estas noticias porque en lo personal me sorprendieron muchísimo. No me sorprenden por el hecho de que estos sacerdotes no hayan respetado el voto de castidad. Hay que recordar que ellos son hombres y que, por lo tanto, es inevitable que tarde o temprano la naturaleza triunfe sobre las imposiciones. Lo que me sorprendió es que la mayoría de esos religiosos que decidieron actuar como hombres, no fueron castigados como hombres.
¿Qué es peor? ¿Qué un sacerdote sea infiel a su voto de castidad? ¿O que un sacerdote se convierta en un violador? Ante estos hechos vale la pena pensar en el estado actual de nuestra Iglesia. El mundo progresa y la Iglesia también debe progresar. ¿Por qué no aceptar que los sacerdotes tengan su esposa y sus hijos? A mí, como creyente católico, no me importaría eso. La Iglesia tendrá sus razones para demostrar que lo que propongo es un disparate descomunal, pero creo que no estoy tan errado, pues, para no ir más lejos, hay que recordar que algunos de los apóstoles de Jesús eran casados.
La regla del celibato obligatorio fue decretada por un Papa, ¿por qué no puede ser anulada entonces por otro Papa? Además, ¿quién puede asegurar que el celibato es un requisito indispensable para ser un buen sacerdote? Es común escuchar que hacen falta más sacerdotes, ¿acaso no aumentaría el número de religiosos si se permitiera la ordenación de hombres casados?
Estoy seguro que si los ministros de la Iglesia estuvieran casados, podrían aportar su experiencia y sensibilidad a los temas contemporáneos que enfrentan los católicos en el cambiante mundo actual.
Los tiempos cambian y nosotros nos tenemos que adaptar a ellos. ¿Por qué la Iglesia se aferra a ideas que por atrasadas empiezan a acarrear graves consecuencias?
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