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Seguimos Presentes / ¡VIVA LA PAZ!

Jorge Romero Montañés

Entre los seres humanos se predican en contraposición a la paz y la armonía todo genero de conflictos. La paz no comienza desde fuera, sino desde dentro, ya que es un valor que suele perderse fácilmente de vista. Por ejemplo cuando una nación entra en un conflicto con otra tenemos que vivir en cierta manera sus consecuencias, cuando en la familia comienzan a surgir los problemas o pleitos empezamos a apreciar el valor que tiene realmente la paz. Y ésta puede verse desde cualquier ángulo, tanto a nivel internacional como a nivel personal. La calma y la tranquilidad tampoco se da necesariamente como producto de convivir con personas afines. Las dificultades entre los seres humanos suele ser algo común. Quienes no saben vivir en paz generalmente lo identificamos como una persona problemática porque: es imposible llegar a un acuerdo, aunque sea pequeño y de poca importancia. Tiene una marcada tendencia a buscar en las palabras y actitudes un doble propósito, normalmente negativo. Se siente aludido y agredido ante cualquier circunstancia, y más si está en contra de sus intereses. Busca por todos los medios ?salirse con las suyas?, aunque esté equivocado. En el trabajo o en los negocios crea dificultades inexistentes. Discute con facilidad. Vivimos en una época en la que se habla mucho de armonía y paz interior. Sin embargo menciona que una de las mejores formas de alcanzar estos ideales es mediante el espíritu de servicio hacia los demás. La paz es el futuro de saber escuchar, de atender las necesidades ajenas antes de las propias. Muchos de la paz que podemos vivir con los demás radica en nuestra de expresarnos. En algunos momentos tenemos el impulso de hacer notar los errores de nuestros interlocutores sin saber lo que tiene que decir, provocando discusiones y resentimientos. Expresar nuestros puntos de vista en el momento oportuno, facilita la comunicación y aumenta las posibilidades de superar las dificultades, pues ambas partes se sienten escuchadas. Del mismo modo ocurre cuando se hace necesario la corrección de una aptitud: el disgusto nos mueve a reprender en el momento sin medir la palabra que utilizamos.

¿Cuántas veces nos hemos arrepentido por la excesiva dureza que tuvimos con nuestros subalternos, hijos o compañeros? La pérdida de la paz interior consecuente, se debe a la intolerancia e incomprensión que mostramos, generando una imagen negativa y tal vez alterna de nuestra persona. Por eso es importante pensar con sentido antes de tomar cartas en el asunto. Una de las grandes fuentes de la paz, o de la guerra está en la familia. Los esposos deben ser conscientes que al crear vínculo conyugal, se comienza a dar función de distintas costumbres y formas de pensar. El arte de convivir, olvidarse de afán de dominio buscar el gusto medio entre las diferencias, trae la armonía como consecuencia. En otras palabras: es necesario aprender a conversar y obtener propósitos, de mejorar concretos que beneficien a todos en la familia. En cuanto a la paz familiar. No olvidemos que todas las actitudes de los padres se reflejarán en los hijos, por eso es importante: no discutir o quejarse de los demás delante de ellos; saber sonreír aunque en las dificultades; evitar que todos sufran las consecuencias de nuestro mal humor; enseñar a disculpar; crear las condiciones para ser agradables todos los momentos de convivencia. De igual manera, en las relaciones de amistad debe preocuparse la buena convivencia. En una reunión de amigos que ven un partido de futbol es fácil ver discusiones que comienzan sobre la decisión que tuvo el árbitro en alguna jugada. En pocos minutos puede crecer la molestia, la palabrería discutida y al cabo de pocos minutos: fin de la reunión. A veces la paz es así de frágil. Como en todos los valores, se requiere la iniciativa personal para lograr vivirlos. La paz interior surge como un producto de conocimiento propio: aprende a dominar nuestro egoísmo y el deseo de tener siempre la razón; saber escuchar y comprender las debilidades propias y ajenas. Pero sobre todo: pensar en los demás siempre. Cuando esto ocurre conciliamos la paz con nosotros mismos y con nuestros semejantes. ?Reflexión?. Yo no quiero mirar lo que he mirado, a través del cristal de la experiencia. La vida es un mercado donde se compran honores y vanidades. Cuánto tienes, cuánto vales; nada tienes, nada vales.

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