El petrolero Bush no cree en el mayor peligro actual que enfrenta la Tierra y todos los seres que la habitan: El Cambio Climático. El presidente de USA no firma, por sus muchas pistolas, el Protocolo de Kyoto y se ríe del calentamiento de este planeta de cuyas riquezas se considera dueño y señor. Asegura que God, y nadie más, le ordenó destruir Irak para apoderarse del petróleo del desierto.
Por otra parte él y Cheney, quieren sacar petróleo hasta de los cascos polares. La arrogancia y el crimen han sido los exitosos ingredientes de su Gobierno, avalado por millones de inconscientes robots a los que les lavaron el cerebro al grado de ofrendar a sus hijos a locura de Bush y sus halcones.
Pero de pronto la Naturaleza responde ¿el mismo God? y lo pone en su lugar. Los huracanes del verano de 2005 atacan directamente la región de USA en la que se ubica más del 40 por ciento de su propia producción petrolera. El 44 por ciento de la misma queda paralizada después del paso de Katryna y de Rita, 44, el mismo número de puntos porcentuales sustraído del presupuesto de protección de Nueva Orleans para financiar la guerra de Irak.
Además de los desoladores efectos de los huracanes Katrina y Rita sobre los más pobres de los súbditos sureños del Hitler americano, los huracanes elocuentemente punitivos tienen un grave efecto sobre la economía de su país y mundial. Se agudiza la preocupación del petróleo. Cientos de barcos llevan gasolina de todos los países a la potencia y la OPEP ofrece producir dos millones de barriles más diarios, aunque uno de sus expertos se opone al exceso de explotación que puede dañar los campos petroleros y de nada serviría pues la capacidad de refinación es ya escasa.
Tres o cuatro años requiere la construcción de una refinería y muchos millones de dólares. Por su parte el Wall Street informa el 22/9/05 “La industria nunca había visto nada como la temporada de huracanes de 2005. Mientras se evacuaba a 40 mil trabajadores de las instalaciones mar adentro y se cerraban refinerías, los mercados empezaron a preocuparse por la oferta de gasolina para los próximos días y la disponibilidad de gas natural para el invierno estadounidense. Cerca de un cuarto del petróleo y gas natural producido en Estados Unidos proviene del Golfo de México y las costas de Texas y Mississipi son sede de un tercio de la capacidad de refinería de EU”.
Pero en su todavía arrogante ignorancia Bush promete una reconstrucción magnífica en el castigado sur. Quizá a solas con Cheney hasta se frote las manos por el business que para ellos puede significar la reconstrucción de las costas del Golfo de México, país por cierto al que, para berrinche del alcalde de Nueva Orleans, ni Katrina ni Rita tocaron, respetando la línea fronteriza como si tuvieran conciencia de ella.
¿Van a ganar tanto como en la inexistente reconstrucción de Irak? A Bush no le da ni catarro con las apocalípticas inundaciones de Louisiana, con la destrucción de las instalaciones del litoral, con el abandono y muerte de cientos de los más pobres y oscuros de sus súbditos.
Sólo que la popularidad del Hitler americano cae y es difícil creer que se repondrá. Qué importa, ya no puede ser reelecto, pero lo grave es que le faltan tres años de destrucción y si lo dejan en el puesto, será mundial. Ojalá el Congreso que lo ha sostenido, le pare el alto cuando los ciudadanos despierten de “la pesadilla americana del siglo XXI”.
“A finales de mayo de 2005, informa Robert Goodman en un artículo en prensa internacional, el Gobierno de Bush recibió duras críticas de un grupo de prestigiosos científicos que afirma que su Administración selecciona las conclusiones científicas que encajan con su agenda política mientras que las investigaciones “inconvenientes” son suprimidas”.
Bush acusa con sus jefes a los científicos que quieren ilustrarlo sobre el tema del Cambio Climático, como Sir David King, consejero de Tony Blair, que calificó de indefendible la postura de W. Por su parte Bob Watson, científico del Banco Mundial, insistió en que Bush no podía seguir ignorando los repetidos avisos del Pentágono sobre el Cambio Climático.
Ah, porque el Pentágono sabe perfectamente lo que pasa y el secretario de “la Defensa”, Donald Rumsfeld, quiere cumplir con su deber y “preparar a las Fuerzas Armadas para sus retos futuros”.
La conclusión del informe del propio Pentágono que se mantuvo secreto durante meses es esta: “el desorden y los conflictos se convertirán en una rutina habitual. Una vez más las guerras definirán la vida humana”.
Y Rumsfeld, sin duda ha de estar encantado. Rob Gueterboch, de Greenpeace, opinó en cambio que “la situación es verdaderamente surrealista porque el presidente afirma que el calentamiento global es un embuste, mientras que al otro lado del Potomac el Pentágono prepara guerras climatológicas”.
¿Tendrán ya la tecnología para ellas? Así las cosas, no es posible evitar una ingenua pregunta de ciencia-ficción: si como creemos muchos, los que tiraron las Torres Gemelas para lanzarse a “La Guerra contra el Terrorismo” en 2001, fueron los propios gringos (remember el Maine 1898 para iniciar la guerra en Cuba, Pearl Harbor en 1941 para que USA entrara en la Segunda Guerra Mundial, Oklahoma 1995, para erradicar una secta).
¿Podría Bush haber jugado a Zeus y dirigir a Katrina y a Rita sobre las instalaciones petroleras de la costa de Louisiana y Tejas, en pos de un buen pretexto para apropiarse sin más remilgos del petróleo mundial?
Por lo pronto la OPEP obsequia dos millones de barriles diarios, cientos de barcos se dirigen a USA llevando gasolina y ¿México está dispuesto a seguir soltando nuestro petróleo a Halliburton?
Defiéndalo con más brío en este difícil momento, senador Bartlett, en vez de defender la inexistente (como bien sabe) legitimidad de Salinas.
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