Las tareas de limpieza en el río Coatzacoalcos por el derrame de crudo son lentas
SUN-AEE
NANCHITAL, VERARUZ.- Decenas de pescadores tomaron sus lanchas y abandonaron la zona de desastre ecológico. No se fueron por gusto. Los despidieron las empresas contratadas por Petróleos Mexicanos (Pemex) para limpiar el crudo esparcido a lo largo del río Coatzacoalcos.
Algunos lo aceptaron con resignación, pero otros no y entonces la rebelión de los pescadores se sumó al grave problema ambiental que enfrenta la zona sur de Veracruz por el derrame de miles de litros de crudo, ocurrido el pasado 22 de diciembre.
Y es que las dos empresas contratadas por la paraestatal para limpiar el derrame de miles de litros de crudo decidieron que era tiempo de no pagarles más a una parte de estos pescadores, quienes de la noche a la mañana se convirtieron en simples recolectores de manchas negras.
Aquí, en este Municipio donde se encuentra asentado el primer mando del operativo para rescatar el crudo diez mil barriles de petróleo, la inconformidad social se hizo presente. El sol aún ni salía por estos lares, cuando decenas de pescadores de las zonas de Tonalá y Magallanes arribaron al puesto de mando para emprender su batalla diaria contra el crudo. Sin embargo, lo único que encontraron fue la noticia de que ya no tenían una fuente de ingreso.
Los cerca de 60 afectados que prestaban sus servicios a la empresa Saint Marco, SA de CV, se resignaron. A cambio, recibieron un litro de líquido para limpiar sus ennegrecidas y desvencijadas lanchas. Y sólo eso, porque ni las gracias les dieron.
“Nos despidieron porque el sábado reclamamos que nos pagaran lo justo, pues todavía en las orillas falta recoger”, denunció don Pedro, uno a los que no les dieron las gracias.
“No nos deben dejar así, o todos coludos o todos rabudos, aquí hubieran despedido a todos hasta que se recogiera todo”, suelta otro pescador, quien comienza a deshacerse del overol blanco que vestía para extraer el crudo de las orillas del cauce.
Aunque no todos se resignaron. Cuando el representante de la empresa Lico Ambiental, SA de CV les anunció que sólo contrataría embarcaciones grandes y que reduciría el número de las pequeñas, entonces vino la rebelión.
“O nos dan chamba a todos o a ninguno”, soltó Andrés Martínez. Entonces las amenazas surgieron de parte de los pescadores contra Pemex: bloqueo del río Coatzacoalcos para impedir los trabajos de limpieza, hasta la destrucción de las barreras de contención del crudo.
El representante de la empresa ni se inmutó y les dijo que ya no necesitaban de embarcaciones pequeñas y que en todo caso se rolaran entre ellos, entre quienes poseen embarcaciones grandes, los turnos laborales. “Pero es que Pemex no se fijó si afectaba a pescadores de embarcaciones grandes o chicas, afectó a todos y a todos nos deben de dar chamba”, le gritó uno de los que quedarían fuera.
Para entonces, el reloj marcaba casi las diez de la mañana y los pescadores habían ya decidido, en principio, impedir la entrega de combustible para obligar a Pemex a recontratarlos y despedir a los lancheros provenientes de Tabasco, quienes también apoyan en la recolección del crudo.
Cuando era inminente el bloqueo del cauce del río Coatzacoalcos, la necesidad rompió la unidad y entonces finalmente aceptaron trabajar un día sí y otro no para Lico Ambiental.
Lo único cierto es que las tareas de limpieza siguen lentas. Poco a poco les fueron distribuyendo el combustible para sus lanchas y poco a poco también acudían a las orillas del río Coatzacoalcos a recolectar el lirio impregnado por el crudo.
Parece una tarea sin fin. El avispero de lanchas va y viene, y sigue dejando montones de petróleo en el área de confinamiento, donde trascavos y maquinaria pesada la revuelven en áreas confinadas ex profeso.
