SER FELIZ, SER HUMANO
“Mucha gente asegura que el tiempo sana la mayoría de las heridas emocionales. Sin embargo, no es el transcurrir pasivo del tiempo el factor determinante en la cicatrización de muchas heridas”.
Se trata más bien de un proceso natural de nuestra maquinaria emocional, que tiene un poder automático de recuperación mayor de lo que generalmente pensamos. Por supuesto, en determinadas circunstancias hay mucho que podemos hacer para sanar las heridas emocionales, cuando nos ayudamos del poder automático de recuperación. El individuo tiene naturalmente un amplio poder para curar sus heridas emocionales. Esto no quiere decir que haya magia dentro de nosotros mismos.
Las heridas emocionales son como las físicas: debemos de atenderlas. Si usamos las estrategias adecuadas y empleamos los recursos pertinentes, tenemos posibilidades de encontrar la curación. Nadie de fuera puede curar nuestras heridas emocionales, ni encontrar soluciones instantáneas para anestesiar el dolor, en los libros ni en los métodos.
La curación de las heridas emocionales depende de nuestra disposición para cambiar de actitudes y revalorizar conceptos. Es entonces que nuestro poder automático de recuperación pueda volver a funcionar. Las heridas emocionales van cicatrizando cuando demos otras interpretaciones a la realidad, cuando tenemos paciencia para examinar el dolor, y cuando encontramos la suficiente fuerza para crear poder a través de la misma adversidad.
Poner el mundo en una perspectiva diferente, es vital para recuperarnos emocionalmente. Para lograrlo quizá sea conveniente hacernos nuevas preguntas y dejar atrás las que ya fueron contestadas o no tienen contestación. Las nuevas interrogantes que nos hacemos cuando sufrimos, constituyen un ataque frontal a las heridas; es el principio de la recuperación. La capacidad interior que ya tenemos para cicatrizar las heridas, se potencia con la revaluación de conceptos.
Curar heridas emocionales requiere un considerable esfuerzo. Hemos de intentar lo imposible: Hemos de pensar lo impensable. Hemos de tratar de hacer nuevas cosas, de encontrar nuevas fuentes de gozo. Es necesario que exploremos nuevas ideas y busquemos otros méritos. Sólo a través de ello, podemos depurar una técnica para enfrentar el dolor cuando sobreviene.
El requisito indispensable para curar las heridas emocionales, es comprender los sentimientos que las acompañan y las producen.
¿Cómo es una persona feliz? ¿Acaso es simplemente alguien inmerso en un conjunto de circunstancias? No, la persona feliz, es más bien un conjunto de actitudes, las cuales se transforman con la experiencia. Y para curar las heridas emocionales, es crucial un cambio de actitudes. Nunca podemos volver al pasado, al tiempo antes de que ocurrieran las heridas. La actitud activa, mediante la cual se inicia y no solamente se reacciona, es la verdadera virtud. Tal actitud no alberga la ilusión de la invulnerabilidad, pero tampoco contiene el temor a experimentar o a equivocarse.
En general, encontramos que somos más resistentes ante las heridas emocionales de lo que habitualmente pensamos. La vida significa vulnerabilidad y una señal de inmadurez es tratar de evitarla. No podemos buscar una vacuna contra las heridas emocionales, pero si aceptamos que somos invulnerables, nos pondremos en el camino de la recuperación.
Cuando experimentamos el dolor, hay que tener paciencia. La dureza no se mide en términos de nuestra negación del sufrimiento, sino por la disposición que mostremos para aceptarlo como una parte integral de la existencia.
Para comenzar a recuperarnos emocionalmente, tenemos que empezar por revisar nuestras limitaciones. Hay muchas que son inherentes a toda la familia humana y otras que no son peculiares.
Luego, hay que aceptar la idea, aunque por el momento sólo sea teórica, que podemos hacer algo para cicatrizar las heridas emocionales. Lo mejor de este mundo es que la mayoría de las situaciones y circunstancias que causan el dolor moral, depende de nosotros mismos. Las verdaderas causas de la infelicidad dependen de factores emocionales que podemos aniquilar con nuestro poder. Una expresión de este poder es conseguir la suficiente claridad para establecer la frontera entre lo que podemos y no podemos cambiar.
El mundo no es simplemente bueno o malo, moral o inmoral, negro o blanco; no está compuesto de polaridades. Simplemente es una maravilla. Debemos de cuidarnos de no excedernos en nuestras posibilidades y limitaciones. La causa real de la insatisfacción emocional, casi siempre está dentro de nosotros mismos, sino podemos cambiar el mundo que tenemos que enfrentar, y ello nos causa heridas emocionales, es tiempo de cambiar de actitudes y de darle otras interpretaciones a la realidad.
Por ello, ¡decidirse a ser feliz, es decidirse a Ser Humano!
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