Los maestros deberían adquirir conciencia de que los trastornos alimentarios se presentan cada vez más frecuentes y no sólo en mujeres.
Los trastornos alimentarios están basados en una compleja interacción de sentimientos, actitudes y comportamientos. Pueden ser una respuesta a los problemas de la adolescencia y preadolescencia, una consecuencia de la baja autoestima, de la depresión o del estrés. El hecho es que ayudar a los jóvenes a aceptarse a sí mismos por lo que son y no por lo que parecen es un primer paso, importantísimo, para prevenir los trastornos alimentarios. Está demostrado que dar información sobre los peligros de estas enfermedades, y con quién acudir cuando puedan aparecer, ayuda a prevenir los trastornos alimentarios.
Dado que la prevención es siempre lo mejor, los centros escolares deberían hacer de ésta uno de sus objetivos principales. He aquí unas ideas que los maestros pueden hacer.
Enseñar a los estudiantes que existen distintos tipos de cuerpos y pesos. En particular, las características propias están alejadas de ciertos modelos que se les proponen.
Enseñar a los estudiantes el papel de la grasa en sus cuerpos. La grasa forma parte del complejo sistema que nos mantiene vivos.
Explicar a los estudiantes el peligro de las dietas incontroladas. Sin asustar, informando.
Mostrarles, preferiblemente mediante actividades, cómo la cultura socialmente aceptada promueve modelos anoréxicos: la pérdida de salud a cambio de belleza, el ridículo de la obesidad. Hacer de esta información parte del programa educativo, no limitarse en explicarlo.
Hacer hincapié en la comunicación, la autoestima y la confianza en sí mismos.
Los medios de comunicación social han desarrollado un aspecto físico ideal, que explotan bombardeando al consumidor con mensajes que asocian esta imagen al autocontrol, el atractivo, la inteligencia, la riqueza y el éxito. Como resultado, no es extraño que los adolescentes, que están desarrollando profundos cambios físicos, emocionales y sexuales, los tomen como modelo y apliquen técnicas de adelgazamiento incontroladas para parecerse a esta imagen ideal. Esperan así incrementar su autoconfianza y la aceptación por parte de los demás.
La detección precoz y la intervención son factores clave para que se recupere. Los psicólogos escolares pueden ayudar a implementar la intervención temprana estando atentos a ciertas características y comportamientos propios de los trastornos alimentarios. Puede ser cualquiera, unas pocas o todas de las siguientes:
Pérdida de peso llamativa, o delgadez extrema. Encontrar excusas para saltarse comidas. Comportamientos alimenticios inusuales; aplicación de ritualismo al proceso de comer. Preocupación inhabitual para su edad en los resultados escolares; cree que los resultados nunca son lo bastante buenos. Extrema sensibilidad a las críticas. Preocupación inhabitual por los cambios en la rutina; poca flexibilidad y adaptabilidad.
Tendencia a ser perfeccionista. Comunicación cerrada; tendencia a la excesiva corrección y educación para su edad. Puede estar tenso o muy animado.
Amenorrea, variaciones o falta de menstruación. Puede confundirse fácilmente con irregularidades del ciclo normales en esa edad. Comportamientos inusuales o compulsivos, especialmente los relacionados con la comida. Cambios de temperamento.
Comportamiento muy controlado, capaz de ocultar sus sentimientos. Conversa demasiado sobre el peso o el aspecto físico, suyo o de otros. Tolera mal a los demás. Especialmente, desprecia la obesidad. Baja autoestima (al igual que en los adultos, la baja autoestima puede estar oculta).
Para ello, puedes empezar con los siguientes consejos:
Sé consciente de los signos y síntomas de los trastornos alimentarios, y comprende tu papel en la prevención de los trastornos alimentarios. Tómate en serio los signos de alerta.
Haz hincapié en los riesgos del peso demasiado bajo.
Envía a quienes estén siempre haciendo dieta a la persona apropiada para que reciba información y consejo sobre los trastornos alimentarios. Si te preocupa el peso o las costumbres alimentarias, envíalo a un psicólogo o un especialista en nutrición.
Reduce la importancia del peso. Haz hincapié en otras áreas, como la fuerza, la habilidad o la preparación mental.
Como maestro, apoyar a quien enfrente una problemática de esta naturaleza, nos lleva a Ser Humano.
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