¡Se fue la luz!:
Qué molesto resulta ese grito surgido en medio de una fuerte lluvia, una ventisca, o simplemente cuando a la Comisión Federal de Electricidad o la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, les rebasa la posibilidad de suministrar la energía eléctrica necesaria en los hogares y en las empresas de los mexicanos.
Resulta impresionante constatar cómo la energía eléctrica se ha convertido en un factor necesario en la vida actual.
Lo que a principios del siglo XX resultaba un elemento propiciador de ciertas comodidades para aquellas personas y familias que pudieran disponer de él, se ha convertido al paso de un solo siglo (nada: si lo comparamos con toda la historia de la humanidad) en factor indispensable para cumplimentar los requerimientos más elementales que plantea la vida social, económica y cultural de las comunidades contemporáneas.
Sin energía eléctrica muchos aparatos necesarios para simples operaciones laborales o educativas contemporáneas no se pueden llevar a cabo; es más sin energía eléctrica a muchos centros de trabajo ni siquiera se puede ingresar.
Y qué decir respecto de la importancia de ese fluido eléctrico en los hogares, sin él los alimentos se descomponen, muchas funciones de aseo y limpieza no pueden llevarse a cabo y por supuesto el uso de aparatos para la diversión o la comunicación dejan de servir creando en muchas casas verdaderos colapsos.
No digamos el caos absoluto que produce la falta de electricidad en hospitales o centros de salud.
Por ello es que la consideración serena y profunda de todas las implicaciones de la necesaria reforma energética tiene que hacerse de inmediato y no se puede dejar al criterio caprichoso de ciertos legisladores que llevados por teorías soberanistas propias del siglo XIX no permiten siquiera se insinúe, discutir sobre tan importante tema.
En lo que va del temporal de lluvias han caído en la casa de ustedes, pero que habita su servidor y familia, apenas dos fuertes lluvias, pues bien, el récord nos indica que llevamos ya dos apagones de aproximadamente cinco horas cada uno de ellos.
¿Qué podemos esperar para cuando el temporal se intensifique?
¿Pero sobre todo qué podremos esperar para cuando el consumo generalizado de una sociedad como la mexicana que precisamente porque necesita industrializarse más a fondo para crecer económicamente, requiere primeramente crecer en su estructura de suministro eléctrico?
En este tema necesitamos desarrollar estrategias mucho más audaces y generosas que las que hasta este momento se han mantenido, basadas en el manejo monopólico por parte de estas dos entidades públicas.
La CFE y la Compañía de Luz y Fuerza del Centro son quizá los dos ejemplos más prototípicos de lo que es una entidad monopólica, ineficiente, déspota e insuficiente para brindar el importante servicio que debiera dar.
Antes su competencia en lo que a incompetencias se refiere era la empresa telefónica monopólica; desde que ésta cambió su estructura accionaria y funcional, ha transformado también su disponibilidad para brindar el servicio.
NO PUEDE SER MATRIMONIO
El Gobierno socialista español presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, se ha empeñado a sacar a como dé lugar y topando contra lo que se tope la reforma para modificar el Código Civil y legalizar el “matrimonio” entre homosexuales, buscando equipararlo en todos sus derechos a los del auténtico y único matrimonio. Mediante ese proyecto de Ley se modifican más de una decena de artículos específicos del Código Civil, todos los que se refieren a que el matrimonio debe ser entre personas de distinto sexo, para lograr la igualación total de los derechos de las parejas del mismo sexo, incluida la adopción de menores.
Podremos mediante la manipulación semántica y la utilización caprichosa de las palabras pretender inventar un nuevo tipo de “matrimonio”, pero en estricto sentido de la palabra y por la esencia y los fines propios del matrimonio, cualquier engendro jurídico positivista que se pretenda crear en España o en cualquier otra parte, será simplemente una caricatura, una falsedad terminológica, una manipulación lingüística.
La vicepresidente primero del Gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, principal impulsora de ésta y otras medidas de orden social que buscan trasformar el modo de ser y de pensar de los españoles, parece seguir a pie juntillas la estrategia del neosocialismo, más cultural y social que economicista y cuya diligencia para sacarlas adelante con una celeridad impresionante demuestra la importancia de su estrategia.
La referida vicepresidente comentó al dar a conocer la iniciativa de Ley, hace algunas semanas, que estudios realizados por el Gobierno demuestran que los niños no sufren ninguna alteración en su conducta cuando conviven en hogares homosexuales.
Sin embargo en Estados Unidos, Golombok y Tasker publicaron, en 1995 en la revista “American Journal of Orthopsychiatry” y en 1996 en la revista “Developmental Psychology”, un estudio basado en una muestra de madres e hijos que habían evaluado a lo largo de 16 años.
Cuando los niños eran pequeños no encontraron ninguna diferencia entre los hijos de lesbianas y los hijos de mujeres heterosexuales divorciadas que vivían solas, pero 46 de aquellos niños fueron seguidos hasta el inicio de la edad adulta (media de 23.5 años), y las investigadoras encontraron entonces una incidencia significativamente mayor de relaciones homosexuales entre los que habían crecido con madres lesbianas (24 por ciento), que entre los que habían crecido con madres heterosexuales (cero por ciento).
A su vez, Bailey y colaboradores publicaron en 1995 en la revista “Developmental Psychology” otra investigación sobre 75 jóvenes adultos (entre 17 y 43 años de edad), hijos de padres homo o bisexuales cuyos resultados son muy parecidos a la primera de las investigaciones consignadas. En este caso resultó que el nueve por ciento de ellos eran a su vez homo o bisexuales, una tasa muy superior a la media social de homosexualidad, cifrada en Estados Unidos en un 3.7 por ciento.
Ambas investigaciones, las únicas serias por ahora, prueban que criarse con padres homosexuales incrementa el riesgo de homosexualidad de los hijos.