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Se descarrila tren en Japón

Trabajan los bomberos vontra reloj en el rescate de personas atrapadas en el amasijo de hierros

SUN-AEE

TOKIO, JAPÓN.- Los bomberos de Hyogo, suroeste de Japón, trabajan contra reloj para intentar rescatar a la decena de personas aún atrapadas en el amasijo de hierros del tren que descarriló ayer, en una tragedia que ha dejado al menos 73 muertos y 441 heridos, según la agencia local Kyodo.

Comenzada la noche en Japón, centenares de bomberos, militares y policías se preparaban para alargar a la luz de potentes focos la búsqueda de supervivientes de la mayor tragedia ferroviaria de Japón en 42 años.

Los equipos de rescate lograron localizar a media tarde a cuatro personas aún con vida (dos hombres y dos mujeres a quienes se suministró agua), atrapadas en el montón de chatarra en que quedaron convertidos los dos vagones de tren “incrustados” en un edificio de ocho plantas al descarrilar el convoy.

Allí, entre hormigón y hierros retorcidos, quedó una decena de personas atrapadas, entre ellas las cuatro que por la tarde de ayer aún estaban vivas, indicaron los bomberos.

Sin embargo, según dijeron otros bomberos, podría haber más gente, de quienes se teme lo peor, en el vagón inferior, chafado a presión en el sótano del edificio como una caja de cartón y del que apenas se ven las ruedas bajo la carcasa doblada del segundo coche.

El accidente ocurrió a las 09:18 hora local (00:18 GMT), cuando un tren expreso de cercanías de la compañía Japan Railways West se salíó de las vías en una curva a su paso por la localidad de Amagasaki, a 400 kilómetros al oeste de Tokio, en esa provincia de Hyogo.

Cinco de los siete vagones del tren, en el que viajaban 580 personas, se precipitaron contra los pisos bajos del edificio de viviendas situado a poco más de seis metros del tendido ferroviario.

Cuando se disipó el polvo y humareda levantada por el brutal impacto, los vecinos de la zona asistieron a una escena dantesca: los vagones descarrilados se habían plegado en forma de acordeón y dos de ellos aparecían empotrados contra el edificio.

Inmediatamente comenzó el rescate, con la movilización de equipos de bomberos y Policía de la región, y varias unidades militares allí estacionadas y enviadas por el Gabinete de crisis formado por el Gobierno japonés.

De la confusión inicial, con cifras que hablaban de unos pocos heridos, se pasó pronto a la magnitud real de la catástrofe, con decenas de fallecidos, centenares de heridos y el asombro de que este accidente se produjera en uno de los países más seguros del mundo en lo que se refiere al transporte colectivo.

Este accidente superó al ocurrido en 1991 en la provincia de Shiga, cuando al menos 42 personas murieron y 614 resultaron heridas al chocar dos trenes, en un suceso que conmovió al país y lanzó una campaña a nivel nacional para mejorar la seguridad ferroviaria.

Muchos años antes, en noviembre de 1963, se había producido el peor accidente de tren de la historia de Japón, cuando 161 personas murieron al chocar tres convoyes en Tsurumi, cerca de Tokio.

Las circunstancias del suceso de ayer son aún confusas, aunque los expertos parecen decantarse por un exceso de velocidad del convoy al tomar la curva de Amagasaki, motivado por un posible fallo humano del conductor del tren, un joven de 23 años.

El conductor, que sólo tenía 11 meses de experiencia en su puesto, es una de las personas aún desaparecidas.

Según los expertos de JR West, para que un tren descarrile en esa zona tendría que haber superado antes los 133 kilómetros por hora, siendo la velocidad máxima estipulada para tomar ese tramo de curva de 70 kilómetros por hora.

Además, añadieron los especialistas, el sistema de control de esa parte de la línea donde se produjo el accidente es uno de los más antiguos del país y no cuenta con el sistema de frenado automático que se dispara cuando se sobrepasa el máximo de velocidad permitida.

Numerosos pasajeros señalaron que el tren se desplazaba a mucha mayor velocidad de la habitual cuando el convoy abandonó la estación de Itami, como si tratara de recuperar el tiempo perdido poco antes. En esa estación, el tren de cabecera sobrepasó en ocho metros el andén y su conductor tuvo que realizar una maniobra de retroceso a fin de que los pasajeros pudieran acceder a todos los vagones.

Los técnicos aventuran que el conductor pudo intentar ganar el tiempo perdido (algo más de un minuto) acelerando el convoy, con un resultado catastrófico al dar la citada curva.

Pese a todo, los responsables de JR West no descartaron que en el accidente se conjugaran otras circunstancias, al descubrirse en las vías, a 60 metros del lugar del descarrilamiento, las marcas de fricción producidas cuando las ruedas arrollan un objeto sólido, del tipo de una piedra, por ejemplo.

“Creo que llevará tiempo esclarecer las causas del accidente, pero tomaremos medidas firmes para asegurarnos que no se repitan sucesos similares”, dijo ayer el primer ministro japonés, Junichiro Koizumi.

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