Hacer dieta se ha convertido en el deporte más popular, sin embargo las estadísticas han demostrado que en países como los Estados Unidos, menos del diez por ciento de las personas que consiguen rebajar su peso, continúan delgadas después de un tiempo. El que se somete a una dieta sigue siempre el mismo esquema: un régimen estricto durante sesenta o noventa días, tiempo en el cual obviamente pierde peso, pero a los seis meses lo recupera todo y aún más. Esto sucede básicamente porque no se cambian los hábitos de alimentación.
Para conseguir un cambio permanente, hay que alterar los hábitos de ingestión de comidas y preparar un plan para el resto de la vida, no sólo para un breve periodo de tiempo. La mayoría de nosotros seguimos una conducta de falta de control de peso por tres razones fundamentales: vivimos bajo el control de los estímulos exteriores (la vista y el olor de los alimentos). Ésta es la conducta que siguen los gordos. Si hay comida cerca, se la comen, lo que quiere decir que la disponibilidad ?más que el hambre- es lo que motiva su ingestión. La segunda razón es que en algún momento de nuestra vida aprendimos malos hábitos de alimentación. La costumbre de comer en exceso se ha convertido en un estilo de vida, comemos para evitar la tensión, la ansiedad, el stress, la inseguridad, entre otras. Y en tercer lugar, algunas personas están gordas debido a sus hábitos de ejercicio. Tal vez no coman demasiado, pero no queman las calorías que consumen y en consecuencia, la vida sedentaria les lleva a comer más.
CÓMO CAMBIAR LOS HÁBITOS DE COMIDA
En primer lugar, debemos examinar nuestros hábitos de alimentación, pues no podremos cambiarlos si no sabemos cuáles son. En este sentido podemos llevar, durante una semana, un diario de dieta. Llevar esta cuenta nos permitirá comprender realmente lo que ingerimos y los estímulos ambientales y psicológicos asociados con el acto de comer.
En segundo lugar, se tienen que controlar los estímulos. La gente de peso normal come cuando tiene hambre, no porque la comida esté allí. Como dijimos anteriormente, la disponibilidad de comida es lo que obliga a los gordos a comer.
En tercer lugar, se debe evitar a toda costa la compra de alimentos ricos en calorías. Comprar con una lista e ir al supermercado con el dinero justo para comprar los alimentos que necesitamos, puede ser una estrategia. De este modo evitamos la tentación de comprar dulces, pasteles, chocolates y alimentos ricos en almidón y azúcar. También es importante hacer la compra después de haber tomado una comida completa, es decir, con el estómago lleno.
El cuarto punto se refiere al cambio completo de nuestra conducta hacia la comida, para ello existen varias fórmulas: comer despacio, dejar siempre algo de comida ?aunque sea sólo un bocadito- en el plato. No hacer comidas ricas en condimentos o salsas grasas.
Utilizar platos más pequeños (con esto hacemos que nuestra ración parezca mayor de lo que es en realidad). Hagamos las comidas aceptables y lo más apetecibles que se puedan. Dificultar en la medida de lo posible, la ingestión de comidas ricas en calorías. Controlar lo que se come entre horas es fundamental. Descubramos cuáles son nuestras debilidades en las comidas y modifiquémoslas. En este sentido, muchas amas de casa aumentan de peso porque suelen acabar lo que queda en el plato de los niños. Las aficionadas a esta práctica deben eliminarla por completo.
Otra de las cosas que debemos cambiar es nuestra conducta hacia el ejercicio. Existen ideas extrañas acerca del mismo, algunos creen que se debe realizar una cantidad enorme de caminatas, levantar pesas, boxear o lo que sea para quemar las energías suficientes y conseguir una reducción de peso. También creen que hay que hacerlo todo enseguida. También se tiene la idea de que el ejercicio abre el apetito, esto es falso. Hay que hacer del ejercicio un hábito, pero debemos escoger el ejercicio que más nos agrade. Lo importante es eliminar los estímulos de la inactividad.
Si no le gusta hacer ejercicio, refuerce los estímulos de la actividad de una forma sencilla, por ejemplo, vaya al trabajo a pie, si come en la calle regrese a su trabajo caminando, y suba por las escaleras en vez de tomar el ascensor.
Visualicemos nuestro cuerpo en el peso ideal y propongámonos alcanzar esa meta, esto requiere disciplina, constancia, dedicación y muy buen sentido del humor. Involucremos a nuestra familia, amigos y a nuestra pareja en esta cruzada contra la gordura y recordemos: Comamos para vivir, no vivamos para comer. Vivamos para Ser Humano.
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