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Seguimos Presentes / ¡Realidad!

Jorge Romero Montañés

Dos hombres que se encontraban en un hospital, uno de ellos solía levantarse aunque fuera con cierta dificultad y pararse junto a la ventana donde pasaba horas enteras. El compañero que compartía la misma habitación, no podía hacer lo mismo, ya que se encontraba imposibilitado debido a un accidente y casi le cuesta la vida, por lo que no podía moverse. Al ver que su compañero de habitación se dirigía a la ventana, él constantemente le preguntaba qué era lo que veía, por lo que él gustosamente le describía todo. Le comentaba que en la acera de enfrente había un hermoso parque, lleno de árboles y una hermosa fuente; gente por doquier paseando; niños jugando y corriendo por el pasto. El compañero le comentó uno de esos días sobre un bonito desfile con carros alegóricos y gente con disfraces que estaban pasando. Tal vez estaban celebrando algún aniversario; a los lados se veía gente observando el paso de los carros los cuales iban adornados. Así mismo el compañero también hablaba del cielo, de las nubes, del sol brillante; así como el paso de las aves y las mariposas que sobrevolaban el área. Por las noches comentaba de la luna y de las estrellas que aparecían en el horizonte. Eran tantas cosas bonitas que le había contado al compañero que se encontraba postrado en la cama, (quien a pesar de que todo esto existía) anhelaba estar bien para volver admirar todas esas cosas maravillosas. Desgraciadamente un día, por cosas del destino, el compañero que solía posarse sobre la ventana murió. El otro paciente, al paso de los días ya podía moverse gracias, a que ya se estaba recuperando. Por lo que le pidió a una de las enfermeras, le ayudara a caminar hasta donde se encontraba dicha ventana, misma que con gran esfuerzo logró llegar. ¡Pero cuál sería su sorpresa, que lo que ahí había era tan sólo una pared!, por lo cual él sorprendido preguntó qué día había sido construida dicha pared. La enfermera le contestó que esa pared tenía varios años de construido y que formaba parte del hospital. Nuevamente el paciente dijo. ?No puede ser sí mi compañero que falleció me contaba diariamente lo que veía por esta ventana?.

La enfermera nuevamente le dijo al paciente: ?Que eso no era posible?. ?¿Por qué??. Preguntó una vez más el paciente. La enfermera le contestó: ¡Qué acaso usted nunca supo que su compañero era ciego!

¡Vivamos el presente! De veras no existe momento ni día más hermoso, cuando se vive el presente. Los ayeres ya sólo forman parte del recuerdo, algunos alegres y otros tristes, otros que quedaron fotografiados en cartulinas y cintas de videos. Donde nos vemos niños(as) o jóvenes acompañados de nuestros seres queridos o amigos, en lugares propios de nuestro hogar, algún evento trascendental o bonitos paisajes según el lugar. Los ayeres pudieron haber sido hermosos, pero desgraciadamente no podemos voltear hacia atrás porque corremos el riesgo de no ver los rostros de las personas que hoy van a nuestro lado. Puede ser el que el día de mañana amanezca aún más hermoso, pero no podemos avanzar si miramos sólo el futuro, porque también se corre el riesgo de que no podamos apreciar los paisajes que se presentan hoy ante nuestros ojos. Por eso es preferible disfrutar el momento de esos días, porque sabemos que pronto pasarán gocemos de todas las maravillas que nos da la vida del sol que nos da su luz y calor, o del estremecedor frío. Los días no pueden ser modificados, ni tampoco pueden platicarse porque representan el mañana, un lugar que todavía no existe. Por eso es muy importante que digamos a nuestros seres queridos en todo momento. Hoy te quiero más que ayer. Hoy te escucho mejor que ayer. Hoy te pido disculpas por mis ofensas de ayer. Hoy comparto contigo lo que tengo. Hoy me separo de ti sin guardarme una palabra para mañana. Porque hoy respiro, veo, pienso, oigo, sufro, huelo, lloro, trabajo, toco, río, amo... Hoy, hoy estoy vivo como tú.

El pasado jueves, con motivo del Día de Reyes, cientos de familias y trabajadores, se reunieron en sus centros de trabajo y el hogar, para compartir y disfrutar la tradicional Rosca de Reyes. Ese día el sabroso champurrado, el rico chocolate, y las bebidas, no pudieron faltar. Independientemente de la tamalada que fue ofrecida por cada familia. En mi caso yo estuve presente, en él convivió que organizó mi hermano Armando y familia a todos sus colaboradores para que asistieran acompañados de sus esposas e hijos, y juntos pasáramos un buen rato de esparcimiento. Los niños felices con sus bolos y juguetes que recibieron por parte de la familia Romero Ávila, los adultos con sus regalos, así como una chicharronada, y una buena música por parte de un conjunto norteño. Al término del convivio el agradecimiento por parte de la familia anfitriona. ?Reflexión?. Compartir algo de sí, es lo que dignifica al hombre. ?Seguimos Presentes?.

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