Nueva York, (Notimex).- A pesar de que la de San Patricio es la más conocida y publicitada de las catedrales neoyorquinas, no es la de mayor peso específico en la jerarquía eclesiástica de la ciudad o el estado, ni tiene una historia arquitectónica relevante.
Ambos honores corresponden a la Catedral de Saint John the Divine, la mayor estructura gótica del mundo y sede de la Diócesis Episcopal de Nueva York, que en la entidad tiene números de fieles comparables a los de la Iglesia Católica Romana.
El monumental edificio se alza sobre la parte norte de la Avenida Amsterdam, al oeste de Manhattan, y el proyecto original del mismo, diseñado a finales del siglo XIX, nunca ha sido terminado del todo, y es quizá lo que da un atractivo especial.
El libro Guiness de los Récords la enlista como la catedral más larga del mundo, pues las dos iglesias más grandes de la tierra, San Pedro, en Roma, y Notre Dame de la Paix, en Yamoussoukro, no son catedrales.
Saint John the Divine fue construida sobre una superficie de 11.5 hectáreas, en el terreno que antes auspicio a un orfelinato y un asilo de ancianos.
El diseño arquitectónico inicial estuvo a cargo de la firma de George Lewis Heins y John La Farge, y tenía un marcado estilo Bizantino-Romano.
La construcción inició en 1889 y dado que no se encontró piedra sino hasta después de excavar casi 30 metros, el costo se disparó y el proceso sufrió varios retrasos.
En 1907 murió Heins y el fideicomiso a cargo del proyecto, inseguro de continuarlo solo con La Farge, decidieron traer a juego a Ralph Adams, un prominente arquitecto de una firma reconocida en la época, asentada en Boston, al noreste.
El producto fue una construcción parecida al Alto Gótico prevaleciente a finales del siglo XIII en el norte de Francia, aunque manteniendo el concepto original de los primeros diseñadores, "piedra sobre piedra".
El largo de la nave de la catedral es similar al de dos campos de futbol consecutivos y en su punto más alto tiene poco más de 40 metros de separación con el piso.
Ello la convierte en la nave gótica más alta y larga de cualquier recinto religioso en el mundo.
A los costados, cuenta con siete capillas, con un carácter distintivo sobre siete de las etnias más representativas en el Nueva York de la época.
Los primeros servicios (en la cripta) se llevaron a cabo en 1899, cuando gran parte de la obra estaba a medias, y el recinto para el coro no fue abierto sino hasta 1911.
La primera celebración eucarística en la nave se realizó hasta 1945, unos días antes del ataque a Pearl Harbor, y tras la tragedia, la construcción se congeló.
No fue sino hasta 1979, cuando el obispo Paul Moore decidió revivir los planes de reanudar la construcción del proyecto inicial, animado por la dinámica económica del momento y por la urgencia de preservar lo que ya se tenía.
Moore diseñó un programa de entrenamiento de jóvenes para que trabajaran artesanías de piedra, y al tiempo que les dotaba de una habilidad particular, reanudaba la tarea pendiente desde hacía más de 30 años.
El proceso iniciado por Moore continuó hasta mediados de la década de los años 90, cuando los escultores de piedra cuyo trabajo es indispensable para finalizar el proyecto, se dispersó.
Esto, poco más de un siglo después de que se comenzó la construcción.
"Esperamos que algún día se termine, pero si nunca se logra, quizá sea mejor, es una suerte de amuleto (...) muchos creemos que si se termina puede ser mala suerte", dijo hace unos días Johnatan Beeder, un capellan de la catedral.