Los pacientes locales y foráneos deben de enfrentar la telaraña burocrática del Centro de Transfusión
Son las 06:00 de la mañana y los posibles donadores de sangre van tras una ficha que les permita integrarse al proceso, en la ventanilla del Laboratorio de Análisis y Centro de Transfusión Sanguínea de la clínica No. 1 del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Además de enfrentar una enfermedad, los pacientes deben lidiar con un aparato burocrático que se niega a facilitar el acceso de aquellos que donarán su sangre en busca de la ansiada salud y su modo de rehabilitarse. La urgencia de los derechohabientes es pasada por alto. No importa que algunos se hayan trasladado del interior del estado.
El viacrucis inicia a las 6:00 de la mañana, los derechohabientes tratan de llegar temprano para ser los primeros en donar el tejido vital. A la par, otros derechohabientes entregan sus muestras de orina para sus posteriores análisis.
Apenas es el inicio de un largo peregrinar para poder donar sangre para algunos familiares que lo necesitan, ya que el personal del IMSS se encuentra a cuentagotas registrando a los participantes, quienes uno a uno y después de dar muestras para su análisis dan las 09:00 horas.
El primer paso es entregar la tarjeta de filiación, no hay mayor trámite que pasar a cada donador a efectuarse el análisis de sangre que garantizará la donación de un lote sanguíneo de calidad que podrá ser utilizado por otro derechohabiente, no necesariamente un familiar.
En este proceso el candidato llena un formulario para delinear su forma de vida. Se detalla con cuántas parejas convive sexualmente, si se utilizan drogas, si se ha tomado alcohol en las últimas 48 horas. Si el donador se ha tatuado, también tendrá que enterarse al laboratorio.
Al término de esta tarea, el formato se entrega a un empleado de escritorio, el cual toma por fin los datos del donante, del receptor y se entrega por fin a un laboratorista, el cual extrae muestras de sangre para su análisis. Posteriormente hay que pasar al consultorio 33, ahí un médico interroga al donante cada uno de los tópicos que se describieron en el formulario para transfusión sanguínea.
La espera obliga a todos, donantes, familiares y amigos, a deambular por los pasillos para evitar el cansancio, debido a la falta de sillas. El hastío obliga a la solidaridad de los pacientes, las historias se revelan ante ?el compañero de dolor?. Aquí hace su ?agosto? una máquina de café, donde se pueden obtener diversas variedades de la bebida, además de un humeante y espumoso chocolate.
En el consultorio 33 los minutos son de 60 segundos larguísimos, 15 minutos puede tardar un donante para explicar al galeno lo que ya se le entregó en el formulario.
En el laboratorio existen varios empleados con las manos cruzadas, otros las traen en la bolsa. La trivialidad de sus conversaciones choca con la desesperación de los 25 donadores que lograron entrar a la telaraña burocrática del IMSS.
Luego de la larga espera en el multicitado consultorio regresa el donador al área de laboratorio, donde la sangre empieza a salir a cuentagotas.
Únicamente dos laboratoristas realizan la extracción de sangre. Se pregunta el porqué de la tardanza y la encargada revira con un pliego petitorio, pide comprensión, pero no repara en la diversidad de necesidades y urgencias de los donadores.
Pasan unos minutos y el número de laboratoristas aumenta a cinco. Varios estudiantes entran a escena orientados en la especialidad de análisis clínicos, los cuales son fáciles de reconocer, usan pantalón de mezclilla, tenis multicolores y, eso sí, una reglamentaria bata blanca.
Con ?meticulosidad? los donadores siguen el orden numérico de acuerdo con su llegada, pero se dan cuenta que del 22 se pasa al 24, el 18 todavía está en espera. En este proceso ya transcurrieron cuatro horas desde que se visitó el primer escritorio.
Al interior del pequeño consultorio donde extraen la sangre, las camillas se sostienen con bancos, la laboratorista hace mención sobre las necesidades que existen; sin embargo, señala que su jefe inmediato, Miguel Mercado, no hace caso de las observaciones, por lo que todo trasciende sin mayor atención.
No se cuenta con infraestructura adecuada para la transfusión sanguínea; aunado a esto, al desechar las muestras de orina al lado del laboratorio de análisis adjunto se generan malos olores, lo que podría generar infecciones en los pacientes, comentó una técnica laboratorista, quien negó dar su nombre por temor a represalias.
En este momento, el reloj marca las 11:00 horas, instante cuando se puede ver el fin de un proceso que desmotiva el continuar donando sangre para personas que en realidad lo necesitan.
Se justifica SNTSS
Ante el proceso burocrático que absorbe las buenas intenciones de posibles donadores de sangre, el Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS), a través del secretario general, Ramón García Jiménez, responden con un folleto dirigido al derechohabiente donde manifiesta que ?a pesar de los esfuerzos sobrehumanos que hacemos los trabajadores del Seguro Social en la actualidad no contamos con los recursos humanos y materiales mínimos que son necesarios para brindar una atención oportuna que la institución está obligada a proporcionar?.
?En los últimos meses la atención médica ha sufrido deterioro de manera importante en todas las unidades del IMSS. Esto se debe a que el director, Santiago Levy, con la finalidad de presionar en nuestra propia revisión contractual, pretende por todos los medios continuar deteriorando la imagen de los trabajadores?.
?Desde la aprobación a las reformas a la Ley del Seguro Social se han dejado de abastecer a todas las clínicas y hospitales, con medicamentos, instrumental médico e insumos necesarios y no se está contratando personal que sustituya a quien se ha jubilado, está de vacaciones, solicita licencias o enferme?.