El cambio en México se volverá a demorar ante la cercanía de las elecciones presidenciales que ya están la vuelta de la esquina.
En pocas semanas los partidos iniciarán sus procesos para elegir a sus candidatos a la Presidencia de la República y de ahí hasta julio de 2006 las campañas electorales envolverán al país.
No veremos en este año ni tampoco en el siguiente la aprobación de las tan llevadas y traídas reformas estructurales que han sido frenadas en las cámaras de Diputados y la de Senadores.
El anunciado cambio que tantas esperanzas levantó con la llegada de Vicente Fox a Los Pinos quedó en meras promesas.
Se han registrado cambios en las formas y en los estilos de gobernar, pero en el fondo México permanece amarrado a infinidad de atavismos que no permiten caminar al paso deseado.
Lo más riesgoso a estas alturas es que en 2006 llegue un presidente populista o corrupto y remonte al país a los tiempos del autoritarismo presidencial que tanto daño causó a los mexicanos.
Algunos de estos atavismos que urge superar para ponernos al día en este mundo globalizado que avanza a una velocidad impresionante son los siguientes:
Hay que reformar la Ley laboral, autorizar la contratación por horas de trabajo, eliminar las costosas indemnizaciones en los despidos y al mismo tiempo ofrecer seguro para el desempleo, abrir el seguro médico a compañías privadas y regular las prestaciones sindicales que mantienen en jaque a miles de empresas.
Permitir a empresas y particulares extranjeros adquirir propiedades en playas y en la frontera del país. Son absurdas las limitaciones que todavía contempla la Ley dizque para evitar que los extranjeros se apoderen de nuestras costas y la franja fronteriza.
Autorizar el voto de los mexicanos en el extranjero es una medida inaplazable para 2006. Los diputados y senadores le han dado muchas largas a este asunto, obviamente temen por estos votos pero no existe razón para que se niegue un derecho que tienen todos los mexicanos, estén fuera o dentro del país.
Se requiere una nueva reforma política que elimine a los legisladores plurinominales y que permita la reelección de los mismos al menos por un período extra. No es posible que el Congreso sea dirigido por políticos impuestos por sus partidos y no elegidos por el pueblo.
En materia penal quedan muchas tareas pendientes. Delitos como el narcotráfico, secuestro y tráfico de armas deben ser combatidos por todas las instancias legales. Regular la portación y venta de armas sería mejor que una prohibición tajante que obliga a todo mundo a estar fuera de la Ley.
Finalmente es imperativo restaurar el Estado de Derecho en todos los niveles y actividades de México. Ya vemos que ni en las cárceles de alta seguridad se aplica con rigor la Ley y menos a niveles de los estados y municipios. En la vecina Baja California se acaba de ordenar la reinstalación de nueve magistrados que fueron separados ilegalmente en años pasados del Tribunal Estatal de Justicia por capricho de los gobernantes en turno.
Otras reformas pendientes son la energética y la financiera, pero de nada servirán si antes no se logra avanzar en los asuntos más urgentes y trascendentales.
Lamentablemente el Gobierno de Vicente Fox quedó atrapado entre dos fuegos y no pudo negociar favorablemente con los legisladores por la falta de buenos operadores.
Ya veremos en 2007 si López Obrador, Creel, Madrazo o quien llegue a Los Pinos corra con mayor suerte.
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