EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Satiricosas/Cuauhtémoc

Manú Dornbierer

Cuauhtémoc Cárdenas ha hecho mucho por la democracia. Nadie lo pone en duda, pero tampoco es el Papa infalible y absolutamente reverenciable de la izquierda. Él tuvo la oportunidad de instaurar la democracia en México y no lo hizo. No quiso o no pudo defender su victoria electoral en las urnas en 1988, a mi leal saber y entender, la única elección presidencial que ganó, así haya reivindicado la de 1994 vs. Zedillo a través de una Comisión de la Verdad, en la que tuve el honor de participar, y después competido vs. Fox. Avaló recientemente la victoria de Cárdenas el propio De La Madrid: “El PRI perdió en 88” y por más que lo obliguen a desdecirse, la gente sabe que dijo la verdad.

Pero si el gran robo salinesco de la elección fue nefasto para la democracia y para México, igualmente negativo resultó que el real vencedor de la contienda se rajara, con o sin atenuantes, en el momento de hacer efectiva la primera histórica victoria sobre el PRI, retrasando la decisión de los ciudadanos hasta 2000, a beneficio de Fox.

Haberse salido del PRI ya pestilente, no obstante que le dio varios puestos, el máximo la gubernatura de Michoacán, fue un buen primer paso de Cuauhtémoc hacia la democracia, que los nacos consideraron “traición”, como si no hubiera millones de personas que deciden cambiar de bando, de creencias, etc. cuando ya no funcionan.

Los mismos avatares dejaron su religión de origen para crear otra mejor y se vale. Cuando Cuauhtémoc salió del PRI con Muñoz Ledo, González Guevara y otros priistas del ala izquierda, hubo quien dijo que fue porque no le quisieron dar la candidatura presidencial. Sea lo que sea, fue válido pues el PRI era ya desechable para su propia gente y para el país.

Por otra parte no podía aspirar a la candidatura priista a la Presidencia porque no tenía aún la estura política suficiente. Si se la hubieran dado por ser hijo del gran Lázaro Cárdenas, hubiera ganado, claro, pero no por sus propios méritos como ganó siendo candidato de la izquierda.

Cuauhtémoc Cárdenas creció con su campaña de 1988. Por eso tanto nos dolió a sus partidarios que haya permitido que se salieran con la suya Salinas de Gortari y Diego Fernández de Cevallos. Ésa sí fue una traición al voto. Los dejó ganar y aliarse para crear el partido bicéfalo PRIAN, sustentador del fraude electoral, a cambio de la primera gubernatura para el PAN, la de Baja California en 1989, que lo hizo despegar hacia otras posiciones.

Se supo que Cárdenas se entrevistó en aquellos días con Salinas. Que haya o no pactado con el pelón después del asesinato muy acallado por cierto, de sus dos colaboradores Francisco Ovando y Gil Heraldes, expertos en computación que tenían por supuesto las pruebas de su victoria, quién sabe.

Que se haya asustado era lógico, pero que haya renunciado tan fácilmente al gran papel que la Historia le deparaba eso sí dolió. Le recomendaban sus asesores y exigíamos sus partidarios que entrara a Palacio Nacional por las actas electorales, pruebas sustanciales de la derrota priista, pero no quiso. Sus enemigos, léase Diego Fernández, íntimo de Salinas y encargado por el PRIAN de esa otra traición a México, las quemaría más tarde con todo y Palacio Legislativo. ¡Qué bonito país!

El que estaba enterado de la verdad era el entonces candidato panista a la Presidencia, Manuel Clouthier, pero como murió “convenientemente” en un accidente de carretera, pues se llevó a la prematura tumba el secreto. Quedó pues el ex gran partido Acción Nacional a las órdenes de los neopanistas legitimadores de Salinas, Diego Fernández de Cevallos, Luis H. Álvarez, Castillo Peraza y su amigo, el jovenzazo e inteligente, Felipe Calderón al que hoy le toca defender al PAN en la batalla por la Presidencia de 2006, por eso algunos dicen que “es uno de los delfines de Salinas”.

Cuauhtémoc alegó para explicar su docilidad “que no quería derramamiento de sangre”, lo que sin duda hubiera ocurrido de entrar a fuerza a Palacio por las actas. Bueno, pues sí no quiso ser el Allende mexicano, ni modo, pero en cuanto al dicho derramamiento no lo evitó, al contrario, Salinas despachó al otro mundo a más de 600 perredistas ¿o no?

Claro, Cuauhtémoc no tenía tras de sí más que a la opinión pública y a una izquierda endeble, como todos los que tienen la misión de terminar las dictaduras, pero suficiente para haberlo elegido. Pero se dijo muy a la mexicana ¡Mañana! ¿Pudo haberle prometido Salinas que en la próxima elección la haría? Me duele decir todo esto.

En 1988 fui partidaria acérrima de Cuauhtémoc, como muchos y pagué personalmente un alto precio. En público y en privado me insultaban amigos y enemigos. Me corrieron de una estación de radio por órdenes de Otto Granados. En Excélsior, mi periódico de entonces (del que finalmente me mandaría expulsar Raúl Salinas) un día sí y otro también, empezaron a insultarme y a calumniarme una patética periodista de hiperderecha y sus huestes, al servicio de Salinas.

Detestaban al que llamaban “Cardenitas”. Por otra parte, mis amigos, Cecilia Corona y Luis Sánchez Aguilar, gran luchador de izquierda e investigador acucioso, murió en la carretera del Sol en otro accidente carretero, un día sin nubes y a las dos de la tarde, me convencieron de “pasar la esponja”, como dirían los franceses, y comprender que Cuauhtémoc era la mejor carta contra el PRI.

Acepté pero ni pude ni puedo olvidar el 88 que debió ser el parteaguas. México. Cuauhtémoc pudo ahorrarnos a Salinas, a Zedillo, a Fox y muchos años de atraso, de saqueo, de falsedad, de asesinatos, de inmundicia política, pero sobre todo de ruinoso “neoliberalismo”. De haber comprendido entonces que era “ahora o nunca”, México estaría en otra situación y él no tendría que seguir luchando por una cuarta y absurda candidatura ni contra López Obrador que 17 años después ha podido recrear un clima ciudadano propicio para que por fin la izquierda gane la Presidencia.

Como mexicana y como amiga de Cuauhtémoc, espero que recupere la nobleza de su estirpe y su propia lucidez y no siga, quizá por el amargo recuerdo de 1988, haciéndole el juego nuevamente a Salinas.

www.manu-dornbierer.com.mx

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 176961

elsiglo.mx