“¿Cuándo encontramos un pueblo gobernante?... La respuesta es: en las elecciones”.
Giovanni Sartori
Se acerca la primera jornada electoral de este año, la cual tendrá lugar el domingo seis de febrero. Las encuestas sugieren que dos de los procesos están ya definidos a favor del partido que tiene el poder en cada una de esas entidades. Pero un tercero está llegando al momento de la votación en un virtual empate.
En Baja California Sur, todas las encuestas hechas públicas hasta el momento límite marcado por la Ley preveían que el candidato del PRD y Convergencia, Narciso Agúndez, se acercaba al triunfo. Su ventaja sobre Rodomiro Anaya, del PRI y el Partido Verde, fluctuaba entre diez y 20 puntos, dependiendo del sondeo. De confirmarse este triunfo en las urnas, el PRD estaría conservando el Estado que conquistó hace seis años con un candidato ex priista, Leonel Cota.
En Quintana Roo es el priista Félix González Canto, respaldado también por el Partido Verde, el que parece encaminado al triunfo. A González Canto lo ha favorecido la división del voto de oposición entre Juan Ignacio García Zalvidea, “El Chacho” (ex verde y ex panista postulado por el PRD y el Partido del Trabajo) y Addy Joaquín Coldwell (ex priista apoyada por el PAN).
En Guerrero, en cambio, se vive una dura batalla. Héctor Astudillo del PRI, el Partido Verde y el Partido del Trabajo ha logrado alcanzar a Zeferino Torreblanca, del PRD, Convergencia y un pequeño partido local, quien empezó la contienda con ventaja.
Las encuestas parecen ratificar la tendencia que hemos visto en los resultados electorales de los últimos años. El partido que está en el poder en una Entidad determinada tiende a conservarlo en la mayoría de los casos. Los gobiernos de los estados siguen teniendo la capacidad de influir poderosamente sobre el electorado para favorecer a los candidatos de sus partidos. Así, no sorprende que en Baja California Sur el PRD se encuentre adelante mientras que en Quintana Roo sea el PRI el que lleva la ventaja. En Guerrero, sin embargo, la moneda está en el aire. Este Estado siempre ha sido gobernado por el PRI, pero ya en las elecciones de 1999 -cuando se enfrentaron René Juárez y Félix Salgado Macedonio- el candidato priista apenas rebasó a su rival perredista. El PRI puede ser el partido de Gobierno en el Estado y el gobernador René Juárez puede haber utilizado todas sus influencias para apoyar a su candidato, pero Zeferino Torreblanca fue un exitoso presidente municipal de Acapulco, la ciudad que concentra el mayor número de votantes del Estado.
El momento definitorio de la carrera de Astudillo tuvo lugar cuando fue secretario particular del entonces gobernador José Francisco Ruiz Massieu a principios de los años noventa. Su base política es Chilpancingo, la capital y centro burocrático del Estado, de la cual fue presidente municipal. Pero es un político que ha hecho diligentemente su tarea en las zonas rurales del Estado.
Zeferino tiene su mayor fuerza política en Acapulco. En ese puerto se desarrolló como empresario hasta que entró a la política -en sus propias palabras- por estar “cansado de los políticos”.
Sorprendentemente para un empresario lo hizo en el PRD y no en el PAN porque, según dice, al PAN de aquel entonces lo controlaba Ruiz Massieu. Torreblanca logró ser presidente municipal de su ciudad y llevó a cabo una excelente gestión. Ésta es ahora su principal carta de presentación.
Astudillo ha venido de atrás en este proceso electoral. Esto lo coloca en una posición de fuerza de cara a los comicios del seis de febrero. La clave del resultado electoral, sin embargo, está en la afluencia de votantes a las urnas, especialmente en Acapulco, el bastión de Zeferino. La experiencia señala que el PRI tiene mejores desempeños en aquellas elecciones en que hay altos niveles de abstencionismo, porque debido a sus estructuras corporativistas tiene una mayor capacidad para sacar a votar a sus militantes y simpatizantes. El gran reto del PRD en este seis de febrero será, pues, convencer a los electores que su sufragio vale y que es importante, por lo tanto, salir a votar.
Las encuestas, por supuesto, no son infalibles. Si bien prevén los resultados electorales en la mayoría de los casos, algunos se salen completamente de sus previsiones. Por eso habrá que esperar al seis de febrero por la noche o más tarde quizá, para saber cuál ha sido la decisión final de los electores.
EL PAPADO
Juan Pablo II, de 84 años de edad, parece estarse recuperando de la gripe, pero no hay duda que se acerca el fin de su papado, hasta ahora el segundo más largo de la historia. Pío IX fue papa 32 años; Juan Pablo lo ha sido casi 27. No hay certeza sobre las fechas de Pedro, pero además en esos tiempos todos los obispos tenían la misma jerarquía.
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