EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Saldos de Katrina/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“La experiencia no es lo que le sucede al hombre, sino lo que el hombre hace con lo que le sucede”.

Aldous Huxley

La primera adjudicación de fondos federales para apoyar a los damnificados por el huracán Katrina fue de diez mil 500 millones de dólares; el Congreso estadounidense aprobó esa partida especial apenas la semana pasada. Para tener una idea de lo mucho que ha cambiado la perspectiva en unos cuantos días, vale la pena señalar que ayer el presidente George W. Bush solicitó 51 mil 800 millones de dólares adicionales. Las dos cifras sumadas dan ya un monto de 62 mil millones de dólares: más o menos el gasto anual de mantener las tropas estadounidenses en Irak.

Hay un poco más de un millón de damnificados por el huracán Katrina. Esto significa que el Gobierno Federal espera gastar alrededor de 60 mil dólares, o sea unos 650 mil pesos, en cada uno de ellos. Es muy probable, sin embargo, que este dinero se acabe en tan sólo unos meses; por ello se calcula que el Gobierno Federal estadounidense terminará erogando más de 200 mil millones de dólares -el presupuesto total anual de México- en apoyo y reconstrucción.

La primera estimación del número de muertos por el huracán fue de un centenar, pero también esta cifra ha crecido de manera espectacular. Se han encontrado hasta el momento 260 cadáveres en la zona. Pero el alcalde de Nueva Orleans, Ray Nagin, ha declarado que la cifra total podría elevarse a diez mil. El número es quizá exagerado, pero sugiere la magnitud de la tragedia.

La zona devastada por el huracán Katrina tiene una de las mayores concentraciones de población negra en los Estados Unidos. Tan sólo en la ciudad de Nueva Orleans, los negros representaban el 70 por ciento de los residentes hasta la llegada del huracán Katrina. Esto es lo que le ha dado a la tragedia un cariz político y ha hecho que los grupos que pretenden representar a los afroestadounidenses hayan tratado de obtener beneficios políticos de lo ocurrido. Pero el desastre ha exhibido el nivel de pobreza en que vivía esa población.

La ayuda a la zona afectada tardó varios días en fluir. Parte del problema es que, aun cuando se preveía una afectación por el meteoro e incluso se había advertido sobre la posibilidad de que los diques que protegían a la ciudad de las aguas del mar se rompieran o quedaran rebasados, las autoridades no calcularon que la destrucción alcanzara la magnitud que finalmente tuvo. De hecho, éste bien puede ser el mayor desastre natural en la historia de los Estados Unidos.

Otro de los factores en la tardanza fue el desorden interno en el Departamento de Seguridad Interior, un nuevo gigante burocrático en el cual se han conjuntado dependencias gubernamentales de responsabilidades muy diversas, incluida la FEMA o Agencia Federal de Administración de Emergencias. La falta de reglas claras de actuación impidió que ésta actuara con su oportunidad habitual.

Desde hace años ha habido voces que advirtieron de los riesgos de un desastre en Nueva Orleans. Antes de empezar el Gobierno de Bush, la FEMA señaló que los tres desastres más devastadores que podían afectar a la Unión Americana eran un ataque terrorista en Nueva York, una inundación en Nueva Orleans y un terremoto en San Francisco. “Pero el Gobierno de Bush -sentenció Michael Lind, un investigador de la New America Foundation, el seis de septiembre en el Financial Times de Londres- estaba concentrado en su prioridad: Irak”.

Efectivamente, Irak ha sido la gran obsesión del Gobierno de Bush. Richard Clarke, el ex encargado de la lucha antiterrorista en la Casa Blanca, afirma en su libro Against all Enemies (Contra todos los enemigos) que fue esa obsesión la que impidió que Bush y su gabinete entendieran el peligro que representaba para la seguridad nacional una organización de estructura informal como Al Qaeda.

La intervención militar en Irak, por otra parte, explica en buena medida por qué el Ejército y la Guardia Nacional de Estados Unidos no han tenido la capacidad para dar un apoyo suficiente a los damnificados. Los gastos de la reconstrucción de Nueva Orleans y la zona devastada habrían sido manejables por sí solos para la mayor economía del mundo, pero sumados a las guerras de Afganistán e Irak pondrán en riesgo la estabilidad económica de Estados Unidos y del mundo.

Hay muchas lecciones en el desastre del Katrina. Pero quizá la más importante es que un Gobierno debe reconocer realmente sus prioridades. Y el de George w. Bush parece haber perdido la brújula.

LOS SISMOS

El próximo 19 de septiembre se cumplirán 20 años de los sismos de 1985. La pregunta es si hemos aprendido nuestras lecciones. ¿Estamos hoy más preparados para un terremoto de esa magnitud? Si pensamos que nunca volverá a ocurrir, nos estamos, seguramente, haciendo tontos.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 169126

elsiglo.mx