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Seguimos Presentes / El silencio es oro

Jorge Romero Montañés

Cuando deseamos algo y nos consideramos capaces de lograrlo, experimentamos las más renovadoras emociones de entusiasmo, ánimo, alegría, anticipación, determinación, pasión, etc. Nos sentimos capaces de todo... y mientras más nos encontramos en medio de la euforia de esos sentimientos y energías, somos capaces de todo. La diferencia entre las personas que logran sus sueños y las que no lo logran está en la capacidad de permanecer motivada por la pasión que le confieren sus deseos y sus sueños. Un sueño primero tiene que ser concebido ya que éste es algo tan delicado y frágil como una hermosa burbuja de jabón en la que sólo nosotros podemos ver reflejado el arco iris, la cual para protegerla es necesario guardar silencio. ¿Recuerda la última vez que usted se acercó a alguien de su confianza a contarle una idea y en cuestión de unos minutos le hizo ver cuán descalabrada, poco práctica o ridícula era? Por el contrario, ¿cuándo fue la última vez que un amigo le animó con entusiasmo, sin expresarse reservas? Lamentablemente entre la mayoría de las personas encontramos más críticos que alguien que esté dispuesto ayudarle. Cuando algo se encuentra en una etapa tan intangible, como lo es una idea, resulta muy difícil para otros entender. En la mayoría de los casos las críticas son bien intencionadas, pero el resultado es igualmente fatal. Todo lo que se requiere es un par de comentarios muy sensatos y racionales para hacer desaparecer la burbuja de jabón que manteníamos a flote con nuestro entusiasmo y pasión. Si unas pocas palabras logran apagar el ardor y pasión del creador, la idea deja de existir. El potencial de su materialización desaparece totalmente. El silencio ofrece protección pero es también un gran desafío. El mismo entusiasmo que sentimos nos hace querer revelar a todos el motivo. Además, la propia energía que emitimos lleva a otros a darse cuenta de que tenemos algo entre manos y nos exhorta a contarles de qué se trata. No es fácil resguardar ese silencio; pero el lograrlo nos trae como recompensa la meta de oro. Existe una segunda razón por lo cual el silencio es tan importante.

El puro hecho de hablar sobre lo que queremos lograr, sobre lo que vamos hacer para lograrlo, sobre todo lo que va a significar en nuestra vida, lo que vamos a hacer para lograrlo, disipa la propia pasión y energía que necesitamos para alcanzar la meta. Al compartir con otra persona estamos en cierto modo ?disfrutando? de los frutos de la idea y eso disminuye la ansiedad interna que es lo que nos impulsa a actuar. De hecho, hay muchas personas que se conforman con hablar sobre planes y sueños que nunca hacen nada por realizar porque encuentran suficiente satisfacción con un logro ?mental? que pueden compartir con otros.

¡Tómalo como una realidad. Les cuento la historia de un hombre llamado Armando, que tenía un pequeño taller de carpintería ubicado en las afueras del pueblo, donde contaba con algunas máquinas y herramientas... Sin embargo Armando estaba muy contento, ya que a los dos años de haber establecido su taller, éste se había dado a conocer como uno de los mejores en la comunidad. Le había puesto como nombre taller de carpintería ?La Uno?. Una mañana, como todos los días, se levantó muy temprano para ir a ejercitarse; pero en el camino, como a unos 200 metros de su casa, casi tropezó con el cuerpo de un joven herido y maltratado. Armando pronto se arrodilló y apoyo su cabeza contra el pecho del joven pudiendo escuchar que su corazón latía débilmente. Su apariencia era sucia y hediente a sangre, mugre y alcohol, por lo que fue rápidamente hasta su casa por una carretilla, sobre la que cargó al joven. Al llegar, lo colocó sobre su cama y lo higienizó. Durante los siguientes días, Armando se centró en la salud de su huésped. Cuando el joven despertó, Armando estaba a su lado mirándolo con ternura y ansiedad. ¿Cómo estás? Le preguntó.- Bien... creo. Respondió el joven, ¿quién me curó?, yo ¿por qué? ?Porque estabas herido ¿sólo por eso?, dijo. ? No, también porque necesito un ayudante, Carlos-, así se llamaba el joven. Durante los siguientes días se fue fortaleciendo. Armando intentaba enseñarle el oficio, mientras que Carlos intentaba rehuir del trabajo todo lo que podía. Pasaron varios meses, Carlos estaba curado, Armando había destinado la habitación principal de una parte del negocio. A cambio de la promesa que Carlos le hizo a Armando de quitarse todo vicio y dedicarse por completo al trabajo, una noche, mientras Armando dormía, Carlos decidió que seis meses de abstinencia eran una eternidad y creyó que una copa del pueblo no le haría daño. Cerró la puerta de su habitación desde adentro y salió por la ventana de lado, dejando una vela encendida para dar la impresión de que se encontraba allí.

A la primera copa siguió la segunda, y a está la tercera, la cuarta y muchas otras... cantaba con sus compañeros de parranda, cuando vio que pasaron los bomberos. Carlos no asoció este hecho con lo ocurrido hasta que llegó en la madrugada, todo tambaleándose, al llegar a casa vio mucha gente reunida... de ella sólo quedaba una pared, las máquinas y unas pocas herramientas que se salvaron del incendio. Todo lo demás de la carpintería ?La Número Dos? quedó destruida por el fuego. De Armando sólo encontraron cuatro o cinco huesos chamuscados que enterraron en el cementerio bajo una lápida donde Carlos hizo escribir: ?Lo haré Armando lo haré?. Con mucho trabajo, Carlos reconstruyó la carpintería. Él había sido vago y vicioso, pero lo que aprendió de Armando, logró llevar el negocio adelante. Carlos siempre sentía que Armando desde algún lugar, lo miraba y alentaba. Él lo recordaba en cada logro. Al cabo de un tiempo Carlos se casó y tuvo su primer hijo, así como la compra de su primer automóvil. Pero a 300 kilómetros de ahí, Armando vivito y coleando se preguntaba si era ilícito engañar y prenderle fuego a esa casa tan bonita que él había tenido, sólo pensar en la policía del pueblo que pudo haber confundido huesos humanos con huesos de cerdo... Su nueva carpintería era un poco modesta que la anterior, pero ya era también conocida en el pueblo... Ahora se llamaba... Carpintería ?La Dos?. ¿Acaso no vale la pena sacrificarnos por ayudar o por brindar oportunidades a quienes más nos necesitan? ?Reflexión?. Tener y conservar un amigo es una virtud, ser amigo es un honor. ?Seguimos Presentes?.

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