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Seguimos Presentes / ¡Realidad!

Jorge Romero Montañés

Existe un periodo en el que los padres vamos quedando huérfanos de nuestros hijos; es que ellos crecen independientemente de nosotros, como árboles murmurantes y pájaros imprudentes. Crecen sin pedir permiso a la vida, con una estridencia alegre y a veces, con alardeada arrogancia. ¿Dónde quedaron las fiestas infantiles, los juegos en la arena, los cumpleaños con payasos? Crecieron en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia civil. Ahora estamos ahí, en la puerta de la disco esperando ansiosos, no sólo que no crezcan, sino a que aparezcan... allí están muchos padres al volante esperándolos a que salgan que sus pelos largos y sueltos. Y ahí están nuestros hijos, entre hamburguesas y bebidas gaseosas; en las esquinas con el uniforme de su escuela y sus incómodas mochilas en la espalda. Y aquí estamos nosotros, con el pelo cano... y es cuando empezamos a reflexionar que deseamos haber estado más tiempo juntos al lado de ellos en su cama, oyendo de cerca su respiración, sus conversaciones y confidencias entre las sábanas de la infancia; y cuando fueron adolescentes, a los cubre camas que aquellas piezas cubiertas de calcomanías, pósters, agendas coloridas y estéreos con música ensordecedora. Y ahí precisamente fue donde los padres fuimos quedando exiliados de los hijos. Teníamos la soledad que siempre habíamos deseado... y nos llegó el momento en que sólo miramos de lejos en silencio y esperando que elijan bien en la búsqueda de la felicidad y conquisten el mundo del modo menos complejo posible.

¡Más realidad! En verdad qué bonito se siente cuando podemos escuchar en nuestro pecho el latir del corazón de nuestros hijos. Hijos legítimos, que son el fruto de un sueño concebido, ?nuestro sueño? y que ahora es una realidad palpitante. La ternura de su piel viva y mirada inocente ante nuestro regocijo, es lo que realmente complementa nuestra felicidad. Ser padre es aquél que extraña a sus hijos cuando éstos se ausentan de casa. Y esto se siente debido a que siempre pensamos en ellos.

En mi caso, mis tres hijos, los dos primeros ya mayores de edad, la menor de 13 años, ya no dependen de pañales ni carriolas, pues ya pasaron esa etapa; pero veo cómo gran cantidad de padres jóvenes pasean felices al lado de sus hijos tomados de la mano; cómo les cumplen sus caprichos con alguna golosina, un globo o un juguete, cuando los pasean por los parques y jardines, cuya nostalgia llega a muchos de nosotros, debido a que nos hace recordar esos años, cuando ellos dependían totalmente de uno. Según fue pasando el tiempo fuimos descubriendo asombrados cada pequeño detalle. Y más lo que significaba realmente ser padre. Cuando escuchábamos por la noche el llamado de ?no puedo dormir?, ?tengo sed?, ?me siento mal? y corríamos por esas medicinas que necesitábamos para aliviar su fiebre, cuando de puntillas nos acercábamos a su cama a escuchar su respiración, acompasada y feliz. Cuando por primera vez nos dijeron papá, cuando los lanzábamos al aire y reían, debido a que no sentían miedo porque les dábamos seguridad con una sonrisa o cuando los impulsábamos, por primera vez para que dieran sus primeros pasos.

El recuerdo cuando nos mostraron sus primeros dibujos, todo lo contrario a un pintor, pero que en ellos resaltaba el afán por la belleza que se escondía en su corazón. Y sobre todo cuando nos abrazaban y tomaban nuestra mano, simbolizando así la confianza de nuestra fortaleza, donde les dábamos seguridad en su andar. Ser padre, es aquél que dedica a sus hijos la mayor parte del tiempo buscándolos y tratando de encontrarlos. O cuando se tiene la preocupación por llevarlos a pasear a algún centro turístico. Aunque esto a veces nos resultara cansado, pero al mismo tiempo reconfortante a la vez. Cuando los enseñamos a jugar, a caminar juntos por el parque, y cuando nos retaron con sus primeras preguntas y de momento no supimos qué contestarles. Cuando por primera vez les hicimos saber cuánto los amábamos y cuando también los presentamos ante el Todopoderoso y los enseñamos a orar. Y cuando les dijimos que fueran sinceros hasta consigo mismos, que era lo esencial, para que pudieran ganarse la confianza de otros. Cuando eran bebés, luego unos niños, nunca imaginamos que hoy serían adolescentes. ¿Pero qué pasó en ese proceso? En realidad hoy me niego a creer esto, es duro que esto esté pasando, dado que hoy nos vamos dando cuenta cómo poco a poco se han ido desprendiendo de nuestras vidas, para ir en busca de sí mismos. Es entonces cuando realmente comprendemos lo que es ser padre, porque pronto oiremos el reclamo inesperado y su deseo de independencia.

Han dejado de acompañarnos, porque sus amigos los esperan, créanme, en ese momento es cuando nuestro corazón se estremece, porque sabemos que el día llegó antes de lo que pensábamos. Así debió ser, el aprendizaje de su vuelo definitivo. ?Reflexión?. Dedica el tiempo necesario a tus hijos, ahora que son niños y tu padre joven. Para que mañana no te quede el consuelo de decir que se quieren más a los nietos que a los propios hijos. ?Seguimos Presentes?.

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