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Se despide Fermín Espinosa 'Armillita' Saucedo

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AGUASCALIENTES, AGS.- Tenía 16 años cuando se dio cuenta que lo suyo no era la escuela, sino el toro. Había pasado poco más de un lustro educándose en un colegio marista de medio interno, cuando en su primer año de preparatoria decidió hablar al respecto con su padre, el maestro Fermín Espinosa Saucedo.

?Te voy a apoyar un par de años, pero te advierto que si no eres capaz de ser el mejor como torero, mejor piensa en el azadón, que es lo que te va a esperar en el rancho, porque otro futuro no te veo?, recuerda Miguel que le dijo su padre cuando le dio la noticia en el Rancho el Chichimeco, en donde pasó toda su niñez.

Porque una cosa era que viniera de una estirpe torera y otra muy diferente que tuviera la capacidad y el carácter para hacerse torero.

Miguel se sintió feliz por el apoyo de su padre, quien le montó su primera novillada el 16 de noviembre de 1975, día en el cual le dio un capote de paseo con la imagen de San Martín de Porres, santo que le acompañó en su presentación como novillero y que hoy le acompañará en su último paseíllo como matador de toros.

?Toda la vida crecí en el rancho y no es que fuera malo en la escuela, es que en verdad quería ser torero y esa primera vez que vestí un traje de luces, me la pasé como flotando, hasta que me dio una voltereta el novillo y desperté del peso que traía encima, me sacudí la responsabilidad y terminé cortando tres orejas y un rabo?, recuerda Miguel en el lobby de su hotel en esta ciudad.

De aquellos primeros años, recuerda que el 25 de enero de 1977 le ofrecieron torear 25 novilladas y tomar la alternativa en México o bien estaba la posibilidad de tomar la oferta que le hizo Enrique Vargas para llevarlo a España sin más garantía que torear lo que fuese posible y tomar la alternativa.

El maestro Fermín le dijo a su hijo que decidiera y, al final, Miguel terminó de formarse bajo la dirección del matador Manolo Cortés, con quien aprendió a pensar en el toro las 24 horas del día al realizar una importante campaña española, que precedió a una brillante carrera como matador de toros.

?Entrenaba las 24 horas con Manolo Cortés y en mi primera temporada, luego de 15 novilladas, logré comprarme mi primer vestido de luces, que me costó 60 mil pesetas y eso me dio la pauta para saber que quería ser yo mismo como artista y jugarme la vida por dinero, porque no tiene sentido hacerlo sin ganar nada a cambio como hacen muchos hoy y menos aún, pagando como hacen otros toreros?, expresa ?Armillita Chico?.

?El toro nunca te traiciona, es el único que va de frente, por eso no le tengo miedo a la muerte, aunque sí a lo que puede haber antes, es decir, a un padecimiento o una enfermedad?, agrega Miguel, quien hoy alterna con el español Enrique Ponce en la Monumental de Aguascalientes.

El secreto de su toreo está en descubrir las condiciones del toro. ?Dios para mí es todo; sólo le pido me cuide por mi familia, porque la vida del torero es muy egoísta y ahora te puedo decir que no me quedo con dudas de nada y me voy de los ruedos encantado de la vida; el toro es el mejor amigo que he tenido, porque me ha dado todo lo que tengo y a la muerte no le temo porque es una cosa divina?, señala.

En su historia, más que las cornadas, a Miguel le han dolido situaciones como la que vivió en 1983, cuando tras la mala segunda tarde que tuvo en Las Ventas, el empresario Manolo Chopera le mandó a preguntar a través del apoderado Luis Álvarez, cuándo se regresaba a México, lo cual le hizo llorar de rabia, pero no evitó que matara 23 corridas de toros en la Península Ibérica.

?Esas cornadas tan fuertes de despachos, son peores. Te das cuenta que la gente en el toreo es muy falsa y que el único de verdad es el toro, pero si no batallas y puedes con eso, no puedes ser figura?, expresó.

Hoy, ?Armillita Chico? asegura que no le falló a su padre, porque cumplió con todos sus sueños. ?A mi padre no le fallé, ese ha sido mi máximo orgullo y espero que un toro me embista 40 ó 50 veces para dar lo mejor de mi toreo. A los toros les he aportado muy poco, puedo decir acaso mi toreo con la izquierda?, finalizó.

Miguel hará el paseíllo con el viejo capote de paseo que le regaló el maestro Fermín, y llegado el momento, su pequeño hijo Miguel, de tres años, y su sobrino Fermín, de 11, le cortarán la coleta, tal como él hizo con sus hermanos al momento del retiro de su padre.

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